Profundizando hasta la roca de Cristo: edificando la Iglesia según el corazón de León XIV

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Cada año, la solemnidad de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán es una oportunidad para recordar que la Iglesia no es solo un edificio de piedra, sino un pueblo vivo. Este domingo, 9 de noviembre, Papa León XIV invitó a los fieles a profundizar, a encontrar la roca que es Cristo. Mediante una homilía a la vez práctica y espiritual, ofreció una reflexión luminosa sobre cómo construir hoy la Iglesia del mañana.

El símbolo de la basílica: piedras de fe viva

La madre de todas las iglesias

Allá Basílica de LetránUbicada en el corazón de Roma, es mucho más que un edificio monumental. Es la catedral de Papa, la primera iglesia oficialmente consagrada en la historia cristiana tras las persecuciones, y sigue siendo un símbolo de la liberación de la fe bajo el Imperio Romano. Fue esta iglesia la que León XIV recordó como «el signo de laIglesia Viviente »".

Piedras macizas para un templo espiritual

Ante más de 2.700 fieles, el Santo Padre describió un sorprendente paralelismo: así como los antiguos constructores cavaron profundamente para asegurar cimientos estables para la basílica, cristianos Hoy, ellos también deben profundizar en sí mismos para alcanzar la roca de Cristo. Sin este fundamento, la Iglesia corre el riesgo de crecer en las arenas movedizas de las tendencias y los éxitos inmediatos.

“Cavar”, enfatiza, “es purificarse, liberar el alma de los materiales inestables del orgullo, la prisa y la superficialidad. Es una tarea exigente pero fructífera, pues abre paz interna y sobre la posibilidad de construir en la verdad.

Cavar antes de construir: una lección de paciencia espiritual

Cava despacio para construir sólidamente

EL Papa No se conformó con una imagen arquitectónica. Hizo de ello una regla de vida espiritual: una Iglesia no se construye con proyectos rápidos ni iniciativas espectaculares, sino con paciencia y el’humildad“No seamos ni apresurados ni superficiales”, insistió; la prisa es a menudo enemiga de la sabiduría.

Es en esta pausa activa, alimentada por la fe, donde se fortalecen las relaciones, las vocaciones y las comunidades. Una Iglesia apresurada se edifica sobre emociones pasajeras. Una Iglesia paciente se nutre del fundamento de la Palabra, la oración y el servicio diario.

Zaqueo: un modelo de conversión auténtica

Para ilustrar esto humildadLeón XIV se fijó en la figura de Zaqueo. Este rico recaudador de impuestos, de baja estatura, no dudó en subirse a un sicómoro para ver pasar a Jesús. Un gesto casi infantil, pero profundamente espiritual. Al aceptar humillarse ante el mundo, Zaqueo se enalteció ante Dios.

EL Papa Ve en ello la imagen de todo cristiano llamado a «aligerarse» para acoger a Cristo: sólo reconociendo nuestros límites, renunciando a las apariencias, nos hacemos capaces de acoger la gracia que transforma.

La conversión como fundamento interno

Edificar sobre Cristo requiere, ante todo, una introspección. En cada corazón deben asentarse los cimientos: la fe, la esperanza y el amor. Y, como toda construcción, esto implica esfuerzos reiterados, revisiones y, a veces, reconstrucciones. Pero, como afirma León XIV, todo esfuerzo sincero, incluso el más discreto, contribuye a la construcción de lo que él llama «el gran proyecto de Dios».

La Iglesia, un proyecto vivo y comunitario

El proyecto requiere un esfuerzo conjunto.

La imagen de la obra recorre toda la homilía del PapaTransmite acertadamente la idea de que la Iglesia está en movimiento, nunca terminada, siempre en construcción. Esta obra no es la de una torre de marfil, sino la de parroquias, familias y diócesis. Requiere la energía de todos, incluso si... la obra parece lento o difícil.

León XIV no ocultó los desafíos actuales, en particular dentro del marco del Sínodo en curso: debates, resistencia y cuestionamientos. Pero animó a los fieles a no desanimarse. «Con mucho esfuerzo, se obtiene un gran bien», les recordó. El fruto merece la pena, pues Dios obra con el tiempo, como un arquitecto que no descuida ningún detalle de su creación.

