El Vaticano acaba de anunciar un viaje que promete ser histórico. Del 27 de noviembre al 2 de diciembre de 2025, el Papa León XIV realizará su primera visita apostólica internacional, una gira de seis días que lo llevará a Turquía y luego al Líbano. El programa, publicado este lunes 27 de octubre, confirma la ambición del nuevo pontífice: ocho ciudades visitadas, nueve discursos previstos y dos grandes misas en estadios de Estambul y Beirut.
Este primer viaje revela muchas de las prioridades del Papa León XIV, elegido en mayo pasado para suceder a Francisco. Al elegir Turquía y Líbano como sus primeros destinos, el Papa estadounidense situó inmediatamente su pontificado en una doble perspectiva: la del diálogo ecuménico con los cristianos orientales y la de la diplomacia para la paz en Oriente Medio. Esta elección no es casual, ya que la región atraviesa uno de sus períodos más inestables en décadas.
Un viaje histórico y simbólico
La dimensión ecuménica en el corazón del movimiento
La primera etapa turca del viaje no fue elegida al azar. En 2025, la Iglesia Católica celebra el 1700 aniversario del Primer Concilio Ecuménico de Nicea, celebrado en el año 325 d. C. Fue en Iznik, la antigua Nicea, donde León XIV daría sus primeros pasos fuera de Italia como pontífice.
Este concilio, que reunió a cientos de obispos de todo el mundo cristiano de la época, sigue siendo un concilio fundador de todas las iglesias cristianas. Fue aquí donde se formuló el Credo de Nicea, una profesión de fe compartida hasta el día de hoy por católicos, ortodoxos y protestantes. Al visitar este lugar de memoria compartida, León XIV envió un mensaje contundente: la unidad cristiana sigue siendo una prioridad absoluta de su pontificado.
Este enfoque ecuménico está en línea con el de sus predecesores, pero adquiere una resonancia particular. Desde su elección, el nuevo papa ha seguido multiplicando los gestos en favor del acercamiento entre los cristianos. Recordamos esta histórica oración con el rey Carlos III en la Capilla Sixtina en octubre, la primera desde la ruptura de Enrique VIII con Roma en 1534. O esta celebración ecuménica en San Pablo Extramuros por los mártires del siglo XXI.
La dimensión geopolítica de una elección cuidadosamente meditada
Pero este viaje no se limita a la memoria religiosa. Al visitar Turquía, miembro de la OTAN pero también próximo a Rusia, y luego Líbano, un país marcado por décadas de conflicto y situado a pocos cientos de kilómetros de Gaza, León XIV inmediatamente enmarcó su pontificado bajo el signo de la diplomacia equilibrada.
La elección del Líbano resulta particularmente significativa. Este pequeño país mediterráneo, considerado durante mucho tiempo un modelo de coexistencia entre cristianos y musulmanes, atraviesa una profunda crisis. Las comunidades cristianas, antaño mayoritarias, ahora representan solo a unas 301.000 personas de la población y siguen huyendo. La visita papal se considera una muestra crucial de apoyo a estos fieles que se ven tentados a marcharse.
Además, el momento es revelador. Mientras persisten las tensiones entre Israel y sus vecinos, la guerra en Gaza continúa y la violencia se intensifica en Cisjordania, la presencia del Papa en el Líbano resuena como un llamado a la paz. Desde su elección, León XIV ha abogado constantemente por un alto el fuego y una solución de dos Estados. Este viaje le permitirá acercar este mensaje a las poblaciones afectadas.
El programa en Turquía: entre la historia y el diálogo
Iznik y la Conmemoración de Nicea
La primera etapa turca tendrá lugar en Iznik, a orillas del lago homónimo, a unos 130 kilómetros al sureste de Estambul. Fue aquí donde Constantino el Grande convocó a los obispos del Imperio Romano en el año 325 para poner fin a las disputas teológicas que desgarraban a la Iglesia primitiva.
El programa incluye una solemne celebración en las antiguas ruinas, a la que asistió el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, figura central de la ortodoxia mundial. Este encuentro reviste especial importancia. Las relaciones entre Roma y Constantinopla, a pesar de siglos de separación desde el Gran Cisma de 1054, se han fortalecido considerablemente en las últimas décadas.
