«El reino de Dios está entre vosotros» (Lucas 17:20-25)

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Evangelio de Jesucristo según San Lucas

En aquel tiempo, cuando los fariseos preguntaron a Jesús cuándo llegaría el reino de Dios, él les respondió: «La venida del reino de Dios no se verá con señales visibles. Ni se dirá: «¡Miren!» o «¡Allí está!». Porque en verdad, el reino de Dios está entre ustedes».»

Entonces dijo a sus discípulos: «Llegarán días en que anhelarán ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo verán. Les dirán: «¡Ahí está!» o «¡Aquí está!». No vayan tras ellos ni se apresuren a perseguirlos. Porque así como el relámpago ilumina el cielo de horizonte a horizonte, así será el Hijo del Hombre en su día».

Pero primero, deberá soportar un gran sufrimiento y ser rechazado por esta generación.»

Reconocer el reino de Dios en el presente

Cómo experimentar la presencia de Dios entre nosotros hoy, aquí y ahora, según las enseñanzas de Jesús.
El Reino de Dios: un misterio que a menudo se percibe como lejano, futuro, casi abstracto. Sin embargo, Jesús afirma que ya está «entre nosotros». ¿Cómo podemos comprender esta cercanía divina? Y, sobre todo, ¿cómo podemos experimentarla en el ritmo concreto de nuestros días? Este mensaje se dirige a quienes buscan unir fe, vida y esperanza mediante el redescubrimiento del Reino como una presencia activa e interior. Es un camino para reconocer a Dios obrando justo donde estamos.

  • Contexto evangélico: el Reino, esquivo pero presente
  • Análisis: un discurso que transita de lo visible a lo espiritual.
  • Despliegue: tres áreas clave para comprender la presencia del Reino
  • Aplicaciones prácticas: fe, vida social y misión
  • Significado espiritual: en la tradición de Cristo viviendo en nosotros
  • Meditación: De pie en el centro del Reino
  • Desafíos contemporáneos: las ilusiones modernas de "otro lugar"«
  • Oración litúrgica: invocando la luz del reino interior
  • Conclusión: pasar de una perspectiva distante a una presencia activa
  • Habilidades prácticas: gestos sencillos de la vida en el Reino
  • Referencias bíblicas y teológicas esenciales

Entre el cielo y la tierra: la ubicación del texto

Un Reino que ya está aquí y que aún está por venir

Cuando los fariseos le preguntan a Jesús cuándo llegará el reino de Dios, su pregunta refleja una expectativa política, religiosa y escatológica. En el contexto del judaísmo del siglo I, reinar significaba soberanía visible: dominio sobre los enemigos, la restauración del templo, paz Prometido por los profetas, la respuesta de Jesús desafía esta expectativa: cambia el centro de gravedad. Elimina la dimensión espectacular del Reino para restaurar su esencia espiritual. Este reinado no es un poder nuevo, sino una presencia que debe ser reconocida.

Luc sitúa este episodio en el centro de una serie de lecciones sobre la discernimiento espiritual. El Reino no vendrá como un acontecimiento observable, dice Jesús. Ya está aquí: «en medio de vosotros». En griego, la expresión también puede leerse como «en vosotros», lo que refuerza el doble significado del mensaje: Dios reina en el corazón de la comunidad y en lo más profundo de cada alma.

La segunda parte del pasaje, dirigida a los discípulos, introduce una tensión entre el presente y el futuro. El Reino ya está aquí, pero el Hijo del Hombre aún debe sufrir antes de que su día irrumpa como un relámpago. Esta paradoja subyace a toda la teología de Lucas: la promesa ya se está cumpliendo en secreto, pero alcanzará su plenitud en la Parusía.

Al leerlo nuevamente a la luz de Juan 15:5 —«Yo soy la vid, vosotros los sarmientos»— el texto cobra una forma tangible. El Reino de Dios no es una institución externa; es el fluir de la vida divina dentro de nosotros. Quienes permanecen en Cristo dan fruto; quienes se separan de Él se marchitan. En la viña del Reino, cada sarmiento participa del mismo fluir de la savia. El Reino de Dios es esta vida que conecta, esta unión de lo divino y lo humano en amar activo.

Así, las palabras de Jesús desafían las expectativas: el Reino no es algo que se espera, sino algo que se habita. Es una realidad que se encarna ahora mismo, en el misterio de una presencia humilde, silenciosa, pero real.

Análisis: Palabras que cambian perspectivas

Lo visible engaña, lo invisible revela

La idea central de esta enseñanza es una revolución de perspectiva. Donde la humanidad busca signos externos, Jesús señala una presencia interior. Donde nosotros esperamos el triunfo, él señala la comunión.

En primer lugar, Jesús rechaza cualquier interpretación espectacular del Reino. «No se dirá: »¡Miren aquí!” o “¡Miren allá!”». En otras palabras, nadie puede poseer, limitar ni manipular el reino divino. Este rechazo al control ilumina una verdad espiritual: Dios no se presenta como un objeto de observación, sino como una relación de amor. El ojo que quiere ver se ciega; el corazón que se abre recibe.

