El 1 de noviembre de 2025, Solemnidad de Todos los Santos, la Plaza de San Pedro en el Vaticano fue escenario de un acontecimiento histórico para la Iglesia Católica y el mundo de la educación. El Papa León XIV proclamó a San Juan Enrique Newman 38º Doctor de la Iglesia, formalizando así un importante reconocimiento a este pensador inglés del siglo XIX, converso al catolicismo, como guía espiritual esencial. Este gesto, realizado en el marco del Jubileo Mundial de la Educación, no es un mero homenaje, sino una elocuente respuesta al desafío del nihilismo que aflige nuestra época.
Newman: un puente entre la fe, la razón y la esperanza
En su homilía, el Papa León XIV elogió la estatura espiritual e intelectual de Newman, afirmando que sus enseñanzas ofrecen un faro de luz a un mundo contemporáneo sumido en el pesimismo y la fragmentación cultural. John Henry Newman unió magistralmente la fe y la razón, demostrando que la creencia religiosa no excluye el pensamiento crítico, sino que lo complementa. Ante el nihilismo —esa sensación de vacío y falta de sentido que atenaza a tantas almas— mostró que la vida humana encuentra su verdadero esplendor no en la riqueza, la belleza o el poder, sino en una vocación personal a la santidad y en un proyecto de vida que trasciende lo individual.
Newman encarna así un equilibrio ejemplar entre la fidelidad a los principios de la Iglesia y la capacidad de adaptación, en una visión dinámica de la fe que se desarrolla como un organismo vivo, capaz de responder a las complejas cuestiones del mundo moderno sin rigidez ni retraimiento comunitario. Su trayectoria, desde el protestantismo anglicano hasta el catolicismo, da testimonio de una búsqueda sincera y rigurosa de la verdad, que invita a cada persona a la libertad de conciencia guiada por la escucha de la Palabra de Dios.

Una respuesta al nihilismo a través de la educación católica
El Jubileo Mundial de la Educación, que concluyó ese día, reunió en Roma a más de 20.000 personas de 124 países para reflexionar sobre el papel fundamental de la educación en la sociedad. León XIV explicó que la educación católica desempeña un papel crucial en la liberación de la humanidad de la oscuridad del nihilismo, ofreciendo a todos no solo conocimiento, sino también un camino hacia la santidad. Según él, esta misión constituye la esencia misma del proyecto educativo: no formar individuos abstractos, sino seres humanos, con sus debilidades y fortalezas, especialmente los más vulnerables, a quienes la economía contemporánea tiende a excluir.
Newman fue nombrado copatrono de las escuelas católicas junto con Santo Tomás de Aquino, símbolo de una tradición intelectual y espiritual que ilumina a la juventud, a menudo desorientada, con un mensaje de esperanza y dignidad. Así, la Iglesia católica, que posee la mayor red educativa del mundo (más de 231.000 instituciones y 72 millones de estudiantes), se inspira en esta proclamación como un llamado a renovar su misión educativa para un mundo en busca de sentido.
Humanizar la educación: una vocación de santidad
El Papa exhorta a los educadores a no perder jamás de vista la dimensión humana y espiritual de su vocación. Todo joven tiene una «vocación a la santidad», un papel único que desempeñar en el gran plan de Dios, aunque esta misión no siempre se manifieste con claridad en esta vida. La verdadera luz de la vida no proviene de criterios materiales, sino del reconocimiento de esta vocación.
León XIV enfatizó, pues, la idea de que la educación cristiana debe aspirar a nada menos que la santidad, instando a los maestros a guiar a cada estudiante hacia el descubrimiento de esta verdad, tan esencial para una vida plena. Esto constituyó una poderosa respuesta al nihilismo imperante, que conducía a la fragmentación de la identidad y a una desesperación generalizada. Newman, en este sentido, es un modelo de fe viva y librepensamiento, capaz de comprender la complejidad del mundo sin negar lo esencial.
Newman y la libertad en la lealtad
Otro punto fundamental del pensamiento de Newman, destacado por León XIV, es la capacidad de conciliar libertad y fidelidad. En una época marcada por el comunalismo y la fragmentación social, Newman propone una concepción de la libertad basada tanto en el rigor como en la flexibilidad. La Iglesia, como organismo vivo, debe transformarse y adaptarse sin dejar de ser fiel a su misión.
Esta audacia de pensamiento nace de la libertad recibida a través del bautismo: una libertad interior, una apertura a la Palabra de Dios que ilumina la conciencia y trasciende los límites de la política identitaria. El Papa, por tanto, nos exhorta a vivir esta libertad en la ciudad, estando presentes en el mundo, testigos de una humanidad reconciliada y llena de esperanza.

Una visión profética para la educación católica
Al proclamar a Newman Doctor de la Iglesia, León XIV dio un nuevo impulso a la misión educativa católica. El cardenal inglés se convirtió simbólicamente en el guía espiritual de los educadores que se esforzaban por llevar el Evangelio a la vida en escuelas, colegios y universidades. Esta proclamación resonó como un signo profético en un mundo marcado por la duda, la división y grandes desafíos. Exigía una pedagogía que cultivara no solo el conocimiento, sino también la buena vida, los valores humanos y cristianos, y la trascendencia personal.
Este mensaje se fundamenta en la larga tradición de la Iglesia, pero también en un contexto contemporáneo vibrante donde urge brindar a las nuevas generaciones razones para vivir con confianza, responsabilidad y alegría. Con este espíritu, León XIV exhortó a avanzar «sin temor, unidos, de la mano de Dios y los unos con los otros».