Se espera que el Papa León XIV pronuncie un importante discurso sobre la unidad cristiana, abordando los desafíos contemporáneos que requieren una respuesta común: la creciente secularización, la persecución de los cristianos en Oriente Medio y las cuestiones éticas que plantean los avances tecnológicos. El objetivo declarado es demostrar que, más allá de las diferencias litúrgicas y eclesiológicas que persisten, católicos y ortodoxos comparten una fe común.
También estarán presentes representantes de las iglesias protestante y anglicana, convirtiendo esta conmemoración en un momento verdaderamente ecuménico. El Vaticano espera que este día revitalice el diálogo intercristiano, que en ocasiones se ha visto obstaculizado en los últimos años por tensiones geopolíticas, en particular en torno a la guerra en Ucrania.
Estambul: Encuentros interreligiosos y diplomacia
Tras Iznik, el Papa viajará a Estambul, antigua Constantinopla, capital del Imperio bizantino y actual megalópolis de más de 15 millones de habitantes. La agenda allí es especialmente apretada, lo que refleja la complejidad de los temas en juego.
Uno de los temas más delicados se refiere a la reunión con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Las relaciones entre el Vaticano y Ankara han experimentado altibajos en los últimos años. Si bien Turquía, un país laico, sigue siendo oficialmente un Estado respetuoso con todas las religiones, la deriva autoritaria del régimen y ciertas decisiones controvertidas, como la transformación de Santa Sofía en mezquita en 2020, han enfriado las relaciones.
El programa oficial incluye una reunión en el palacio presidencial, pero el Vaticano ha procurado equilibrar esta dimensión formal con momentos más espirituales. León XIV visitará el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, fortaleciendo lazos con Bartolomé I, y presentará sus respetos en varias iglesias históricas de la ciudad.
Una misa en el estadio de Estambul reunirá a la pequeña comunidad católica turca, estimada en menos de 50.000 personas, así como a fieles de países vecinos. Será una oportunidad para que el Papa pronuncie un discurso sobre la libertad religiosa, un tema de gran importancia para la Santa Sede y particularmente sensible en un país donde las minorías cristianas han sido progresivamente marginadas a lo largo del siglo XX.
También se espera que el Papa se reúna con representantes del islam turco. Estos intercambios interreligiosos se han convertido en una tradición de las visitas papales, pero adquieren una dimensión especial en un país predominantemente musulmán que se presenta como un puente entre Oriente y Occidente.
Líbano: Apoyo a los cristianos orientales
Beirut y la comunidad cristiana en crisis
Tras su viaje a Turquía, León XIV volará a Beirut, la capital libanesa aún afectada por la terrible explosión portuaria de 2020. El Líbano representa un desafío particular para la Santa Sede. Este país, donde los cristianos han desempeñado durante mucho tiempo un papel político y económico fundamental, ve disminuir su población cristiana año tras año.
El éxodo es masivo: ante la inestabilidad política, el colapso económico y las tensiones regionales, miles de cristianos libaneses optan por emigrar. Se estima que hay 100.000 salidas al año. Esta hemorragia preocupa profundamente al Vaticano, que teme la desaparición de una presencia cristiana milenaria en el corazón de Oriente Medio.
El programa incluye varios encuentros con comunidades cristianas locales, en toda su diversidad denominacional. El Líbano alberga no solo a católicos maronitas (la comunidad más numerosa), sino también a greco-católicos, armenios-católicos, sirios-católicos y cristianos ortodoxos de diversas tradiciones. Se espera que León XIV se reúna con los patriarcas y líderes de estas iglesias, para transmitirles un mensaje de solidaridad y aliento.
Una gran misa en el estadio de Beirut reunirá a fieles de diferentes denominaciones cristianas. Será el momento culminante del viaje al Líbano, con una homilía prevista sobre la vocación de los cristianos orientales de seguir siendo "testigos del Evangelio" en su tierra natal. Se espera que el Papa reafirme su firme oposición a la emigración como solución, al tiempo que reconoce las inmensas dificultades que enfrentan estas comunidades.
Las visitas a barrios populares, escuelas cristianas y centros sociales permitirán al Papa experimentar de primera mano la realidad cotidiana del pueblo libanés. El Vaticano indicó que León XIV tenía especial interés en reunirse con los jóvenes para comprender sus aspiraciones y temores respecto al futuro.
