El lunes 20 de octubre de 2025 será una fecha histórica en la lucha contra el abuso en la Iglesia Católica. Por primera vez desde su elección en mayo pasado, el Papa León XIV abrió las puertas del Vaticano a una organización internacional de víctimas y defensores de víctimas de abuso sexual en la Iglesia. Esta reunión con Ending Clergy Abuse (ECA) marca un importante punto de inflexión simbólico en la política de transparencia que el nuevo pontífice parece querer inculcar en su ministerio.
Una primera audiencia llena de símbolos
Un gesto de apertura sin precedentes
Esta reunión no es insignificante. Durante décadas, las víctimas de abusos en la Iglesia han exigido una audiencia directa, sin intermediarios ni filtros diplomáticos. Al recibir personalmente a los representantes de la ECA, León XIV envía una señal clara: la Iglesia está dispuesta a escuchar, a escuchar, y quizás finalmente a actuar con mayor radicalidad.
La delegación de la ECA, compuesta por víctimas de diferentes continentes y sus defensores, pudo presentar sus principales demandas directamente al Papa. En el centro de sus peticiones se encuentra el establecimiento de una política global de "tolerancia cero" para todos los casos de abuso, independientemente de la posición jerárquica del agresor.
El contexto de un pontificado naciente
León XIV, elegido hace tan solo cinco meses, está construyendo gradualmente su visión del ministerio petrino. Exmisionero en Perú, luego obispo en el mismo país antes de convertirse en una figura destacada de la Curia Romana, Robert Prevost —su nombre de pila— conoce bien la realidad sobre el terreno. Varios artículos de prensa han investigado cómo gestionó los casos de abuso mientras fue obispo. Si bien no hay pruebas que lo acusen de ocultar hechos, la lentitud de ciertos procedimientos canónicos bajo su supervisión ha suscitado dudas.
Este encuentro con ECA adquiere por tanto una dimensión particular: demuestra que ha escuchado estas críticas y que desea poner la protección de las víctimas en el centro de su pontificado.
Poner fin al abuso del clero: una red mundial de resistencia
La historia de una movilización internacional
Poniendo Fin al Abuso del Clero no es una organización como cualquier otra. Fundada por víctimas para víctimas, lleva varios años reuniendo a asociaciones de diferentes países que luchan contra los abusos cometidos por miembros del clero. Su labor no se limita a la denuncia: ECA promueve activamente cambios estructurales en el gobierno de la Iglesia Católica.
La organización ha sido especialmente visible durante las manifestaciones frente al Vaticano, en particular la del 27 de septiembre de 2023, que reunió a numerosas víctimas para compartir su sufrimiento. Estas acciones visibles, a veces consideradas provocativas por algunos círculos conservadores de la Iglesia, han contribuido, sin embargo, a mantener la presión sobre la Santa Sede.
Demandas de la ECA
La principal demanda de la organización en esta histórica reunión fue el establecimiento de una política global de "tolerancia cero". Pero ¿qué significa realmente esta expresión, que se ha convertido casi en un eslogan?
Para ECA, la tolerancia cero implica varias medidas concretas. En primer lugar, la destitución inmediata de cualquier clérigo declarado culpable de abuso, sin excepción ni consideración de su rango jerárquico. En segundo lugar, el establecimiento de protocolos de denuncia claros y accesibles en todas las diócesis del mundo. Por último, la transparencia total sobre los casos gestionados, con la publicación de estadísticas y los procedimientos iniciados.
La organización también aboga por la armonización de prácticas entre las diferentes conferencias episcopales. Hoy en día, un obispo en Francia no gestiona un caso de abuso de la misma manera que uno en Italia, Latinoamérica o África. Esta disparidad crea zonas sin ley donde algunos depredadores pueden seguir operando simplemente trasladándose a otra diócesis o país.
El progreso desigual de la iglesia global
Un informe reciente destaca las disparidades
Unos días antes de este histórico encuentro, el 16 de octubre, la Comisión Pontificia para la Protección de Menores publicó un informe que destaca los progresos realizados en la lucha contra los abusos, pero también señala importantes disparidades entre los países.
Este documento, fruto de varios meses de trabajo, presenta un panorama heterogéneo de la situación. Algunos países, en particular en el norte de Europa y América del Norte, han implementado protocolos estrictos, comisiones independientes y procesos de formación para sacerdotes. Otras regiones presentan un retraso preocupante.
Italia, un caso problemático
El informe destaca especialmente a Italia, sede del Vaticano, donde «la cultura de la transparencia está teniendo dificultades para consolidarse». Esta crítica no es insignificante: demuestra que incluso en el seno del cristianismo católico, las actitudes están evolucionando lentamente.
En Italia, varios factores explican esta resistencia. En primer lugar, una cierta cercanía tradicional entre el clero y las instituciones civiles, que a veces puede llevar a una gestión menos rigurosa de los casos de abuso. En segundo lugar, una cultura de secretismo aún prevalece en ciertos círculos eclesiásticos, donde los problemas se gestionan internamente en lugar de exponerse públicamente.