Creciendo juntos, a pesar de las diferencias

El Santo Padre también subrayó la dimensión comunitaria de esta obra. La Iglesia no es una mera colección de creyentes, sino una comunión de almas unidas en caridadCrecer juntos significa aceptar la lentitud, las diferencias y, a veces, los sentimientos heridos.

Esta paciencia mutua se convierte entonces en un signo evangélico. Mientras el mundo busca eficiencia y éxito visible, la Iglesia opta por la maduración pausada, el diálogo y el discernimiento. Es en esta tensión entre diversidad y unidad donde se forja la belleza del cuerpo eclesial.

Roma, un modelo de perseverancia

Dirigiéndose a su diócesis, León XIV invitó a los romanos a redescubrir esa confianza en el crecimiento pausado. La Iglesia de Roma, iglesia madre de todas las demás, tiene una responsabilidad particular: demostrar que es posible avanzar juntos, incluso en medio de las dificultades.

“No permitamos que las dificultades nos impidan reconocer el bien que está creciendo”, instó. Todo esfuerzo para sostener caridadCada gesto de unidad, cada celebración litúrgica auténtica contribuye a modelar un rostro cada vez más maternal de la Iglesia.

Belleza, liturgia y comunión: el estilo de Dios

La sencilla belleza de los rituales

En la parte final de su homilía, León XIV amplió sus comentarios para incluir la liturgia. Para él, la forma en que se celebra la fe revela algo sobre los fundamentos de la Iglesia. Abogó por una «solemne sobriedad» característica de la tradición romana: sin exuberancia decorativa, sino una belleza clara y ordenada al servicio de Dios.

La belleza litúrgica, nos recuerda, no es una cuestión de estética ni de gusto. Es una pedagogía espiritual: enseña la contemplación, la gratitud y conduce a la unidad. Una liturgia bella, humilde y llena de oración se convierte en un lenguaje universal, capaz de unir a creyentes de todas las culturas.

Una liturgia que forma el corazón

Esta atención a la belleza se alinea con la convicción de Papa que "la belleza es sólo amar En la liturgia, esta frase de San Agustín encuentra su cumplimiento. Amar Se hace visible en el gesto, en el silencio, en la comunión. Quienes participan en la misa, si lo hacen con sinceridad, salen transformados, listos para irradiar esta gracia recibida.

Así pues, construir la Iglesia sobre Cristo significa también cuidar el propio modo de vivir. orando juntos, para que la fe se haga carne en ritos auténticos que aporten unidad.

Construyendo sobre la Roca: Un llamado personal a todos

Un proyecto de interiorismo ante todo.

León XIV volvió a situar la esencia del mensaje evangélico en el centro: la Iglesia se construye, ante todo, en cada creyente. Excavar hasta el fondo no es una hermosa metáfora espiritual para una homilía dominical. Es un llamado a la acción concreta. Se trata de priorizar la profundidad sobre la superficie. lealtad En lugar de impaciencia.

Todo cristiano es una «piedra viva», llamada a estar arraigada en Cristo. Ya sea sacerdote, religioso, laico, joven o anciano, todos participan del mismo edificio.

Y como en cualquier proyecto de construcción, algunos días parecen infructuosos: los muros luchan por mantenerse en pie, el cansancio se instala. Pero el maestro constructor, Dios mismo, continúa su obra con infinita paciencia.

La roca de Cristo contra las ilusiones del mundo

El mundo a menudo nos impulsa a construir rápidamente: proyectos, comunidades, identidades. Pero lo que no se funda en Cristo acaba desmoronándose. La exhortación de Papa Es por tanto de una actualidad candente: sólo la profundidad del Evangelio resiste a los choques del tiempo.

Construir sobre Cristo es elegir vivir caridad Antes que el prestigio, el servicio antes que el reconocimiento. lealtad Antes del éxito.

La Iglesia en el camino hacia la unidad

Para concluir, León XIV invitó a los fieles a partir llenos de confianza. Sí, construir una Iglesia requiere esfuerzo, perseverancia y diálogo. Pero les recordó que el Espíritu Santo actúa a través de estas debilidades humanas para dar forma a una obra mayor: una Iglesia unida, arraigada y alegre.

Y es sobre esta roca, viva e indestructible, que Dios continúa edificando a su pueblo.

Vía Equipo Bíblico
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