Un mensaje de paz para Oriente Medio
Pero el viaje al Líbano no se dirige únicamente a la comunidad cristiana. Al igual que en Estambul, se prevén encuentros interreligiosos. Se espera que León XIV se dirija a los líderes musulmanes libaneses, tanto suníes como chiíes, así como a la pequeña comunidad judía del país.
El contexto geopolítico otorgará a estas reuniones una relevancia particular. El Líbano vive bajo la amenaza constante de una nueva guerra con Israel, como lo demuestran los enfrentamientos regulares en la frontera sur. El país también está bajo la influencia de Hezbolá, una organización chií libanesa apoyada por Irán y considerada terrorista por muchos países occidentales.
Se espera que el Papa pronuncie un importante discurso sobre la paz en Oriente Medio, instando a todas las partes a deponer las armas. Desde su elección, el Papa León XIV ha hecho numerosos llamamientos en este sentido, ya sea para Gaza, Ucrania o Sudán. Pero al pronunciarlo desde Beirut, a pocos cientos de kilómetros de Gaza y Jerusalén, este mensaje adquirirá una fuerza especial.
El Vaticano espera que esta visita ayude a reactivar un proceso de paz estancado. Sin hacerse ilusiones sobre su capacidad para resolver conflictos tan complejos, la Santa Sede confía en su diplomacia blanda y su legitimidad moral para mantener abiertos los canales de diálogo, incluso con actores con los que otros se niegan a reunirse.
También está prevista una reunión con el presidente libanés y las autoridades del país. Se espera que el Papa los inste a superar sus divisiones y a trabajar por el bien común, en medio de años de parálisis política.
Los riesgos diplomáticos de un viaje delicado
La cuestión turca y el encuentro con Erdogan
Esta era una de las principales preguntas antes de la publicación del programa: ¿qué papel desempeñarían las autoridades turcas, y en particular el presidente Erdogan? La respuesta del Vaticano demuestra un sutil equilibrio diplomático.
La reunión con Erdogan se llevará a cabo, pero no será el eje central de la estancia en Turquía. Se respetará el protocolo, con una entrevista en el palacio presidencial, pero el Papa procurará dedicar más tiempo a las dimensiones espirituales y ecuménicas de su visita. Este enfoque permite a la Santa Sede evitar ofender a nadie, manteniendo al mismo tiempo sus prioridades.
Los observadores señalan que esta cautela refleja la política de equilibrio que León XIV parece querer seguir en el escenario internacional. A diferencia de Francisco, quien no dudó en denunciar directamente a ciertos líderes, su sucesor estadounidense apuesta por una diplomacia más moderada, favoreciendo el diálogo incluso con regímenes autoritarios.
Esta estrategia conlleva riesgos. Algunos críticos podrían acusar al Papa de perdonar la vida a un líder acusado de violaciones de derechos humanos. Pero el Vaticano apuesta a que mantener el diálogo es preferible al aislamiento, especialmente en una región tan estratégica.
Podría plantearse la cuestión de convertir Santa Sofía en mezquita, aunque el Vaticano ha indicado que el Papa no abordará directamente este controvertido tema. En términos más generales, se espera que León XIV abogue por un mayor reconocimiento de las minorías religiosas en Turquía, donde las pocas decenas de miles de cristianos que quedan enfrentan diversas restricciones.
La Santa Sede y la diplomacia para la paz
Este viaje forma parte de una estrategia diplomática más amplia implementada por el Vaticano desde la elección de León XIV. El nuevo Papa expresó claramente su deseo de convertir a la Santa Sede en un agente de paz creíble y activo en el escenario internacional.
Ya en junio, el Papa intentó reanudar el diálogo con Vladímir Putin. En julio, recibió a Volodímir Zelenski en Castel Gandolfo. También intensificó sus llamamientos a un alto el fuego en Gaza y recibió al presidente israelí Isaac Herzog en septiembre. Esta diplomacia a ultranza busca posicionar al Vaticano como un posible mediador en diversos conflictos.
El viaje a Turquía y Líbano se inscribe en esta lógica. Al visitar dos países que mantienen relaciones complejas con sus vecinos, el Papa demuestra su deseo de estar presente en todos los frentes. Turquía, miembro de la OTAN pero también cercana a Rusia, juega un papel crucial en el equilibrio geopolítico. Líbano, enclavado entre Israel y Siria, atrapado entre las influencias occidentales y orientales, también encarna esta complejidad de Oriente Medio.
