Primera Epístola de San Pablo a los Corintios

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Capítulo 1

1 Pablo, apóstol de Jesucristo, llamado por la voluntad de Dios, y Sóstenes, su hermano,
2 a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los fieles santificados en Jesucristo, santos por vocación, y a todos los que, en cualquier lugar, invocan el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
3 ¡Que la gracia y la paz os sean dadas por Dios nuestro Padre y por el Señor Jesucristo!

4 Siempre doy gracias a mi Dios por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús.
5 Porque mediante vuestra unión con él habéis sido enriquecidos en todo sentido: en toda palabra y en todo conocimiento,
6 Ahora que el testimonio de Cristo ha sido firmemente establecido entre vosotros,
7 para que no lo entregues a nadie como don de gracia, esperando con confianza la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
8 Él también os mantendrá firmes hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.
9 Fiel es Dios, que os ha llamado a la comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

10 Os ruego, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos estéis de acuerdo unos con otros en lo que decís, y que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis perfectamente unidos en mente y pensamiento.
11 Porque me ha llegado información acerca de vosotros, hermanos míos, por parte de la gente de Cloé, de que hay contiendas entre vosotros.
12 Me refiero a que uno de ustedes dice: »¡Yo sigo a Pablo!«, otro: “¡Yo sigo a Apolos!”, y otro: “¡Yo sigo a Cefas!”, y otro: “¡Yo sigo a Cristo!”.« 
13 ¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por ti? ¿Fuiste bautizado en el nombre de Pablo?
14 Doy gracias a Dios de que no bauticé a ninguno de vosotros, excepto a Crispo y a Gayo;,
15 para que nadie pueda decir que fue bautizado en mi nombre.
16 También bauticé a la familia de Estéfanas; además, no sé haber bautizado a nadie más.

17 Cristo no me envió a bautizar, sino a predicar el evangelio, no con palabras sabias, para que la cruz de Cristo no sea vana.
18 Porque la enseñanza de la cruz es locura para los que se pierden; mas para nosotros, los que somos salvos, es poder de Dios.
19 Porque escrito está: »Destruiré la sabiduría de los sabios, y haré desaparecer el conocimiento de los doctos«.« 
20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el médico? ¿Dónde está el polemista de esta época? ¿Acaso no ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
21 Porque en la sabiduría de Dios, el mundo, mediante su sabiduría, no conoció a Dios, sino que mediante la locura de la predicación, agradó a Dios salvar a los que creen.
22 Los judíos piden milagros, y los griegos buscan sabiduría;
23 Nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para los judíos y locura para los gentiles,
24 Pero a los que son llamados, sean judíos o griegos, el poder de Dios y la sabiduría de Dios.
25 Porque lo que en Dios es locura es más sabio que la sabiduría de los hombres, y lo que en Dios es debilidad es más fuerte que la fuerza de los hombres.

26 Consideren su vocación, hermanos míos; no hay nadie más. entre vosotros ni muchos de los que eran sabios según la carne, ni muchos de los que eran poderosos, ni muchos de los que eran nobles.
27 Pero lo que el mundo considera necio es lo que Dios ha elegido para avergonzar a los sabios; y lo que el mundo considera inútil es lo que Dios ha elegido para avergonzar a los fuertes;
28 Y Dios escogió lo que hay en el mundo que es inútil, sin poder, que no es nada, para anular lo que es,
29 para que nadie se gloríe ante Dios.
30 Pero es por él que vosotros estáis en Cristo Jesús, quien se ha convertido para nosotros en sabiduría de Dios, y justicia, y santificación, y redención,
31 de modo que, según la palabra de la Escritura, »el que se gloría, se gloría en el Señor«.« 

Capítulo 2

1 Hermanos míos, cuando fui a ustedes, no fui con elocuencia ni sabiduría al proclamarles el testimonio de Dios.
2 Porque no me propuse saber cosa alguna mientras estaba con vosotros, sino a Jesucristo, y a éste crucificado.
3 Pero fue con debilidad, con temor y con gran temblor que me presenté ante vosotros;
4 Y ni mi palabra ni mi predicación tenían nada de lenguaje persuasivo de sabiduría, sino del Espíritu.Smo. y el poder de Dios demostró su verdad:
5 para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.

6 Pero hay una sabiduría que predicamos entre los maduros, una sabiduría que no es de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, cuyo reinado está llegando a su fin.
7 Proclamamos la sabiduría de Dios, misteriosa y oculta, que Dios destinó desde antes de los siglos para nuestra gloria.
8 Esta sabiduría, ninguno de los príncipes de esta época la entendió; — pues, si la hubieran entendido, no habrían crucificado al Señor de la gloria.
9 Pero estas son, como está escrito: »Cosas que ningún ojo ha visto, ni ningún oído ha escuchado, ni ninguna mente humana ha concebido; son las cosas que Dios ha preparado para quienes lo aman«.« 
10 A nosotros Dios nos las ha revelado por medio de su Espíritu; porque el Espíritu penetra todas las cosas, aun las profundidades de Dios.
11 Porque ¿quién de los hombres sabe lo que sucede en el hombre, sino el espíritu que está en él? De la misma manera, nadie sabe lo que hay en Dios, sino el Espíritu de Dios.

12 Porque no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha dado por su gracia.
13 Y de estas cosas hablamos, no con palabras enseñadas por la sabiduría humana, sino con palabras enseñadas por el Espíritu, expresando las cosas espirituales en lenguaje espiritual.
14 Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque son disciernidas por el Espíritu.
15 El hombre espiritual, por el contrario, juzga todas las cosas, y él mismo no es juzgado por nadie.
16 Porque ¿quién ha conocido la mente del Señor para instruirlo? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.

Capítulo 3

1 Hermanos míos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a hombres carnales, como a niños pequeños en Cristo.
2 Les di a beber leche, no alimento sólido, porque todavía no eran capaces de comerlo, y todavía no lo son, porque aún son carnales.

3 Porque puesto que hay celos y contiendas entre vosotros, ¿no sois mundanos y no os comportáis como hombres?
4 Cuando uno dice: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿acaso no son simplemente humanos? ¿Qué es, pues, Apolos? ¿Y qué es Pablo?
5 ministros por medio de los cuales creísteis, según lo que el Señor asignó a cada uno.
6 Yo planté, Apolos regó; pero Dios hizo crecer la semilla.
7 Así que ni el que planta ni el que riega son nada, sino solo Dios, que hace crecer las cosas.
8 El que planta y el que riega son iguales; y cada uno recibirá su recompensa conforme a su propio trabajo.
9 Porque somos colaboradores de Dios. Ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios.

