«Jamás elegirán a un estadounidense como papa»: León XIV, la apuesta de una Iglesia universal.

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Este miércoles, 19 de noviembre de 2025, se publica en Francia un libro que promete ser un hito: León XIV, papa misionero de Iglesia globalizada, escrito por la periodista Elise Ann Allen y publicado por Artège. Basado en dos entrevistas exclusivas con el Papa, este libro revela una papa Sin máscara, un hombre de fe, lúcido y apasionado a la vez, dividido entre la tradición y el nuevo aliento de un catolicismo globalizado.

Detrás del provocativo título –"Nunca elegirán a un estadounidense como Papa"– se esconde una historia de«humildad, De discernimiento y valentía. Al recorrer su camino, León XIV ofrece mucho más que un testimonio personal: un manifiesto espiritual para la Iglesia del siglo XXI.

El improbable viaje de un hijo del continente americano

La infancia en el corazón del continente de la fe

Nacido como Robert Prévost en Chicago en el seno de una familia modesta y devota, el futuro León XIV creció en una América de contrastes: una de megaciudades multiculturales y parroquias rebosantes de fervor. Desde muy joven, descubrió su vocación religiosa como una llamada al servicio, más que como un privilegio.

Su educación estuvo influenciada por los agustinos, cuya espiritualidad se caracterizaba por el rigor, la contemplación y un compromiso concreto con los más pobres de la sociedad. A los 17 años, ya sabía que su vida no le pertenecería. El joven eligió la vida religiosa en lugar de una carrera teológica o académica.

De Perú a Roma: inmersión en la universalidad

Tras su ordenación, el Padre Prévost fue enviado a Perú, a la región de Chiclayo. Fue allí donde su destino cambió radicalmente. A través de su contacto con las comunidades andinas, descubrió... Iglesia Viviente, alegre, arraigado en pobreza, pero rica en una fe visceral.

«Allí aprendí el lenguaje del corazón antes que el de la doctrina», confiesa en el libro. Esta experiencia misionera constituye la base de toda su trayectoria: una forma de ser sacerdote entre el pueblo, de hablar con sencillez pero con verdad, de construir puentes antes que normas.

Su regreso a Roma en 2014 para asumir responsabilidades dentro de la orden agustina marcó una transición al ámbito institucional. Gradualmente se convirtió en un hombre equilibrado, capaz de comprender el complejo funcionamiento de la Curia sin perder de vista la realidad sobre el terreno.

La sorpresiva elección de un papa estadounidense

Un cónclave inesperado

En marzo de 2025, el mundo católico presenciará uno de los cónclaves más impredecibles del siglo. Tras la renuncia de Francisco debido a su avanzada edad, los cardenales buscan una figura con espiritualidad y experiencia, capaz de continuar el cambio pastoral iniciado en 2013 y, al mismo tiempo, restaurar la credibilidad moral de la Iglesia. Vaticano.

Nadie apuesta por un estadounidense. La idea parece casi tabú. Demasiado pragmático, demasiado influyente, demasiado marcado por el poder político de su país. Y, sin embargo, es el cardenal Prévost, prefecto del dicasterio para los obispos, quien emerge como el favorito.

«Pensé que estaban bromeando cuando vi mi nombre circulando», dice. «Oré, lloré y finalmente dije que sí, porque negarme habría sido una falta de fe».»

El momento decisivo: elegir un nombre

Al adoptar el nombre de León XIV, Robert Prévost envía un mensaje contundente. Se sitúa en el linaje de un... papa reformador (León XIII) pero también constructor de diálogo entre fe y razón. Para él, el nombre no es simbólico, sino programático. Su pontificado se centra decididamente en la misión, la educación y la reconciliación de culturas.

El nuevo papa Él lo sabe: su elección no es unánime. Latinoamérica lo reivindica como uno de los suyos, mientras que en Europa algunos dudan de su legitimidad ante figuras más "romanas". Su primera homilía como... papa, Sin embargo, en la Basílica de San Juan de Letrán, disipó cualquier duda: «La Iglesia no pertenece a ningún continente. Es el aliento de Cristo derramado en todas las lenguas».»

El mensaje de un papa misionero para una Iglesia en transformación

Reformar sin dividir

León XIV rechazaba las dicotomías simplistas. Para él, modernidad y fidelidad, justicia y misericordia, doctrina y escucha no eran opuestas. Su carisma radicaba en lo que él llamaba el «discernimiento del centro»: defender firmemente la unidad sin sofocar la diversidad.

Sus prioridades se dividen en diez proyectos espirituales, ya mencionados en sus primeras entrevistas: la transparencia económica de la Vaticano, la lucha contra abusos, allá lugar de las mujeres en la misión, la simplificación de la Curia, la atención a las periferias, la sinodalidad vivida como cultura del diálogo.

Pero tras estos ejes administrativos subyace una visión más amplia. No se trata simplemente de gobernar la Iglesia, sino de reconvertirla a su misión primordial: evangelizar con constancia y alegría.

El estilo de León XIV: intimidad, humor e introspección.

Lo que llama la atención de sus palabras es su tono. Sin grandilocuencias ni rodeos. Habla como un pastor, con un lenguaje sencillo. En los pasajes más personales del libro, relata sus dudas, su ira, pero también sus momentos de asombro: «Cada día descubro cuánto le gusta a Dios sorprender a sus siervos. Nos inquieta para que volvamos a encontrar nuestro centro».»

Su público suele dar lugar a intercambios espontáneos. Aprecia los silencios tanto como las sonrisas. En Roma, se le ve a menudo paseando solo por los jardines del... Vaticano, con el breviario en la mano, saludando a los jardineros como si fueran sus hermanos.

Su temperamento americano se manifiesta en su sencillez y eficacia directa: reuniones más breves, decisiones claras y rechazo a las intrigas internas. Un estilo que desconcierta a algunos cardenales, pero que poco a poco se gana el corazón de los fieles.

Un papa mirando hacia el futuro

En la parte final del libro, León XIV reflexiona sobre el futuro de la Iglesia. Para él, la crisis no es una derrota, sino una etapa de purificación. Compara a la comunidad cristiana con «un árbol podado por el invierno, listo para dar nuevos frutos».

Hace un llamado a los jóvenes para que no tengan miedo a la vocación, a las familias para que vuelvan a ser escuelas de fe viva y a los sacerdotes para que sean testigos «con las manos sucias y los corazones puros».

Más que un mensaje institucional, es una confesión espiritual: León XIV no se considera ni estratega ni profeta, sino hermano universal. Él, procedente de América, recuerda a Roma que la Iglesia es ante todo misionera o no es nada.

El libro denso pero fluido de Elise Ann Allen captura con precisión esta alquimia entre la fe y el discernimiento. Muestra una papa Consciente de las fracturas de su tiempo, pero convencido de que la respuesta está en la santidad ordinaria, vivida en el fervor de los gestos sencillos.

León XIV, en definitiva, encarna una fructífera paradoja: el estadounidense al que nunca habrían elegido, y al que el mundo, hoy, necesita desesperadamente.

Vía Equipo Bíblico
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