Dando la bienvenida al bien en barrios heridos
Mártir de la mafia en Palermo, sacerdote de sonrisa cautivadora, Don Pino Puglisi transformó el miedo en esperanza en los años 90.
Predicando la paz donde reina el miedo. En Palermo, en el corazón del barrio mafioso de Brancaccio, Don Pino Puglisi se mantiene firme, sin violencia, pero sin rodeos. Invita a los jóvenes a la libertad, a las familias a la dignidad. Nacido en 1937, asesinado en 1993, sigue siendo el rostro de una valentía sencillamente evangélica. Su memorial litúrgico, fijado para el 21 de octubre, nos remonta a la fuente de su bautismo: el día en que todo comenzó.

Sirviendo en medio del miedo
Giuseppe Puglisi, nacido en Palermo en 1937, creció en una familia de artesanos pobres. De carácter tranquilo, ingresó al seminario a los dieciséis años y se ordenó sacerdote en 1960.
Su compromiso pastoral lo llevó primero a las trabajadoras periferias de Palermo, luego a Godrano, un pequeño pueblo devastado por una vendetta local.
Allí aprendió a calmar el odio y a traer la paz mediante el diálogo. Este ministerio de perdón prefiguró su destino.
En la década de 1980, Don Puglisi formó vocaciones y enseñó en un instituto público.
Su mirada se dirige a los jóvenes que no tienen más que la calle y el miedo. En 1990, regresó a Brancaccio, el barrio de su juventud. Abrió el albergue. Padre Nuestro y ofrece a los niños un horizonte diferente al de los clanes mafiosos.
Esta presencia preocupó a la Cosa Nostra. En 1993, fue asesinado a tiros frente a su casa el día de su quincuagésimo sexto cumpleaños.
Su sonrisa, justo antes del baile, dejó huella en Italia. Beatificado en 2013, hoy se le recuerda como un testigo pacífico de una fe inquebrantable.

Una sonrisa más fuerte que la muerte
Un hecho permanece: el sacerdote de Brancaccio fue ejecutado por haber obstaculizado los intereses de la mafia. Cuenta la leyenda que murió sonriendo, murmurando: «Me lo esperaba». Esta sonrisa se convirtió en símbolo de una victoria invisible sobre el miedo. Ni provocación ni negación, sino una señal de perdón. Para los vecinos del barrio, esta sonrisa pacífica es un icono: el bien puede enfrentarse al mal sin imitarlo.
Mensaje espiritual
Eligiendo la dulzura donde reina la dureza. Don Puglisi demuestra que la valentía cristiana no necesita armas, sino un corazón entregado. Enseña que la palabra justa, dicha sin odio, desarma con más fuerza que una amenaza. Cristo, en el Evangelio, avanza sin violencia hacia la cruz: Pino sigue sus pasos con una sonrisa que atraviesa la noche. Nos recuerda que toda luz comienza con la confianza compartida.
Oración
Señor, concédenos amar sin miedo.
Enséñanos a decir la verdad en lugares donde reina la violencia, para proteger a quienes aún tienen esperanza.
Por intercesión del beato Pino Puglisi, haznos artesanos de paz en nuestras familias, en nuestras escuelas, en nuestros barrios.
Haznos sonreír como él, confiados en tu victoria sobre el mal.
Amén.
Vivir hoy
- Sonríe a una persona sospechosa o aislada, sin esperar nada.
- Ofrecer tutoría o tiempo de escucha a un joven en dificultades.
- Lea durante diez minutos el llamado de Cristo a amar a los enemigos (Mateo 5:44).
Memoria y lugares
La casa Padre Nuestro Brancaccio aún recibe a niños y familias. Su altar se encuentra en la iglesia de San Gaetano, donde celebraba.
En Palermo, un centro cultural lleva su nombre y narra su lucha. Su rostro, con su leve sonrisa, adorna numerosos murales callejeros.
El 25 de mayo de 2013, 80.000 fieles asistieron a su beatificación en el Estadio Renzo Barbera. A través de estos lugares, la ciudad herida recuerda que la fe puede levantar a un pueblo.
Liturgia
- Lecturas/Salmo: Isaías 58, 6-12 — Romanos 12, 9-21 — Salmo 33
- Canción/Himno: Bienaventurados los pacificadores