10 Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como un sabio arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica sobre él. Solo que cada uno tenga cuidado de cómo edifica.
11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, el cual es Jesucristo.
12 Si sobre este fundamento se edifica con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja,
13 La obra de cada uno será revelada; porque el día del Señor lo dará a conocer, porque será revelado en el fuego, y el fuego mismo probará cuál es la obra de cada uno.
14 Si la estructura que uno ha construido sobre ella sobrevive, recibirá una recompensa;
15 Si la obra de alguien se consume, perderá su recompensa; pero él mismo se salvará, aunque como quien escapa del fuego.

16 ¿Acaso ignoráis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
17 Si alguien destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo, y vosotros sois ese templo.

18 Que nadie se engañe a sí mismo. Si alguno de ustedes se cree sabio según los criterios de este mundo, hágase necio para que llegue a ser sabio.
19 Porque la sabiduría de este mundo es necedad delante de Dios, pues escrito está: »Apresaré a los sabios en su propia astucia«.« 
20 Y de nuevo: »El Señor conoce los pensamientos de los sabios, él sabe que son inútiles.« 
21 Por tanto, que nadie se gloríe en los hombres;

22 Porque tuyo es todo: Pablo, Apolos, Cefas, el mundo, la vida y la muerte, lo presente y lo por venir. Todo es tuyo.,
23 Pero vosotros pertenecéis a Cristo, y Cristo pertenece a Dios.

Capítulo 4

1 Así pues, seamos considerados servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
2 ¡Pues bien! Lo que se busca en los administradores es que cada uno sea hallado fiel.
3 Para mí, es de muy poca importancia ser juzgado por ustedes o por cualquier tribunal humano; yo no me juzgo a mí mismo;
4 Pues aunque no siento culpa, no por ello soy justificado; mi juez es el Señor.
5 Por lo tanto, no juzguen nada antes de tiempo; esperen hasta que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en las tinieblas y pondrá al descubierto las intenciones del corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios su alabanza.

6 Lo que acabo de decir acerca de Apolos y de mí mismo es solo una forma que he usado para vuestro beneficio, hermanos, para que aprendáis de nosotros a no ir más allá de lo que está escrito, a no envaneceros a favor de uno contra otro.
7 Porque ¿quién te hace diferente de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras hecho?
8 ¡Ya estáis saciados! ¡Ya sois ricos! ¡Sin nosotros, sois reyes! ¡Que Dios os conceda que realmente seáis reyes, para que también nosotros reinemos con vosotros!
9 Porque parece que Dios nos ha presentado a nosotros, los apóstoles, como los últimos de los hombres, como los condenados a muerte, porque hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres.
10 Nosotros somos necios por causa de Cristo, pero vosotros sois sabios en Cristo Jesús; nosotros somos débiles, pero vosotros sois fuertes; vosotros sois honrados, pero nosotros somos despreciados.
11 Incluso ahora, seguimos sufriendo hambre, Sed, desnudez; estamos magullados por los golpes, no tenemos ni fuego ni hogar,
12 y trabajamos con nuestras propias manos; malditos, bendecimos; perseguidos, lo soportamos;
13 calumniados, suplicamos; todavía somos como la escoria de la tierra, el desecho de los hombres.

14 No les escribo estas cosas para avergonzarlos, sino para advertirles como a mis amados hijos.
15 Porque aunque tengáis diez mil maestros en Cristo, no tenéis muchos padres, pues yo me convertí en vuestro padre en Cristo Jesús mediante el evangelio.
16 Por lo tanto, les ruego que sean imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo.
17 Por eso te he enviado a Timoteo, mi hijo amado y fiel en el Señor; él te recordará mi manera de vivir en Cristo Jesús, cómo enseño en todas partes y en todas las iglesias.
18 Algunos, pensando que no volvería a verlos, se envanecieron de orgullo.
19 Pero pronto iré a veros, si el Señor quiere, y averiguaré no las palabras de los arrogantes, sino lo que pueden hacer.
20 Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en hechos.
21 ¿Qué quieres? ¿Debo acercarme a ti con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?

Capítulo 5

1 No oímos hablar entre vosotros de otra cosa que de inmoralidad sexual, y de una clase que ni siquiera se encuentra entre los paganos; un hombre se acuesta con la mujer de su padre.
2 ¡Y estáis envanecidos! ¿No deberíais más bien haber guardado luto, para que el que cometió tal acto fuera eliminado de entre vosotros?

3 Por mi parte, aunque ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya he juzgado, como si estuviera presente, al que cometió tal ataque:
4 En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, todos vosotros reunidos, y yo en espíritu en medio de vosotros, con el poder de nuestro Señor Jesús,
5 que tal hombre sea entregado a Satanás para la muerte de la carne, para que su espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
6 ¡Te equivocas al jactarte tanto! ¿No sabes que un poco de levadura hace que toda la masa suba?
7 Límpiense de la vieja levadura, para que sean una nueva masa, como pan sin levadura; porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido sacrificado.
8 Por lo tanto, celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con el pan sin levadura de sinceridad y verdad.

9 Te escribí en mi carta que no tuvieras relaciones con personas inmorales:
10 De ninguna manera con la gente inmoral de este mundo, ni con los codiciosos y rapaces, ni con los idólatras; de otra manera tendrían que salir del mundo.
11 Simplemente quería decirles que no se asocien con nadie que diga ser hermano, pero que sea sexualmente inmoral o codicioso, idólatra, calumniador, borracho o estafador; ni siquiera coman con tal persona.
12 ¿Acaso me corresponde a mí juzgar a los de afuera? ¿No te corresponde a ti juzgar a los de adentro?
13 Dios juzga a los que están fuera de la iglesia. Expulsad al malvado de entre vosotros.

