“Esto también nos será concedido por haber creído” (Rom 4:20-25)

Compartir

Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos

Hermanos,
    Ante la promesa de Dios, Abraham no dudó,
No le faltaba fe,
pero encontró su fuerza en la fe
y dio gloria a Dios,
    porque estaba plenamente convencido
que Dios tiene el poder de cumplir lo que ha prometido.
    Y es por eso que
Se le concedió ser justo.
Diciendo que le fue concedido,
La Escritura no sólo se interesa por él,
    pero también a nosotros,
porque nos será concedido porque creemos
en Aquel que resucitó de entre los muertos a Jesús, Señor nuestro,
    entregado por nuestras faltas
y resucitó para nuestra justificación.

            – Palabra del Señor.

Creyendo en la promesa: Cuando la fe se convierte en justicia

Cómo la convicción de Abraham ilumina nuestra propia relación con la promesa y la confianza en Dios

Esta meditación sobre Romanos 4:20–25 Ofrece una lectura vivaz y bien argumentada de la fe de Abraham, un modelo de confianza que justifica porque se fundamenta en la promesa misma de Dios. Pablo desarrolla una teología de la fe trascendente pero encarnada: creer es ya responder a la llamada del Dios que obra. En un mundo donde a menudo prevalece la desconfianza, esta carta resuena como un llamado pacífico a reaprender la confianza. El artículo está dirigido a quienes buscan combinar la fe, la inteligencia y la vida cotidiana, a la luz de una justicia recibida como don.

  1. Contexto: La fe de Abraham y la genealogía espiritual de Pablo.
  2. Análisis central: una fe que justifica porque espera.
  3. Ejes de despliegue: promesa, poder, lealtad.
  4. Resonancias tradicionales: de la fe de Israel a la de la Iglesia.
  5. Consejos prácticos: cómo vivir el “será concedido” hoy.

“Esto también nos será concedido por haber creído” (Rom 4:20-25)

Contexto

La Carta a los Romanos es posiblemente el texto más denso y teológicamente estructurado de San Pablo. Escrita alrededor del año 57-58, mientras se preparaba para viajar a Jerusalén y luego a Roma, establece la gran arquitectura de la justificación por la fe. Pablo se dirige a una comunidad que aún no conoce personalmente y busca unir a judíos y paganos en una comprensión compartida de la salvación. Es en este contexto que se sitúa el pasaje del capítulo 4, donde Pablo evoca a Abraham como la figura fundadora de la fe.

Abraham se convierte en el ejemplo perfecto de alguien que creyó sin pruebas, sin más apoyo que la palabra divina. Dios le prometió descendencia cuando él y Sara ya eran ancianos. Esta situación de imposibilidad resalta la esencia del mensaje de Pablo: la fe no nace de la maestría humana, sino de la confianza en un Dios capaz de «cumplir lo que ha prometido».

Pablo escribe: «Se le concedió ser justo». Pero, añade, «La Escritura no se ocupa solo de él»: esta afirmación tiene valor universal. Abraham no es un icono aislado, sino la piedra angular de un edificio espiritual que prefigura la justificación ofrecida a todos por la resurrección de Cristo.

En esta perspectiva, la expresión «se nos concederá porque creemos» se convierte en un eje teológico. Así como Abraham recibió la justicia por la fe, el creyente hoy recibe la justificación mediante la que deposita en Cristo resucitado. La promesa hecha a Abraham encuentra su cumplimiento cristiano: el paso de lo particular a lo universal, de lo carnal (descendencia biológica) a lo espiritual (descendencia en la fe).

Este texto, por tanto, vincula sutilmente tres niveles:

  • el pasado bíblico :La fe de Abraham como modelo de esperanza,
  • El presente paulino :la fe como principio de justificación,
  • el presente del lector :la fe como respuesta activa a una promesa siempre presente.

Este entrelazamiento permite a Pablo proponer una antropología espiritual: no nos salvamos por lo que hacemos, sino por la confianza viva depositada en Dios. En otras palabras, la fe no es un mero asentimiento intelectual, sino un acto de reconocimiento, una entrega que luego se traduce en una conducta justa.

En la cultura grecorromana, moldeada por la lógica del mérito, esta idea de justificación gratuita y universal trastocó las representaciones religiosas habituales. Pablo inauguró una nueva comprensión de la relación entre el hombre y Dios: ya no se trata de una ascensión moral hacia lo divino, sino de una alianza en la que Dios, el primero, justifica a quienes aceptan su promesa.

