«Estar aquí juntos me da esperanza»: en la COP30, la voz sin precedentes de la Iglesia en Belén

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Bajo el patio cubierto de un jardín de infancia en Belém, al norte de Brasil, lonas amarillas, rojas y verdes crean una escena sencilla y simbólica a la vez. Frente a unas cuarenta sillas de plástico y un altar improvisado, la "Misa por la Justicia Climática" reúne a delegados de Irlanda, el Congo, Filipinas y Brasil. Las insignias de los participantes, que suelen llevar en las salas de negociación de la ONU, simbolizan la justicia climática. COP30, Aquí, combinan con los pañuelos que usan las comunidades locales.

Esa noche, fe y ciencia, oración y defensa, se entrelazaron armoniosamente. La Iglesia, a menudo percibida como mera observadora, participó activamente. Para muchos, esta presencia fomentó un sentimiento de unidad. «Estar aquí juntos me da esperanza», confesó Maria Conceição, una activista brasileña de una parroquia cercana a Belém.

Una Iglesia que sale, escucha y conecta.

De Laudato Si' al campo: la coherencia de un compromiso

Desde la publicación de Laudato Si'’ En 2015, la doctrina social de la Iglesia se enriqueció con una dimensión ecológica explícita. Francisco invitó a los fieles a una «conversión ecológica», un cambio de perspectiva y estilo de vida. Diez años después, esta orientación se materializa en Belém.

Representantes católicos del Sur Global informan que su compromiso a menudo precede a las políticas públicas. En los Andes, los sacerdotes apoyan a las comunidades afectadas por el deshielo de los glaciares. África, Las órdenes religiosas femeninas están llevando a cabo programas de reforestación. Y en el sudeste asiático, los obispos han apoyado a los pescadores amenazados por el aumento del nivel del mar.

La pluralidad de rostros del testimonio católico

En Belém, más de cien actores vinculados a la Iglesia participaron en la COP30 Estuvieron presentes delegaciones oficiales de la Santa Sede, ONG católicas, órdenes religiosas, universidades y movimientos juveniles. El pabellón titulado "Casas Comunes" sirvió como punto de encuentro.

Cada tarde se podían encontrar debates sobre agroecología, discusiones sobre la desinversión en combustibles fósiles e incluso testimonios espirituales. El ambiente era distinto al de los pabellones institucionales: menos ponencias técnicas y más historias humanas.

«No estamos aquí solo para suplicar, sino para escuchar», explica el padre Joseph Mutombo, director de una red católica africana por la justicia climática. Las voces locales tienen prioridad: las poblaciones amazónicas, a menudo las primeras víctimas del cambio climático, hablaron junto a los cardenales.

Entre la tensión y la esperanza: los desafíos del discurso católico

Controversias en torno al género y los derechos

A pesar de esta movilización sin precedentes, algunas delegaciones internacionales criticaron la Vaticano por sus posturas sobre género y el reconocimiento de las minorías sexuales en las políticas climáticas. Estas tensiones nos recuerdan que la voz católica, universal pero diversa, no siempre logra el consenso.

En los pasillos del centro de conferencias, los representantes latinoamericanos reconocieron la dificultad de conciliar la defensa de la vida en todas sus formas con los marcos cambiantes de la ONU. «Estamos intentando tender puentes sin traicionar nuestras convicciones», resumió una monja brasileña que participa en un programa educativo sobre biodiversidad.

El diálogo como método

Para otros participantes, estas diferencias no restan valor al diálogo que la Iglesia ha defendido durante tanto tiempo. Francisco había enfatizado este enfoque en Fratelli Tutti El diálogo constructivo como camino hacia la paz y la transformación.

En Belém, este enfoque dio lugar a encuentros interreligiosos, momentos de silencio compartido y firmas conjuntas de llamamientos por la justicia climática. El arzobispo de Manaos, presente en la COP, resumió el enfoque de la siguiente manera: «No venimos a imponer, sino a proponer una visión donde cada criatura cuenta».»

La esperanza, la fuerza motriz de la ecología integral

Una espiritualidad encarnada en la acción

Lo más llamativo de Belém es la coherencia entre las enseñanzas de la Iglesia y las acciones de las comunidades. En las zonas rurales de Brasil, grupos parroquiales participan en proyectos cooperativos de ecoturismo gestionados por familias locales. En las ciudades, jóvenes católicos imparten talleres sobre ahorro energético.

Estas acciones concretas demuestran que la ecología integral no es solo una teoría, sino una forma de vida que conecta el medio ambiente., justicia social y la fe. "Lo que distingue nuestro enfoque es el vínculo entre la conversión interior y la transformación colectiva", resume la hermana Angélica, directora de una red panamazónica.

Universalidad revisitada

Allá COP30 Esto ha revelado una nueva dimensión: la Iglesia en el Sur Global se está consolidando como una fuerza impulsora. Si bien Roma conserva un papel espiritual central, el dinamismo ahora surge de las periferias. Obispos africanos y asiáticos, basándose en su experiencia directa de los efectos del cambio climático, están conformando una voz profética que impulsa a la institución hacia una mayor coherencia.

Esta inversión de centro y periferia insufla nueva vida a la misión universal. «La esperanza suele surgir de los márgenes», comenta un joven laico keniano. Esta afirmación refleja acertadamente el sentir de quienes, más allá de las divisiones doctrinales, creen en el poder de la fraternidad global.

Una esperanza compartida

En la última noche de la COP, tras concluir las negociaciones, la pequeña escuela de Belém volvió a quedar en silencio. Unas pocas partituras y una pancarta con el lema «Todo está conectado» permanecían sobre las sillas vacías.»

El ambiente no es de triunfo, sino de profunda emoción. Sean cuales sean las decisiones finales, quienes han orado, debatido y compartido aquí se marchan con una convicción: la fe aún puede impulsar la acción colectiva frente a la crisis ecológica.

«Estar aquí juntos me da esperanza», repite María, guardando con calma las velas. Esta frase resuena con toda una espiritualidad de presencia: estar allí, aunque sea modestamente, ya es una victoria contra la indiferencia.

Vía Equipo Bíblico
Vía Equipo Bíblico
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