Capítulo 6

1 ¡Qué! ¿Hay entre ustedes algunos que, al tener una disputa con otro, se atreven a ir a juicio ante los injustos, y no ante los santos?
2 ¿Acaso no sabéis que los santos juzgarán al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿no sois indignos de juzgar asuntos menores?
3 ¿Acaso no saben que juzgaremos a los ángeles? ¿Por qué no, mucho más, los asuntos de esta vida?
4 Por lo tanto, cuando tengan que emitir juicios acerca de asuntos de esta vida, designen para juzgarlos a aquellos que son menos estimados en la Iglesia.
5 Esto os digo para vuestra vergüenza: ¿No hay entre vosotros un hombre sabio, uno que pueda dictar sentencia entre sus hermanos?
6 Pero un hermano está en pleito con otro hermano, ¡y esto ante los incrédulos!
7 Ya es culpa vuestra el tener litigios entre vosotros. ¿Por qué no preferir sufrir la injusticia? ¿Por qué no preferir ser robados?
8 Pero sois vosotros mismos quienes cometéis injusticias y despojáis a otros, ¡y son vuestros hermanos!
9 ¿Acaso no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros,
10 Ni los afeminados, ni los viles, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los depredadores poseerán el reino de Dios.
11 Sin embargo, esto es lo que eras, al menos Algunos de vosotros; pero fuisteis lavados, fuisteis santificados, fuisteis justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.

12 Todo me es lícito, pero no todo me conviene; todo me es lícito, pero no me dejaré dominar por nada.
13 Los alimentos son para el estómago, y el estómago para los alimentos; y Dios destruirá a ambos. Pero el cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.
14 Y Dios, que resucitó al Señor de entre los muertos, también nos resucitará a nosotros con su poder.
15 ¿Acaso no saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? ¿Acaso voy a tomar los miembros de Cristo y hacerlos miembros de una prostituta? ¡Jamás!
16 ¿Acaso no saben que el que se une a una prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Porque, dice el’Escribiendo,  »"Serán una sola carne."« 
17 Por el contrario, el que se une al Señor se convierte en un solo espíritu con él.
18 Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que una persona cometa queda fuera de su cuerpo; pero el que peca sexualmente peca contra su propio cuerpo.
19 ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que ya no os pertenecéis a vosotros mismos?
20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios con vuestro cuerpo.

Capítulo 7

1. En relación con los puntos sobre los que me escribió, Te diré que’Es bueno que un hombre no toque a una mujer.
2 Sin embargo, para evitar ¡Basta de inmoralidad! Que cada hombre tenga su esposa, y que cada mujer tenga su esposo.
3 El marido debe pagar a su mujer lo que le debe, e igualmente la mujer a su marido.
4 La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido; igualmente el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.
5 No os separéis unos de otros, excepto quizá de común acuerdo y por un tiempo, para dedicaros a la oración; pero luego volved a uniros, para que Satanás no os tiente por vuestra falta de dominio propio.
6 Lo digo con condescendencia, no lo estoy haciendo una orden.
7 Al contrario, quisiera que todos los hombres fueran como yo; pero cada uno recibe de Dios su don particular, uno de una manera, otro de otra.

8 A los solteros y a las viudas les digo que es bueno para ellos quedarse como yo.
9 Pero si no pueden dominarse, que se casen; porque es mejor casarse que arder de pasión.

10 En cuanto a los casados, doy este mandato (no yo, sino el Señor): La esposa no debe separarse de su marido;
11 Si se separa de él, que permanezca soltera o que se reconcilie con su marido; asimismo, que el marido no se divorcie de su mujer.

12 A los demás les digo yo, no el Señor: Si algún hermano tiene una esposa que no es de fe, y ella quiere vivir con él, no debe despedirla;
13 Y si una mujer tiene un marido que no tiene fe, y él está dispuesto a vivir con ella, no debe divorciarse de su marido.
14 Porque el marido infiel es santificado por medio de la mujer, y la mujer infiel es santificada por medio del marido; de otra manera vuestros hijos serían impuros, pero ahora son santos.
15 Si el incrédulo se va, que se vaya; en tales circunstancias, ni el hermano ni la hermana quedan esclavizados. Dios nos ha llamado a paz.
16 Porque, ¿cómo sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? ¿O cómo sabes tú, marido, si salvarás a tu mujer?

17 Solo que cada uno se comporte según el cargo que el Señor le ha asignado y según el llamamiento de Dios; esta es la regla que establezco en todas las iglesias.
18 Si alguno fue llamado estando circuncidado, no oculte su circuncisión; si alguno fue llamado estando incircunciso, no se circuncide.
19 La circuncisión no es nada, la incircuncisión no es nada; lo que cuenta es guardar los mandamientos de Dios.
20 Que cada uno permanezca en el estado en que estaba cuando fue llamado.
21 ¿Fuiste llamado mientras eras esclavo? No te preocupes por ello; pero aunque puedas obtener tu libertad, aprovecha al máximo tu llamado.
22 Porque el esclavo que fue llamado en el Señor es liberto del Señor; asimismo, el libre que fue llamado es esclavo de Cristo.
23 Ustedes fueron comprados a un alto precio; no se conviertan en esclavos de los hombres.
24 Hermanos, cada uno permanezca delante de Dios en la condición en que fue llamado.

25 En cuanto a las vírgenes, no tengo ningún mandamiento del Señor; pero doy consejos, como quien ha recibido la gracia del Señor para ser fiel.
26 Por lo tanto, pienso que, debido a las dificultades presentes, es bueno que el hombre sea así.
27 Si estás casado con una mujer, no procures romper ese vínculo; si no estás casado con una mujer, no busques una esposa.
28 Pero si te casaste, no pecaste; y si una virgen se casó, no pecó; pero estas personas tendrán aflicciones en la carne, y quiero libraros de ellas.
29 Pero esto es lo que digo, hermanos: el tiempo es corto; por lo tanto, los que tienen esposa deben vivir como si no la tuvieran,
30 los que lloran como si no lloraran, los que se alegran como si no se alegraran, los que compran como si no poseyeran,
31 y a los que usan el mundo como si no lo usaran; porque la forma de este mundo es pasajera.
32 Pero quisiera que estuvieran libres de preocupaciones. El soltero se preocupa de las cosas del Señor, busca agradar al Señor;
33 El hombre casado se preocupa de las cosas del mundo, trata de agradar a su esposa y está dividido.
34 De igual modo, la esposa, la soltera y la virgen se preocupan de las cosas del Señor, para ser santas en cuerpo y espíritu; pero la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido.
35 Digo esto para vuestro bien, no para poneros una red encima, sino para lo que es apropiado y conveniente para vosotros, para que estéis unidos al Señor sin conflicto.