En segundo lugar, la expresión «en medio de vosotros» enfatiza la presencia encarnada. En la figura de Cristo, el reino ya está manifestado. Jesús mismo, mediante su presencia viva, es el Reino personificado. En él, el cielo toca la tierra, la historia se ilumina con la eternidad. El Reino no es un lugar: es alguien.

En tercer lugar, el resto del pasaje afirma que el Hijo del Hombre debe sufrir primero. Este anuncio fundamenta el Reino en la cruz. No hay reinado sin el paso por la pasión. Este vínculo entre gloria y sufrimiento estructura la fe cristiana: reside en la vulnerabilidad de amar que se manifiesta el poder de Dios. El Reino presente entre nosotros no es, por lo tanto, una victoria humana, sino la presencia discreta de la salvación en acción.

Todo el texto revela una lógica de interioridad, paciencia y transformación. Ya no se trata de esperar un Reino de dominación, sino de reconocer un Reino de relación, uno que crece silenciosamente, a través de... lealtad, merced, paz compartido.

«El reino de Dios está entre vosotros» (Lucas 17:20-25)

El Reino como la presencia real de Cristo dentro de uno mismo

Recibir este mensaje es comprender que Dios no está ausente del mundo. El Cristo vivo sigue morando en quienes creen. El Reino no es una esperanza futura, sino una presencia presente en nosotros: Dios se acerca hasta el punto de morar en nuestro interior.
En la oración, en caridad, En la Eucaristía, el corazón se convierte en la sede del reino de Dios. No se trata principalmente de un cambio externo, sino de una metamorfosis interior: Dios reina donde amar reinado. San Pablo dirá: «Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí». La presencia del Reino se convierte en el aliento diario del creyente.

El Reino como comunidad viva

Jesús habla “en medio de vosotros”. No reduce el Reino a una experiencia solitaria. El reinado de Dios se manifiesta en una comunidad: donde dos o tres se reúnen en su nombre. Se encarna en fraternidad compartidos, en gestos de atención mutua, en perdón dado y recibido.
Reconocer el Reino hoy significa discernir a Dios en nuestras relaciones: en una familia reconciliada, una amistad restaurada, un compromiso compartido con Dios. servicio a los pobres. El Reino es el tejido relacional transfigurado por caridad.

El Reino como una esperanza dinámica

Cristo también anuncia el día en que “el Hijo del Hombre” aparecerá como un relámpago. Aunque el Reino ya está aquí, aún no se ha manifestado plenamente. Esta tensión mantiene viva la fe. Impide que el creyente se estanque en la mera contemplación.
El Reino presente nos llama a la acción. Nos llama a edificar, sanar, enseñar y amar, hasta que todo se recapitula en Cristo. Así, cada acto de justicia, cada acto de cuidado, cada acto de perdón se convierte en semilla del Reino. No lo esperamos pasivamente: colaboramos en él.

Aplicaciones prácticas: vivir desde el Reino hoy

Hacer que Dios reine en cada ámbito de la vida

En la vida personal
Meditar en esta palabra es pasar del “después” al “ahora”. Acoger a Dios en nuestro interior es transformar el momento presente en un lugar de eternidad. Una sencilla oración, una palabra de paz, un silencio lleno de presencia se convierten en sacramentos del Reino.

En la vida familiar
El Reino se revela en la ternura compartida, en la capacidad de perdonar tras una disputa, en la elección de servir en lugar de dominar. Donde amar Dios ya está vivo, Dios ya reina.

En la vida profesional
Trabajar con espíritu británico significa buscar la justicia y la cooperación por encima del rendimiento. Significa reconocer en cada colega la dignidad divina que le confiere.

En la vida social
El Reino inspira actos concretos de solidaridad. Impulsa a la Iglesia y a cada creyente a solidarizarse con los más pobres. Este reinado sitúa a la persona, no el lucro, en el centro de todo.

En la vida espiritual
Quien permanece en Cristo, como el sarmiento en la vid, deja que su vida dé fruto. La oración se convierte en escucha; los sacramentos, canales del reinado ya activo.

«El reino de Dios está entre vosotros» (Lucas 17:20-25)

Resonancias: tradición y alcance teológico

Un Reino interior, una teología de comunión

Desde los Padres de la Iglesia, esta palabra ha alimentado un profundo misticismo de la presencia.
Orígenes afirmaba: «Quien ora para que venga el Reino de Dios, ora para que nazca dentro de él». Agustín, en La ciudad de Dios, distingue el reino terrenal, marcado por amar de sí mismo, del Reino celestial, fundado en amar de Dios hasta el punto del desprecio a sí mismo. Gregorio de Nisa veía en el crecimiento del Reino un movimiento infinito: cuanto más avanza el alma, más descubre.

La teología contemporánea adopta esta visión desde otra perspectiva: el Reino no es un territorio, sino una relación. La presencia trinitaria se comunica; se comparte. Así, vivir el Reino es entrar en el corazón mismo de la comunión divina: el Padre que da, el Hijo que se entrega, el Espíritu que une.