La Santa Sede se apoya en su neutralidad institucional y su amplia experiencia diplomática para ofrecer un espacio de diálogo donde otros actores fracasan. El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, acompañará al Papa en este viaje, lo que demuestra la importancia que se concede a su dimensión diplomática.
Expectativas en torno a este primer viaje
Por la Iglesia Católica Universal
Este primer viaje internacional será analizado con lupa por la Iglesia católica mundial. Seis meses después de su pontificado, León XIV aún no ha definido su estilo personal. Su elección generó esperanzas de continuidad con Francisco entre algunos, y expectativas de cambio entre otros.
La elección de Turquía y Líbano, en lugar de destinos más tradicionales como América Latina o África, envía un mensaje claro: el nuevo Papa pretende continuar el compromiso de la Iglesia católica con los cristianos orientales, afirmando al mismo tiempo su papel de mediador internacional.
Para la Curia Romana, este viaje también será una prueba. ¿Cómo gestionará el papa estadounidense, quien asumió el cargo en mayo, los desafíos logísticos y los protocolos de una visita papal? Sus colegas del Dicasterio para la Evangelización, responsables de organizar los viajes apostólicos, han trabajado incansablemente para asegurar el éxito de esta primera visita.
Los católicos de todo el mundo seguirán con interés los discursos del Papa, buscando pistas sobre sus prioridades teológicas y pastorales. ¿Nos sorprenderá León XIV, quien ha hecho de la cita de San Agustín un sello distintivo de sus discursos, con nuevas referencias? ¿O confirmará la línea agustiniana que ha adoptado desde su elección?
Para las comunidades locales: esperanza y preocupación
Para los cristianos de Turquía y Líbano, este viaje representa un gran consuelo. A menudo sintiéndose abandonados por el Occidente cristiano y aislados en sociedades predominantemente musulmanas, ven la visita papal como una señal de que Roma no los ha olvidado.
Los preparativos en ambos países han estado a toda marcha desde que se anunció el viaje en octubre. Se han formado comités de bienvenida, se han preparado pancartas y se han formado coros. El entusiasmo es palpable, aunque persiste cierta preocupación: ¿cambiará realmente la visita del Papa su situación?
Las comunidades cristianas esperan que la cobertura mediática internacional del viaje visibilice su difícil situación. Esperan que el Papa denuncie claramente la persecución que a veces sufren, reconociendo al mismo tiempo que, en estas sociedades complejas, las relaciones entre comunidades suelen ser pacíficas a diario.
Para los jóvenes cristianos libaneses tentados por el exilio, el mensaje papal será crucial. ¿Conseguirá convencerlos de que su futuro está en el Líbano? ¿Podrá ofrecerles una visión de esperanza que haga soportable la vida en un país en crisis? Estas son preguntas existenciales que el Papa deberá responder con autenticidad.
Las comunidades musulmanas de ambos países también siguen este viaje con interés. Si bien las relaciones interreligiosas son generalmente cordiales, existen tensiones. Por lo tanto, el discurso del Papa sobre el diálogo interreligioso será importante, especialmente porque tendrá lugar en un contexto regional marcado por el conflicto y la incomprensión.
Del 27 de noviembre al 2 de diciembre, la atención del mundo católico se dirigirá a Turquía y el Líbano. Este primer viaje de León XIV ya perfila los contornos de un pontificado que aspira a ser fiel a las prioridades de Francisco —diálogo ecuménico, atención a las periferias, diplomacia para la paz— y portador de su propia sensibilidad, la de un papa estadounidense formado en las misiones de Latinoamérica y ahora confrontado con los desafíos de Oriente Medio.
El éxito de este viaje se medirá según varios criterios: la capacidad del Papa para reconfortar a los cristianos orientales sin provocar tensiones, el impacto de sus mensajes de paz en una región desgarrada por el conflicto y la calidad de las relaciones que establezca con las autoridades políticas y religiosas locales. Este es un gran reto para el pontífice de 70 años, quien aún está descubriendo las complejidades de su nuevo rol, pero que puede confiar en la formidable maquinaria diplomática del Vaticano y en la experiencia acumulada por sus predecesores durante sus propios viajes a la región.
Acompáñenos a finales de noviembre para vivir, día tras día, esta primera página de la historia del pontificado de León XIV, entre el recuerdo de Nicea y la esperanza en el Líbano.