36 Si alguien piensa que deshonraría a su hija si ya hubiera pasado la mejor edad, y que es su deber casarla, que haga lo que quiera; no peca; que ella casado.
37 Pero el que, sin ser obligado, siendo dueño de hacer lo que quiere, ha puesto firme propósito en su corazón y ha decidido mantener virgen a su hija, bien hace.
38 Así, aquel que casado Su hija está bien, y aquel que no casado No podría haberlo hecho mejor.

39 La esposa está ligada a su marido mientras él viva; pero si el marido muere, es libre de volver a casarse con quien quiera, con tal de que sea en el Señor.
40 Sin embargo, ella es más feliz si permanece como está: esa es mi opinión; y creo que yo también tengo el Espíritu de Dios.

Capítulo 8

1 En cuanto a los alimentos sacrificados a los ídolos, lo sabemos, pues todos estamos iluminados… — La ciencia se expande, mientras caridad construye.
2 Si alguien presume saber, todavía no ha sabido nada como debería saber.
3 Pero si alguien ama a Dios, es conocido por él.
4 En cuanto a comer alimentos sacrificados a los ídolos, sabemos que un ídolo no es nada en el mundo y que no hay más que un solo Dios.
5 Porque si hay seres que son llamados dioses, ya sea en el cielo o en la tierra, de esta manera hay muchos dioses y muchos señores;
6 Para nosotros, en cambio, hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y para quien existimos; y un solo Señor, Jesucristo, por medio de quien proceden todas las cosas y por medio de quien existimos.

7 Pero no todos tienen este conocimiento. Algunos, aferrándose aún a su antigua forma de ver a los ídolos, comen carne sacrificada a un ídolo, y su conciencia, débil, se contamina.
8 La comida no es algo que nos acerque a Dios; si la comemos, no tenemos nada más; si no la comemos, no tenemos nada menos.
9 Pero tengan cuidado, no sea que esta libertad de la que gozan se convierta en ocasión de tropiezo para los débiles.
10 Porque si alguien te ve a ti, hombre entendido, sentado a una mesa en un templo de ídolos, ¿no le impulsará su conciencia, débil, a comer alimentos sacrificados a los ídolos?
11 Y así, el débil se pierde por tu conocimiento, este hermano por quien Cristo murió.
12 Al pecar de esta manera contra vuestros hermanos, y al violar su conciencia aún débil, pecáis contra Cristo.
13 Por tanto, si la comida hace tropezar a mi hermano, me abstendré de comer carne para siempre, para no hacerlo tropezar.

Capítulo 9

1 ¿Acaso no soy libre? ¿Acaso no soy apóstol? ¿Acaso no he visto a Jesús, nuestro Señor? ¿Acaso no eres mi obra en el Señor?
2 Si no soy apóstol para otros, ciertamente lo soy para vosotros, porque vosotros sois el sello de mi apostolado en el Señor.
3. Esa es mi respuesta a mis detractores.
4. ¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber?
5 ¿No tenemos derecho a llevar con nosotros a una hermana, como lo hacen los demás apóstoles, los hermanos del Señor y Cefas?
6 ¿O acaso somos los únicos, Bernabé y yo, que no tenemos derecho a no trabajar?
7 ¿Quién ha llevado armas a su costa? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién apacienta un rebaño y no se alimenta de su leche?
8 ¿Acaso digo estas cosas según los hombres, y no las dice también la Ley?
9 Porque escrito está en la Ley de Moisés: »No pondrás bozal al buey mientras trilla». ¿Le importan a Dios los bueyes?
10 ¿No es enteramente por nuestro bien que habla así? Sí, por nuestro bien fue escrito: el que ara, que are con esperanza; y el que trilla, que trille con la esperanza de participar de la cosecha.
11 Si hemos sembrado semillas espirituales entre vosotros, ¿es tan importante que cosechemos semillas materiales de vosotros?
12 Si otros ejercen este derecho sobre ustedes, ¿por qué no nosotros mismos? Sin embargo, no hemos ejercido este derecho; antes bien, lo soportamos todo para no poner tropiezo al evangelio de Cristo.
13 ¿No sabéis que los que realizan funciones sagradas reciben su alimento del templo, y que los que sirven en el altar participan de lo que se ofrece en el altar?
14 De la misma manera, el Señor ha mandado a los que predican el evangelio que vivan según el evangelio.

15 Por mi parte, no he hecho valer ninguno de estos derechos, y no es para reclamarlos a mi favor que escribo esto: mejor me sería morir que dejarme privar de este título de gloria.
16 Si predico el evangelio, no lo hago para mi propia gloria, sino para cumplir con mi deber; ¡y ay de mí si no lo predico!
17 Si lo hiciera por mi propia voluntad, merecería una recompensa; pero lo hago por orden, así que es un encargo que se me ha confiado.
18 ¿Cuál es, pues, mi recompensa? Que al predicar el Evangelio, lo ofrezco gratuitamente, sin ejercer mi derecho como predicador del Evangelio.

19 Pues aunque soy libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a muchos de ellos.
20 Para los judíos me hice como judío, para ganar a los judíos;
21 a los que están bajo la Ley, como si yo estuviera bajo la Ley (aunque no estoy bajo la Ley), para ganar a los que están bajo la Ley; a los que no están bajo la Ley, como si yo no estuviera bajo la Ley (aunque no estoy bajo la Ley de Dios, sino bajo la Ley de Cristo), para ganar a los que no están bajo la Ley.
22 Me hice débil con los débiles para poder vencer a los débiles; me hice todo para todos para poder salvarlos a todos.
23 Todo lo hago por causa del evangelio, para participar de sus bendiciones.

24 ¿No sabéis que en las carreras todos corren, pero solo uno obtiene el premio? Corred también vosotros, para que obtengáis el premio.
25 Quien quiera competir deberá abstenerse de todo: ellos por una corona perecedera, pero nosotros por una imperecedera.
26 Por mi parte, yo también corro, no como quien corre sin rumbo; golpeo, no como quien golpea el aire.
27 Pero disciplino mi cuerpo y lo mantengo en cautiverio, no sea que, después de haber predicado a otros, yo mismo quede descalificado.

