León XIV denuncia un «fracaso colectivo» ante el hambre y el uso de la comida como arma

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Un arresto histórico

Un mensaje a la sede de la FAO

En la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la voz del Papa León XIV elige la claridad: El hambre que persiste y se propaga no es inevitableEs una elección colectiva por defecto. Con motivo del 80.º aniversario de la FAO y el Día Mundial de la Alimentación, el Sumo Pontífice denunció una "derrota compartida" de conciencias e instituciones. En un mundo donde la ciencia está constantemente desafiando los límites de la longevidad, recordó la incoherencia de un planeta capaz de proezas tecnológicas, pero incapaz de alimentar a sus hijos.

El contexto no es desdeñable. La FAO se creó para que el hambre nunca más estuviera en el horizonte de un continente o de una generación. Ocho décadas después, el llamamiento lanzado en Roma resuena como una evaluación inflexible y como un programa de acción.

“Fracaso colectivo”: significado y alcance

Hablar de un "fracaso colectivo" es rechazar chivos expiatorios convenientes. El Papa enfatiza que este escándalo moral no es responsabilidad exclusiva de los gobiernos, los funcionarios públicos ni los líderes empresariales. Es responsabilidad de todos: Estados, organizaciones internacionales, el mundo empresarial, universidades, ONG, comunidades religiosas y la sociedad civil. En otras palabras, el hambre no es solo una estadística; es una prueba de nuestras prioridades y de nuestra capacidad para actuar juntos.

El vocabulario empleado es deliberadamente ético. Cuando califica el hambre de "aberración", afirma que la seguridad alimentaria no es un favor, sino un derecho. Esta elección de palabras es cautivadora: nos obliga a pensar en el hambre no como una crisis perpetua, sino como una violación de la dignidad humana.

Un recordatorio a las conciencias y a las instituciones

El mensaje no pretende humillar, sino movilizar. El ángulo moral no se opone al pragmatismo; es su fundamento. Al denunciar, el Papa también traza un camino: salir del letargo, pasar de las palabras a los hechos, rehabilitar el papel de la mujer, escuchar las voces de los países más pobres y reconocer la alimentación como un bien común que debe protegerse, no como un instrumento de presión.

¿Dónde está el hambre en el mundo?

Cifras recientes en lenguaje sencillo

Detrás de cada dato, hay rostros. Pero las cifras ayudan a medir la magnitud del desafío:

  • 673 millones de personas se van a dormir con hambre por la noche.
  • 319 millones de personas padecen inseguridad alimentaria aguda, lo que significa que corren un rápido riesgo de sufrir desnutrición grave.
  • 44 millones de personas se encuentran en situación de emergencia alimentaria, al borde del colapso.
  • En varios países, 1,4 millones de personas ya padecen hambruna o están al borde de la supervivencia.

Estos órdenes de magnitud no son inevitables de la naturaleza. Son resultado de conflictos, crisis climáticas, crisis económicas, una deuda abrumadora, la inflación alimentaria y la vulnerabilidad de los sistemas alimentarios.

Regiones en crisis

Varios centros de crisis concentran lo inaceptable.

  • Palestina/Gaza: El bloqueo, la destrucción de infraestructuras, las restricciones al acceso a la ayuda, la inestabilidad de los corredores humanitarios y el debilitamiento de los servicios públicos hacen que el abastecimiento diario de alimentos sea incierto para familias enteras. El riesgo para la salud es constante cuando faltan agua, saneamiento y electricidad.
  • Sudán y Sudán del Sur: Una combinación de combates, desplazamientos masivos, colapso del mercado y lluvias irregulares está creando focos de hambruna extrema. Los cierres de carreteras y la inseguridad dificultan y hacen peligrosa la entrega de ayuda.
  • Yemen: Tras años de guerra, el tejido agrícola y las cadenas de distribución siguen degradados; los hogares hacen malabarismos entre la deuda, la venta de activos productivos y la reducción drástica de las comidas.
  • Malí y el Sahel: la inseguridad persistente, la presión climática y las perturbaciones del mercado pesan sobre las comunidades rurales, cuyos medios de vida se vuelven más frágiles temporada tras temporada.

Más allá de las crisis: el hambre “oculta”

Junto a las emergencias, existe el hambre silenciosa en el campo olvidado y las periferias urbanas. El "hambre oculta" —insuficientes micronutrientes, dietas limitadas, retraso en el crecimiento infantil— no llega a los titulares, pero compromete el futuro. Se observa en las aulas, donde la concentración flaquea; en los hospitales, donde la desnutrición empeora cualquier pronóstico; y en las temporadas agrícolas, donde el agotamiento se instala.