Esta situación italiana es aún más paradójica dado que el propio Vaticano presiona por una mayor transparencia a nivel mundial. ¿Cómo se puede convencer a los obispos africanos o asiáticos de adoptar protocolos estrictos si el país anfitrión de la Santa Sede no da ejemplo?
Continuidad con François, pero también cambio
El legado del Papa Francisco
León XIV siguió claramente los pasos de su predecesor en el tema del abuso. Francisco hizo de esta lucha una de sus prioridades, incrementando el número de encuentros con las víctimas, creando la Comisión Pontificia para la Protección de Menores y promulgando la ley "Vos estis lux mundi" en 2019, que estableció procedimientos claros para denunciar abusos.
Sin embargo, a pesar de estos avances, muchas víctimas criticaron a Francisco por su falta de firmeza en ciertos casos, en particular al mantener en su cargo a obispos acusados de encubrir abusos o al retrasar la destitución de cardenales comprometidos.
¿Un enfoque americano?
El origen estadounidense de León XIV pudo influir en su enfoque. En Estados Unidos, la Iglesia católica se enfrentó a una ola de revelaciones masivas de abusos en la década del 2000, especialmente en Boston. Esta crisis obligó a los obispos estadounidenses a adoptar medidas drásticas, presionados por la justicia civil y la opinión pública.
Esta experiencia podría resultar invaluable. León XIV conocía las consecuencias concretas de la mala gestión de los casos de abuso: pérdidas económicas considerables, cierres de parroquias y el desmoronamiento de la confianza de los fieles. También sabía que solo la transparencia total podría reconstruir esa confianza.

Los desafíos de una política global de tolerancia cero
Obstáculos culturales y legales
Implementar una política global de tolerancia cero en una institución presente en todos los continentes y en contextos culturales muy diferentes representa un desafío considerable.
En algunos países, el concepto mismo de abuso sexual infantil se entiende de forma diferente. Las tradiciones locales, a veces reforzadas por interpretaciones religiosas cuestionables, pueden minimizar la gravedad de ciertos actos. Además, los sistemas jurídicos varían considerablemente de un país a otro, lo que dificulta la armonización de los procedimientos.
La cuestión de los medios
Una política de tolerancia cero requiere recursos considerables: capacitación del clero y el personal eclesiástico, establecimiento de unidades profesionales de escucha, investigaciones exhaustivas de cada denuncia y apoyo a las víctimas. Sin embargo, muchas diócesis, sobre todo en países en desarrollo, carecen de recursos financieros y humanos.
Por lo tanto, el Vaticano deberá considerar un sistema de solidaridad internacional, en el que las diócesis más ricas ayudarían a las más pobres a implementar protocolos de protección. Esta mancomunación de recursos podría implicar la creación de un fondo global dedicado a combatir el abuso.
Resistencia de ciertos círculos conservadores
No nos engañemos: no todos los católicos apoyan un enfoque radical de la transparencia. Algunos círculos conservadores temen que esta política pueda dañar la imagen de la Iglesia o dar lugar a falsas acusaciones.
Esta resistencia existe incluso dentro de la Curia Romana, donde algunos prelados creen que la Iglesia debería resolver primero sus problemas internamente antes de exponerlos al público. León XIV tendrá que sortear estas diferentes sensibilidades mientras mantiene el rumbo de la reforma necesaria.
Una diplomacia equilibrada
El estilo diplomático de León XIV
Desde su elección, varios observadores han señalado que León XIV favorece una diplomacia equilibrada y delegada. A diferencia de su predecesor Francisco, conocido por sus grandilocuencias y declaraciones sensacionalistas, el nuevo papa parece preferir trabajar entre bastidores, apoyándose en la Secretaría de Estado, que claramente ha recuperado el control.
Este enfoque podría resultar eficaz en el tema de los abusos. En lugar de imponer brutalmente reformas que provocarían resistencia, León XIV podría optar por construir gradualmente un consenso, involucrando a las conferencias episcopales en la elaboración de protocolos.
Se prometió a la ECA continuar el debate
En la reunión del 20 de octubre, el Vaticano mencionó el inicio de un diálogo continuo con la organización Ending Clergy Abuse. Esta formulación diplomática sugiere que el diálogo no concluirá con esta primera reunión.
Para las víctimas y sus defensores, esta es una victoria significativa. Durante mucho tiempo, las organizaciones activistas se mantuvieron al margen, consideradas demasiado radicales o demasiado críticas. Al institucionalizar el diálogo con la ECA, León XIV reconoció implícitamente la legitimidad de su lucha y la importancia de sus reivindicaciones.
Los desafíos para el futuro de la Iglesia
Reconstruyendo la confianza
La crisis de abusos ha quebrantado profundamente la confianza de los fieles en su Iglesia. En muchos países occidentales, esta crisis ha provocado un colapso de la práctica religiosa, una disminución de las vocaciones sacerdotales y una desconfianza generalizada hacia la institución.
Una política de tolerancia cero por sí sola no bastará para restaurar esta confianza, pero es una condición necesaria. Los católicos quieren saber que su Iglesia protege a los más vulnerables y castiga a los culpables sin flaqueza.