Capítulo 10

1 Porque no quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos pasaron a través del mar,
2 y que todos ellos fueron bautizados en Moisés en la nube y en el mar;
3 que todos comían el mismo alimento espiritual,
4 y que todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los acompañaba, y esa roca era Cristo.
5 Sin embargo, Dios no se complació en la mayoría de ellos, ya que sus cuerpos fueron esparcidos por el desierto.

6 Ahora bien, estas cosas eran símbolos de lo que nos está sucediendo, para que no tengamos deseos pecaminosos, como ellos los tuvieron.,
7 y que no os hagáis idólatras, como algunos de ellos lo fueron, como está escrito: »El pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantó a jugar«.« 
8 No nos entreguemos a la inmoralidad sexual, como algunos de ellos lo hicieron; y en un solo día cayeron veintitrés mil de ellos.
9 No pongamos a prueba a Cristo, como algunos de ellos lo hicieron, y fueron muertos por serpientes.
10 No murmuréis como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por los golpes del Exterminador.
11 Todas estas cosas les sucedieron en símbolos, y fueron escritas para nuestra instrucción, a quienes han alcanzado los últimos tiempos.
12 Así que, el que crea estar firme, tenga cuidado, no sea que caiga.
13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a todos. Pero Dios es fiel; no permitirá que seáis tentados más allá de lo que podáis resistir. Más bien, junto con la tentación os dará también la salida, para que podáis soportarla.

14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.
15 Os hablo como a hombres inteligentes; juzgad por vosotros mismos lo que digo.
16 ¿No es la copa de bendición que bendecimos la comunión de la sangre de Cristo? ¿Y no es el pan que partimos la comunión del cuerpo de Cristo?

17 Porque hay un solo pan, nosotros somos un solo cuerpo, aunque somos muchos; pues todos participamos de un mismo pan.
18 Considerad a Israel según la carne: ¿acaso los que comen de los sacrificios no participan del altar?
19 ¿Qué significa esto? ¿Que la carne sacrificada a los ídolos es algo, o que un ídolo es algo?
20 De nada; Digo que lo que los paganos ofrecen como sacrificio lo ofrecen a los demonios y no a Dios; y no quiero que ustedes participen con los demonios.
21 No puedes beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios; no puedes participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.
22 ¿Queremos provocar los celos del Señor? ¿Somos más fuertes que él?

23 Todo está permitido, pero no todo conviene; todo está permitido, pero no todo edifica.
24 Que nadie busque su propio beneficio, sino el de los demás.
25 Comed de todo lo que se vende en el mercado, sin cuestionar nada por motivos de conciencia;
26 porque "del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella".» 
27 Si un incrédulo te invita y quieres ir, come lo que te pongan delante sin preguntar nada por motivos de conciencia.
28 Pero si alguien te dice: “Esto ha sido ofrecido en sacrificio [a los ídolos]”, no lo comas, tanto por temor a quien te lo dijo como por motivos de conciencia.
29 Me refiero a la conciencia, no a la tuya, sino a la de otro. ¿Por qué, pues, habría de ser juzgada mi libertad por una conciencia ajena?
30 Si como con gratitud, ¿por qué se me culpará por algo por lo que doy gracias?

31 Así pues, ya sea que comáis o bebáis, o cualquier otra cosa que hagáis, hacedlo todo para la gloria de Dios.
32 No ofendáis a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios.
33 De la misma manera, procuro en todo agradar a todos, no buscando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que sean salvos.

Capítulo 11

1 Sean imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo.

2 Os alabo, [mis hermanos], porque en todo os acordáis de mí, y porque guardáis mis instrucciones tal como os las di.
3 Pero quiero que entiendan que la cabeza de todo hombre es Cristo, la cabeza de la mujer es el hombre, y la cabeza de Cristo es Dios.
4 Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta deshonra su cabeza.
5 Toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta deshonra su cabeza; es como la que se rapa la cabeza.
6 Si una mujer no se cubre con velo la cabeza, Que también se cortó el pelo. Pero si es vergonzoso para una mujer llevar el pelo corto o la cabeza rapada, que se cubra la cabeza.
7 El varón no debe cubrirse la cabeza, porque es imagen de la gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del hombre.
8 Porque el hombre no procede de la mujer, sino la mujer del hombre;
9 Porque el hombre no fue creado para la mujer, sino la mujer para el hombre.
10 Por esta razón, la mujer debe llevar sobre su cabeza una señal de autoridad, por causa de los ángeles.
11 Sin embargo, en el Señor, ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre es independiente de la mujer.
12 Porque así como la mujer procede del hombre, también el hombre nace de la mujer, y todo proviene de Dios.
13 Juzguen ustedes mismos: ¿Es apropiado que una mujer ore a Dios con la cabeza descubierta?
14 ¿Acaso la naturaleza misma no nos enseña que es una vergüenza para un hombre llevar el pelo largo?,
15 ¿Acaso el cabello largo no es una gloria para la mujer, porque le fue dado como velo?
16 Si alguien quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni tampoco las iglesias de Dios.

17 Pero al recomendaros este punto, no pretendo elogiaros por reuniros, no para vuestro beneficio, sino para vuestro daño.
18 Y en primer lugar, oigo que cuando os reunís en asamblea hay divisiones entre vosotros, —y en parte lo creo;
19 Porque es necesario que haya divisiones entre vosotros, para que se manifiesten entre vosotros los verdaderos hermanos, —
20 Por lo tanto, cuando se reúnen, ya no celebran la Cena del Señor;
21 Porque en la mesa, cada uno va primero a comer su propia comida, de manera que algunos pasan hambre, mientras que otros se hartan.
22 ¿Acaso no tienen casas donde comer y beber? ¿O desprecian la iglesia de Dios e insultan a los que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Que los alabo? ¡No! No los alabo por esto.

23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he transmitido, saber, que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan,
24 Y después de dar gracias, lo partió y dijo: »Tomen y coman; esto es mi cuerpo, [que será entregado] por ustedes; hagan esto en memoria mía«.« 
25 De la misma manera, después de la cena, tomó la copa y dijo: »Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que la beban, en memoria de mí«.« 
26 Porque cada vez que comáis este pan y bebáis esta copa, anunciáis la muerte del Señor hasta que él venga.
27 Por tanto, cualquiera que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.
28 Examínese, pues, cada uno a sí mismo, y coma así de este pan y beba de esta copa;
29 Porque el que come y bebe [indignamente], sin discernir el cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación.
30 Por eso muchos de ustedes están débiles y enfermos, y algunos incluso han muerto.
31 Si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.
32 Pero el Señor nos juzga y nos castiga, para que no seamos condenados con este mundo.