En la liturgia, cada eucaristía Anuncia y realiza este misterio: Cristo se hace presente “en medio de nosotros”. Cada vez que decimos “Padre Nuestro”, pedimos que su reino venga, no desde fuera, sino desplegando lo ya sembrado.

Este es el mayor significado espiritual: Dios no reina por la fuerza, sino por el amor recibido. El creyente se convierte en ciudadano del Reino cada vez que vive. caridad de Cristo.

Pista de meditación

Título de la sección: “Entrando al Reino en Silencio”

  1. Elige un lugar tranquilo. Respira suavemente.
  2. Lee despacio: “El reino de Dios está en medio de vosotros”.
  3. Cierra los ojos y repite en silencio: “En medio de mí, Señor, tú reinas”.”
  4. Deja que la gratitud surja por una alegría, un encuentro, una paz recibida.
  5. Extiende este sentimiento a aquellos que llevamos en nuestro corazón.
  6. Pide la gracia de reconocer el Reino en los gestos sencillos del día a día.
  7. Finaliza con la señal de la cruz: no como un cierre, sino como un envío.

Desafíos actuales

Reconocer a Dios en un mundo destrozado

Nuestra época comparte la pregunta planteada por los fariseos: ¿Cuándo llegará el reinado? Muchos buscan señales visibles: progreso, crisis, convulsiones. Otros reducen el Reino a un ideal moral o estético. El peligro reside en la disociación entre la espiritualidad y la realidad cotidiana.

El creyente, sin embargo, está llamado a discernir de otra manera. El Reino de Dios no es la utopía de un mundo perfecto, sino la germinación de otro orden, invisible pero real. Esto exige una conversión de perspectiva, un aprendizaje del silencio. Donde uno se rinde al miedo o al cinismo, la tarea consiste en redescubrir una esperanza activa.

Otro desafío consiste en evitar confundir el Reino con un proyecto institucional. Las estructuras de la Iglesia sirven al Reino, pero no lo abarcan. El reinado sigue siendo superior a cualquier organización. Cristo reina incluso donde se cree que está ausente.

Finalmente, en la fractura de la mundo digital, Reconocer la presencia del Reino requiere cultivar un corazón receptivo. La superficialidad de la actividad constante nos aleja de contemplar el presente. Sin embargo, el Reino se experimenta en la realidad: en el rostro de un ser querido, en un encuentro auténtico, en el silencio de la oración.

Responder a estos desafíos significa afirmar que el reino de Dios sigue siendo el lugar de libertad interior y de fraternidad real. Ahí reside nuestra esperanza.

Oración

Oración por el reinado del corazón

Señor Jesús,
Tú que dijiste que tu Reino está en medio de nosotros,
Les damos la bienvenida en el silencio de este día.
Reina sobre nuestros pensamientos dispersos,
Basándonos en nuestras palabras apresuradas,
sobre nuestros miedos y dudas.

Haz de nuestros corazones un espacio de paz.
Concédenos amar sin medida,
servir sin demora,
creer sin ver.

Tú, vid de la vida, deja que tu savia divina fluya dentro de nosotros.
Que cada acción, cada relación,
Sean testigos de su presencia viviente.

Ven y reina, Señor, en la sencillez de nuestras vidas,
hasta el día en que vea el destello de tu regreso
iluminará todo el horizonte de la creación,
En alegría del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Conclusión

Elegir la presencia en lugar de la espera

El Reino de Dios no es un misterio por resolver, sino una presencia que acoger. Jesús transforma nuestra perspectiva: lo divino no se observa desde lejos, se experimenta en medio de nosotros. Participar de esta dinámica es aprender a reconocer el rostro de Dios en los detalles de la vida cotidiana, a transformar cada instante en un espacio del Reino.

Este mensaje llama a una transformación interior: dejar de esperar el espectáculo de Dios y, en cambio, consentir en su silenciosa intimidad. Ahí reside la verdadera libertad: vivir ahora como ciudadanos del Reino, en paz que nadie te puede quitar.

Práctica del Reino

  • Comienza cada mañana con un breve acto de presencia: diciendo: “Señor, tú reinas aquí”.”
  • Ofrecer un gesto de amor desinteresado sin esperar nada a cambio.
  • Lee un versículo del Evangelio y deja que resuene en tu interior durante todo el día.
  • Cultiva un espacio de silencio, aunque solo sean cinco minutos, para escuchar a tu corazón.
  • Transformar la obra En el servicio: ver en cada tarea una participación en el Reino.
  • Perdonar incondicionalmente, para liberar el flujo de la gracia.
  • Finaliza el día con una acción de gracias: “El Reino se ha acercado hoy”.”

Referencias

  1. Evangelio según San Lucas 17, 20-25.
  2. Evangelio según san Juan 15, 1-8.
  3. Orígenes, Homilías sobre Mateo, XXV.
  4. San Agustín, La ciudad de Dios, Libro XIX.
  5. San Gregorio de Nisa, Vida de Moisés.
  6. Catecismo de la Iglesia Católica, §2816-2821.
  7. José Ratzinger, Jesús de Nazaret, Volumen I.
  8. Henri Nouwen, El Reino Interior.
Vía Equipo Bíblico
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