“Esto también nos será concedido por haber creído” (Rom 4:20-25)

Una fe que justifica porque espera

En el corazón de Habitación 4Pablo describe un doble movimiento: de Dios al hombre (la promesa) y del hombre a Dios (la fe). Esta dinámica de reciprocidad se basa en la convicción de que existe una fidelidad absoluta a Dios. Abraham se convierte en testigo de una fe "contra toda esperanza": creer que algo sucederá cuando todo parece indicar lo contrario.

Este gesto interior es performativo. Crea justicia, no porque la produzca moralmente, sino porque se ajusta a la verdad divina, a la promesa cumplida. Este es el significado mismo de la palabra. justicia en la Biblia: estar ajustado, en sintonía con la voluntad y fidelidad de Dios.

Para Pablo, la justificación por la fe no significa una abstracción legal, sino un acto relacional: llegar a ser justo es sintonizarse con el ritmo de Dios. Y esta sintonía se manifiesta en la historia. Abraham creyó incluso antes de recibir la señal de la alianza (la circuncisión), anticipando así la fe cristiana que precede a las obras.

En la segunda parte del pasaje, Pablo da un salto hermenéutico decisivo: «Al decir que esto le fue concedido, la Escritura no solo se refiere a él, sino también a nosotros». Con este cambio, universaliza la promesa: los creyentes, sea cual sea su origen, participan de la misma fe que Abraham.

Esta participación se realiza plenamente en Cristo. La fe del patriarca ya prefiguraba la de los discípulos que creerían en «aquel que resucitó a Jesús, nuestro Señor». El vínculo entre la muerte y la resurrección de Cristo estructura la nueva comprensión de la fe: creer es reconocer que la vida brota de la muerte, que la promesa se cumple en lo imposible.

En consecuencia, «se nos concederá» se convierte en la fórmula condensada de toda la teología paulina. El acto de fe conecta al hombre con el Dios vivo, no por mérito, sino por consentimiento. Este «se nos concederá» porque Dios mismo promete y cumple. Así, la justicia ya no es un estado por conquistar, sino una realidad por recibir.

“Esto también nos será concedido por haber creído” (Rom 4:20-25)

La promesa: un horizonte abierto

La promesa de Dios a Abraham —una descendencia numerosa— se entiende solo como una apertura. El futuro se despliega en ella como un espacio de confianza. La fe del creyente recibe esta promesa como un horizonte, no como una posesión. Al afirmar que la justicia «será concedida», Pablo sitúa la fe en el tiempo de la espera activa.

En la experiencia humana, toda promesa conlleva un riesgo: el de la decepción. Pablo invierte esta estructura existencial: la promesa de Dios nunca traiciona, sino que a menudo se cumple de maneras distintas a las esperadas. Por eso la fe de Abraham se vuelve paradigmática: no se basa en la expectativa del cumplimiento, sino en la certeza del Prometedor.

Así, creer no es solo esperar que algo suceda; es entrar ya en la plenitud al confiar en quien habla. La promesa se convierte entonces en dinamismo interior, en un motor espiritual. Nos salva de la resignación.

El poder de Dios: Logrando lo imposible

Pablo insiste: Abraham estaba "plenamente convencido de que Dios es capaz de realizar". La fe no se basa en la evaluación humana de las posibilidades, sino en el reconocimiento de un poder creativo. En la Biblia, fuerza No significa coerción, sino la capacidad de dar vida. Dios «logra» porque crea.

Esta convicción libera a Abraham de la ansiedad del control. Le permite tener esperanza sin pruebas. Aquí es donde entra en juego una dimensión esencial de la fe: la entrega activa. No es pasividad ni ingenuidad, sino adhesión confiada a una fuerza que supera el cálculo humano.

Este mismo acto es llamado en Pablo pistis Una fidelidad mutua entre Dios y el hombre. La energía de la fe no proviene del sujeto creyente, sino del vínculo entre la promesa y su autor. Así, «lo que promete, lo cumple» se convierte no en un eslogan moral, sino en una descripción de la realidad tal como Dios la moldea.