33 Por lo tanto, hermanos míos, cuando se reúnan para comer, espérense unos a otros.
34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, para que no os juntéis para vuestra condenación.

Me ocuparé de lo demás cuando llegue. en tu casa.

Capítulo 12

1 Ahora bien, hermanos míos, en cuanto a los dones espirituales, no quiero que ignoréis.
2 Sabéis que cuando erais paganos, os dejasteis llevar por los ídolos mudos, como si fuéramos llevados allí.
3 Quiero que sepan que nadie que hable por el Espíritu de Dios jamás dirá: »Jesús es maldito»; y nadie puede decir: “Jesús es el Señor” sino por el Espíritu Santo.

4 Ahora bien, hay diferentes clases de dones, pero el mismo Espíritu los distribuye;
5 diversidad de ministerios, pero es el mismo Señor;
6. Hay diferentes tipos de operaciones, pero es el mismo Dios quien las realiza todas en cada persona.
7 A cada uno se le da la manifestación del Espíritu para su beneficio. municipio.
8 Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría, y a otro palabra de conocimiento, según el mismo Espíritu;
9 a otro la fe, por el mismo Espíritu; a otro el don de sanidad por ese mismo y único Espíritu;
10 a otro el poder de hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, hablar en lenguas; a otro, interpretación de lenguas.
11 Pero es el mismo Espíritu quien produce todos estos dones, repartiéndolos a cada uno en particular, como él quiere.

12 Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, aunque son muchos, son un solo cuerpo, así también es Cristo.
13 Porque todos fuimos bautizados por un solo Espíritu en un solo cuerpo, ya seamos judíos o griegos, esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber del mismo Espíritu.
14 Así pues, el cuerpo no es un solo miembro, sino Está compuesto de varios.
15 Si el pie dijera: »Como no soy mano, no soy del cuerpo«, ¿sería por eso menos del cuerpo?
16 Y si la oreja dijera: »Como no soy ojo, no soy del cuerpo«, ¿acaso sería menos del cuerpo por eso?
17 Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿dónde estaría el sentido del oído? Si fuera enteramente oído, ¿dónde estaría el sentido del olfato?
18 Pero Dios colocó cada uno de los miembros en el cuerpo como él quería.
19 Si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?
20 Así pues, hay varios miembros y un solo cuerpo.
21 El ojo no puede decirle a la mano: »No te necesito»; ni la cabeza puede decirle a los pies: »No los necesito«.« 
22 Por el contrario, las partes del cuerpo que parecen más débiles son más necesarias;
23 Y a los que consideramos menos honorables del cuerpo, a los que tratamos con mayor honor, los tratamos con mayor decencia. Así, a nuestros miembros menos honestos, los tratamos con la mayor decencia.,
24 mientras que nuestras partes honestas no lo necesitan. Dios ha dispuesto el cuerpo de tal manera que se dé mayor respeto a lo que es menos digno,
25 para que no haya división en el cuerpo, sino que sus miembros tengan igual preocupación los unos por los otros.
26 Y si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; si un miembro es honrado, todos los miembros se alegran con él.

27 Ustedes son el cuerpo de Cristo, y eres sus miembros, cada uno por su parte.
28 Dios ha puesto en la iglesia, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego, los que tienen dones {para hacer milagros}, para sanar, para ayudar, para gobernar, para hablar en diferentes clases de lenguas.
29 ¿Acaso son todos apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos maestros?
30 ¿Acaso todos ellos obran milagros? ¿Acaso todos poseen el don de la sanación? ¿Acaso todos hablan en lenguas? ¿Acaso todos interpretan?

31 Aspira a dones superiores. Te mostraré un camino superior a todos los demás.

Capítulo 13

1 Si hablo en lenguas humanas y angélicas, pero no tengo caridad, Soy un metal resonante o un címbalo que resuena.
2 Aunque tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo el conocimiento, y aunque tengo toda la fe, de tal manera que podría trasladar montañas, y sin embargo no puedo caridad, No soy nada.
3 Si tuviera que repartir todos mis bienes para dar de comer a los pobres, si tuviera que entregar mi cuerpo para ser quemado, y si no fuera por mí, no sería por mí mismo. caridad, Nada de esto me sirve de nada.

4 Caridad Ella es paciente, ella es buena; caridad no tiene envidia, caridad No es imprudente, no está henchida de orgullo;
5 Ella no hace nada indebido, no busca su propio interés, no se enoja fácilmente, no considera el mal;
6 Ella no se deleita en la injusticia, sino que se regocija en la verdad;
7. Ella lo excusa todo, lo cree todo, lo espera todo, lo soporta todo.

8 Caridad Jamás desaparecerán. En cuanto a las profecías, cesarán; en cuanto a las lenguas, se callarán; en cuanto al conocimiento, llegará a su fin.
9 Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;
10 Porque cuando llega lo perfecto, lo que es en parte llega a su fin.
11 Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; cuando llegué a ser hombre, dejé atrás las cosas de niño.
12 Ahora vemos en un espejo, oscuramente, pero entonces Ya veremos cara a cara; hoy conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.

13 Ahora permanecen estas tres: la fe, la esperanza y el amor; pero el mayor de ellos es el amor.

Capítulo 14

1. Buscar caridad. Aspirar sin embargo a los dones espirituales, pero especialmente al de profecía.
2 Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, ya que habla misterios por el Espíritu.
3 Pero el que profetiza habla a los hombres, edificándolos, exhortándolos, consolándolos.
4 El que habla en lenguas se edifica a sí mismo; el que profetiza edifica a la iglesia [de Dios].
5 Quiero que todos ustedes hablen en lenguas, pero aún más quiero que profeticen. Porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a menos que este último interprete. lo que dijo, para que la Iglesia reciba edificación de ello.

6 Ahora bien, hermanos, ¿de qué les serviría que yo fuera a ustedes hablando en lenguas, si no les hablara por revelación, o por conocimiento, o por profecía, o por enseñanza?
7 Si los objetos inanimados que producen un sonido, como una flauta o un arpa, no emiten sonidos distintos, ¿cómo sabremos qué se está tocando en la flauta o en el arpa?
8 Y si la trompeta da un sonido confuso, ¿quién se preparará para la batalla?
9 De igual modo, si no habláis con claridad con vuestra lengua, ¿cómo se oirá lo que decís? Estaréis hablando al aire.
10 Por muy numerosos que sean los idiomas en el mundo, ninguno consiste en sonidos ininteligibles.
11 Por tanto, si no conozco el valor del sonido, seré un bárbaro para el que habla, y el que habla será un bárbaro para mí.
12 Así también vosotros, puesto que deseáis dones espirituales, debéis esforzaros por sobresalir en ellos para la edificación de la iglesia.

13 Por lo tanto, el que habla en lenguas, ore por recibir la donación interpretar.
14 Porque si oro en lenguas, mi espíritu ora, pero mi mente queda sin fruto.
15 ¿Qué haré entonces? Oraré con el espíritu, pero también oraré con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero también cantaré con el entendimiento.
16 De otro modo, si den gracias con el espíritu, ¿cómo responderá »Amén» a su acción de gracias alguien que es del pueblo, puesto que no entiende lo que ustedes dicen?
17 Tu himno de acción de gracias es sin duda muy hermoso; pero él no se edifica con él.
18 Doy gracias a mi Dios porque hablo en lenguas más que todos vosotros;
19 Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lenguas.
20 Hermanos, no sean niños en su manera de pensar, sino niños en su maldad, y maduros en su manera de pensar.

21 Está escrito en la Ley: »En lenguas extranjeras y con labios extraños hablaré a este pueblo, pero ni aun así me escucharán, dice el Señor«.« 
22 Así pues, las lenguas son una señal, no para los creyentes, sino para los incrédulos; la profecía, en cambio, es una señal, No para los incrédulos, sino para los creyentes.
23 Por tanto, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran personas no iniciadas o incrédulas, ¿no dirán que están locos?
24 Pero si todos profetizan, y entra un incrédulo o un no iniciado, será condenado por todos, será juzgado por todos,
25 Los secretos de su corazón quedan al descubierto, para que, postrándose sobre su rostro, adore a Dios y proclame que Dios está verdaderamente en medio de vosotros.

26 ¿Qué haremos entonces, hermanos míos? Cuando os reunís, uno de vosotros tiene un himno, otro una enseñanza, otro una revelación, otro el hablar en lenguas, otro la interpretación; todo esto se hace para edificar.
27 Si hablan en lenguas, que sean a lo sumo dos o tres a la vez, por turno, y que haya un intérprete;
28 Si no hay intérprete, que guarden silencio en la asamblea y hablen entre sí y con Dios.
29 En cuanto a los profetas, que hablen dos o tres, y que los demás juzguen;
30 y si otro de los que están sentados tiene una revelación, que el primero guarde silencio.
31 Porque todos vosotros podéis profetizar uno tras otro, para que todos sean instruidos y todos sean exhortados.
32 Ahora bien, los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas,
33 Porque Dios no es un Dios de desorden, sino de paz.

Como ha sido el caso en todas las iglesias de los santos,
34 Que vuestras mujeres permanezcan en silencio en las asambleas, porque no les está permitido hablar, sino que sean sumisas, como también lo dice la Ley.
35 Si quieren aprender algo, que pregunten a sus maridos en casa; porque no es apropiado que una mujer hable en la asamblea.

36 ¿La palabra de Dios provino de ustedes? ¿O solo a ustedes les ha llegado?
37 Si alguien piensa que es profeta o rico en dones espirituales, reconozca que estas cosas que les he escrito son mandamientos del Señor.
38 Y si quiere ignorarlo, que lo ignore.

39 Por tanto, hermanos míos, anhelen fervientemente el don de profecía y no impidan hablar en lenguas.
40 Pero que todo se haga correctamente y en orden.

Capítulo 15

1 Ahora os recuerdo, hermanos, el evangelio que os prediqué, el cual recibisteis, en el cual os habéis mantenido firmes,
2 y por la cual también sois salvos, si os aferráis a la palabra que os prediqué; a menos que hayáis creído en vano.
3 Porque primeramente os enseñé lo que yo mismo aprendí: que Cristo murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras;
4 que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;
5 y que se apareció a Cefas, y después a los Doce.
6 Después de esto, se apareció de repente a más de quinientos hermanos, la mayoría de los cuales aún viven, y algunos ya han muerto.
7 Después se apareció a Jacobo, y luego a todos los apóstoles.
8 Después de todos ellos, también se me apareció a mí como a un nacido fuera de tiempo.
9 Porque yo soy el menor de los apóstoles, indigno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.
10 Por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no fue en vano; al contrario, trabajé más que todos ellos, aunque no fui yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
11 Así pues, ya sea yo o ellos, esto es lo que predicamos, y esto es lo que vosotros creísteis.

12 Ahora bien, si se predica que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo pueden algunos de ustedes decir que no hay resurrección de los muertos?
13 Si no hay resurrección de los muertos, entonces Cristo tampoco ha resucitado.
14 Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación es vana, y vana también vuestra fe.
15 Resulta que también nosotros somos falsos testigos acerca de Dios, porque hemos testificado contra él que resucitó a Cristo de entre los muertos, cuando no lo resucitó si es cierto que los muertos no resucitan.
16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado.
17 Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.,
18 y por consiguiente, también los que durmieron en Cristo se perdieron.
19 Si nuestra esperanza en Cristo se limita a esta vida, somos los más dignos de lástima de todos los hombres.

20 Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos; él es las primicias de los que durmieron.
21 Porque así como la muerte vino por un hombre, así también vendrá el Señor. la resurrección fallecidos.
22 Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán vivificados.,
23 Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego, en su venida, los que son de Cristo.
24 Entonces será el fin, cuando él entregue el reino a Dios el Padre, después de haber destruido todo principado, todo poder y toda fuerza.
25 Porque es necesario que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos bajo sus pies.» 
26 El último enemigo que habrá que destruir es la muerte,
27 porque Dios ha sometido todo bajo sus pies. Pero cuando Sagrada Escritura Él dice que todo le ha sido sometido, es evidente que está exceptuado aquel que ha sometido todas las cosas a sí mismo.
28 Y cuando todas las cosas le hayan sido sometidas, entonces el Hijo mismo rendirá homenaje al que le sometió todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.