Fidelidad: Fe y Justificación

En la lógica paulina, estar justificado Significa establecer una relación correcta. Abraham no es declarado justo por realizar obras ejemplares, sino porque su confianza abre su corazón a la fidelidad divina. La justicia se convierte en una respuesta. Al creer, el hombre permite que Dios sea Dios.

El vínculo entre la fe y la fidelidad es inseparable: creer es acoger la fidelidad de Dios que cree en el hombre. Esta circularidad es el fundamento de la justificación. En la resurrección de Cristo, alcanza su plenitud: al resucitar a Jesús, Dios autentica no solo a su Mesías, sino también la promesa hecha a Abraham. A partir de ahora, la fe humana se basa en un acontecimiento sellado en la historia.

“Esto también nos será concedido por haber creído” (Rom 4:20-25)

Resonancias

La interpretación de Pablo amplía la que ya había comenzado en la tradición judía. En Génesis 15Abraham es declarado justo antes de ver cumplida la promesa. Los Padres de la Iglesia, en particular Ireneo y Agustín, interpretarán este pasaje como el fundamento de la teología de la gracia. Para Agustín, la fe de Abraham anuncia la justificación «sin las obras de la Ley», porque Dios «justifica al pecador» por amor.

En la Edad Media, Tomás de Aquino retomaría el mismo tema en el Suma Teológica La justicia no es fruto de nuestras acciones, sino de la participación en la verdad divina. Lutero redescubriría posteriormente esta afirmación paulina y la convertiría en el fundamento de la Reforma. Así, siglo tras siglo, el texto nutre diversas interpretaciones de la fe activa.

En la espiritualidad contemporánea, esta promesa de «será concedido» también se entiende como un llamado concreto: Dios continúa escribiendo promesas de liberación con nosotros. Creer se convierte entonces en un acto de resistencia al miedo y al cinismo.

Meditaciones

  1. Releer la promesa personal ¿Qué palabras de fe me han sido dadas? Escríbelas y encomiéndalas a la oración.
  2. Nombrar lo imposible :Identificar áreas en las que ya no creo en la posibilidad de que Dios actúe.
  3. Practica la gratitud :Cada noche, da las gracias por una promesa ya cumplida.
  4. Busque el ajuste :En un conflicto, en una elección, preguntarme: ¿cuál es la fidelidad a la que Dios me llama aquí?
  5. Esperanza para los demás :Intercede por los que dudan, como Abraham por su descendencia.

La fe como espacio común

Al concluir esta lectura, podemos entender la confesión de Pablo no como un tratado teológico, sino como una invitación personal. Abraham creyó, y esta fe ha llegado hasta nosotros a través de los siglos. Creer hoy es inscribir la propia existencia en una línea de esperanza.

Cuando todo en nosotros exige la garantía de lo visible, la fe ofrece otro apoyo: la promesa de un Dios que cumple. Esta promesa nos invita a la apertura, a la paciencia, a la admiración. Hace de la vida de fe una aventura compartida: no la posesión de la verdad, sino caminar con Aquel que cumple su palabra.

Entonces, "se nos concederá" Se convierte en algo más que una afirmación dogmática: un aliento del corazón creyente. Es el lenguaje de la confianza ofrecida, la gramática de la alegría, la certeza de que la justicia no es un deber, sino un don.

Práctico

  • Medita en una frase de promesa bíblica cada mañana.
  • Escribe las señales de fidelidad experimentadas durante la semana.
  • Reemplace una queja con una palabra de confianza.
  • Leer Génesis 15 Y Habitación 4 en paralelo.
  • Oremos para creer “contra toda esperanza”.
  • Confía tu día: “Dios, tú cumples lo que prometes”.
  • Transmitir la paz recibida a una persona en duda.

Referencias

  1. La Biblia de Jerusalén, Epístola a los Romanos.
  2. Agustín, De la fe y las obras.
  3. Tomás de Aquino, Suma Teológica, II-II.
  4. Lutero, Comentario sobre la Epístola a los Romanos.
  5. J. Guitton, Fe y razón.
  6. Benedicto XVI, Salvi especial.
  7. N. Lohfink, Teología de la Promesa en el Antiguo Testamento.

Vía Equipo Bíblico
Vía Equipo Bíblico
El equipo de VIA.bible produce contenido claro y accesible que conecta la Biblia con temas contemporáneos, con rigor teológico y adaptación cultural.

Lea también