29 De otro modo, ¿qué harán los que son bautizados por los muertos? Si los muertos no resucitan de ninguna manera, ¿por qué son bautizados por ellos?
30 ¿Y por qué estamos nosotros mismos en peligro a cada hora?
31 Cada día me enfrento a la muerte, de verdad, hermanos míos, así como vosotros sois mi gloria en Cristo Jesús nuestro Señor.
32 Si luché contra las fieras en Éfeso por motivos puramente humanos, ¿qué gané? Si los muertos no resucitan, »comamos y bebamos, que mañana moriremos«.« 
33 No se dejen seducir: »Las malas compañías corrompen las buenas costumbres«.« 
34 Recapaciten, en serio, y no pequen; porque hay algunos que ignoran a Dios, lo digo para su vergüenza.

35 Pero alguien preguntará: “¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vendrán?”
36 ¡Necio! Lo que siembres no cobrará vida a menos que muera primero.
37 Y lo que siembras no es el cuerpo que un día será; es simplemente un grano, ya sea de trigo o de alguna otra semilla:
38 Pero Dios le da un cuerpo como él ha querido, y a cada semilla le da su propio cuerpo.

39 No toda carne es la misma carne; una es la carne de los hombres, otra la de los animales de cuatro patas, otra la de las aves y otra la de los peces.
40 Hay también cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero el brillo de los cuerpos celestes es de naturaleza diferente al de los cuerpos terrestres:
41 Una cosa es el brillo del sol, otra el de la luna, y otra el de las estrellas; incluso una estrella difiere en brillo de otra.
42 Esto también se aplica a la resurrección de los muertos. Sembrado en la corrupción, el cuerpo resucita, incorruptible;
43 Sembrado en vergüenza, resucita en gloria; sembrado en debilidad, resucita en poder;
44. Se siembra como cuerpo animal, se cría como cuerpo espiritual.

Si existe un cuerpo animal, también existe un cuerpo espiritual.
45 Es en este sentido que está escrito: "El primer hombre, Adán, fue hecho alma viviente"; el último Adán fue hecho espíritu vivificante.
46 Pero lo espiritual no vino primero, sino lo natural; después vino lo espiritual.
47 El primer hombre era de la tierra, es de la tierra; el segundo es del cielo.
48 Como es lo terrenal, así son los terrenales; y como es lo celestial, así son los celestiales.
49 Y así como hemos llevado la imagen del terrenal, también llevaremos la imagen del celestial.
50 Lo que digo, hermanos, es esto: ni la carne ni la sangre pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción heredará la incorruptibilidad.

51 He aquí un misterio que os revelo: No todos nos dormiremos, pero todos seremos transformados,
52 en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al sonido de la última trompeta, porque sonará la trompeta y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
53 Porque es necesario que este cuerpo corruptible se vista de incorruptibilidad, y que este cuerpo mortal se vista de inmortalidad.

54 Cuando este cuerpo corruptible se haya vestido de incorruptibilidad, y este cuerpo mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: »La muerte ha sido devorada por la victoria«.« 
55 »Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?« 
56 Ahora bien, el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley.
57 ¡Pero gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!

58 Por tanto, mis amados hermanos, manténganse firmes, inquebrantables, siempre abundando en la obra del Señor, sabiendo que en el Señor su trabajo no es en vano.

Capítulo 16

1 En cuanto a la colecta para los santos, también debéis seguir las instrucciones que di a las iglesias de Galacia.
2 El primer día de la semana, cada uno de ustedes deberá apartar lo que pueda ahorrar, para que no sea necesario hacer colectas hasta mi llegada.
3 Y cuando yo llegue, enviaré con cartas a aquellos que tú has designado, para que lleven tus regalos a Jerusalén.
4 Si es apropiado que yo vaya solo, ellos harán el viaje conmigo.

5 Iré a vosotros cuando haya pasado por Macedonia; porque solo pasaré por ella;
6 pero tal vez me quede contigo, o incluso pase allí el invierno, para que puedas acompañarme adondequiera que tenga que ir.
7 No quiero verte esta vez solo De paso, pero espero poder quedarme con ustedes un tiempo, si Dios lo permite.
8 Sin embargo, permaneceré en Éfeso hasta Pentecostés;
9 porque se me abre una puerta, ancha y eficaz, y muchos son los adversarios.

10 Si Timoteo viene a ustedes, procuren que no tenga miedo entre ustedes, porque está haciendo la obra del Señor, igual que yo.
11 Por lo tanto, que nadie lo desprecie. Acompáñenlo en paz, para que pueda venir a mí, pues lo estoy esperando con los hermanos.

12 En cuanto a nuestro hermano Apolos, le rogué mucho que viniera con los hermanos, pero se negó rotundamente a hacerlo ahora; irá cuando encuentre la oportunidad.

13 Manténganse alerta, permanezcan firmes en la fe, sean hombres, sean fuertes.

14 Que todo se haga en tu casa en caridad.

15 Os lo ruego de nuevo, hermanos. Sabéis que la familia de Estéfanas fueron los primeros conversos en Acaya, y que se dedicaron al servicio de los santos:
16 A su vez, muestren respeto a los hombres de este mérito, y a todos los que cooperan y trabajan en el mismo empeño.
17 Me alegra la presencia de Estéfanas, Fortunato y Acaya; ellos han suplido tu ausencia,
18 Porque ellos han tranquilizado mi mente y la tuya. Por lo tanto, valora a tales hombres.

19 Las iglesias de Asia les envían saludos. Aquila y Priscila, junto con la iglesia que se reúne en su casa, les envían un cordial saludo en el Señor.
20 Todos los hermanos os saludan. Salúdense unos a otros con un beso santo.

21 El saludo está en mi propia mano, la de Pablo.

22 Si alguno no ama al Señor, ¡sea anatema!

MARAN ATHA.

23 ¡Que la gracia del Señor Jesús esté con vosotros! Mi amor está con todos vosotros en Jesucristo [Amén!].

Agustín Crampón
Agustín Crampón
Augustin Crampon (1826–1894) fue un sacerdote católico francés, conocido por sus traducciones de la Biblia, en particular una nueva traducción de los Cuatro Evangelios acompañada de notas y disertaciones (1864) y una traducción completa de la Biblia basada en los textos hebreo, arameo y griego, publicada póstumamente en 1904.

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