Cuando la comida se convierte en un arma

El derecho internacional humanitario en breve

El derecho internacional humanitario (DIH) prohíbe los ataques contra civiles y bienes esenciales para su supervivencia: sistemas de agua, silos, redes eléctricas, instalaciones de saneamiento, cultivos y ganado. Está prohibido someter deliberadamente a la población civil a una hambruna. Estos principios no son opcionales; se aplican a todos los beligerantes, en todas las circunstancias.

Mecanismos modernos de "inanición"

Hoy en día, el "arma alimentaria" adopta múltiples formas: asedios urbanos que cortan el acceso a los alimentos y al combustible, bloqueos administrativos que inmovilizan la ayuda y los convoyes, destrucción selectiva de almacenes, bombardeos de mercados, amenazas a los trabajadores humanitarios, desinformación que disuade a los civiles de acceder a las distribuciones.

Se trata de estrategias “de perfil bajo” con efectos potentes: no siempre matamos de hambre con un ataque directo; matamos de hambre desorganizándonos, retrasando, haciendo impredecibles los suministros y rompiendo la confianza.

Proteger a los civiles y los sistemas alimentarios

Es necesario proteger los circuitos vitales: molinos, panaderías, mercados, almacenes comunitarios, puntos de agua, estaciones de bombeo y salas de tratamiento. Las treguas humanitarias locales, los corredores verificados por terceros neutrales y las operaciones de desminado dirigidas a la infraestructura agrícola son formas concretas de hacer efectivos los principios del DIH.

Causas sistémicas: de la “economía sin alma” a los shocks climáticos

Especulación, deuda y desigualdad

El precio del pan no es solo un problema agrícola; también es un problema financiero. Cuando los precios del trigo, el maíz o el arroz se disparan en los mercados globales, los hogares pobres pagan primero. Los países altamente endeudados, por otro lado, tienen menos margen fiscal para amortiguar el impacto. A esto se suman los regímenes fiscales que favorecen la búsqueda de rentas en detrimento de la inversión productiva local.

A esto se suman las desigualdades en materia de tierras, el acaparamiento de tierras, la competencia entre biocombustibles y cultivos alimentarios y las normas comerciales que pueden desalentar el procesamiento local.

Cadenas de suministro frágiles

La pandemia ha puesto de relieve la fragilidad de las cadenas de suministro globalizadas. Demasiados países dependen de unos pocos corredores, unos pocos puertos, unas pocas zonas de producción. Un imprevisto —el cierre de un estrecho, una sequía en el granero de un continente, una crisis energética— y el equilibrio se altera. Reubicar cierta producción, diversificar rutas, reconstituir las reservas de reserva y apoyar los mercados locales son palancas de resiliencia.

Clima, agricultura y desnutrición

Sequías más prolongadas, inundaciones más frecuentes, olas de calor extremas y presión sobre las aguas subterráneas: el cambio climático actúa como un multiplicador de riesgos. Los cultivos sometidos a estrés se vuelven menos productivos; las enfermedades de las plantas cambian; y el calendario agrícola se vuelve impredecible. Cuando las cosechas fracasan, las familias reducen la diversidad alimentaria, lo que agrava la desnutrición infantil y materna.

La adaptación agrícola no es un lujo: riego económico, semillas resilientes, agroforestería, gestión del suelo, seguros indexados a las precipitaciones... Cada medida cuenta, especialmente si está pensada e implementada localmente.

El papel indispensable de la mujer

Productores, guardianes del conocimiento, jefes de familia

En muchas regiones, las mujeres producen, procesan, venden y cocinan. Cultivan huertos, dominan habilidades agronómicas esenciales y gestionan el agua y la energía del hogar. Deciden las comidas cuando los recursos escasean y protegen la nutrición de los niños. Sin embargo, a menudo tienen menos acceso al crédito, la tierra, los seguros, la capacitación y los insumos.

Medidas que funcionan

Políticas sencillas tienen un impacto desproporcionado: catastros que garantizan los derechos de las mujeres, crédito adecuado, cooperativas de mujeres, comedores escolares gestionados por grupos locales, programas de salud maternoinfantil, asistencia financiera específica para mujeres cabeza de familia y la lucha contra la violencia de género que socava la capacidad económica. Aumentar el poder de las mujeres mejora la nutrición de toda la comunidad.

Pasar de las declaraciones a la acción

Diez medidas concretas a lo largo de 12 meses

  • Proteger la infraestructura alimentaria y hídrica en todas las situaciones de conflicto mediante acuerdos no selectivos y mecanismos de verificación independientes.
  • Abrir, supervisar y financiar corredores humanitarios predecibles, con tiempos de despacho de aduana limitados.
  • Ampliar las redes de seguridad social basadas en transferencias de efectivo indexadas a la inflación de los alimentos, principalmente para los hogares con niños menores de cinco años y mujeres embarazadas.
  • Aprovechar los programas de alimentación escolar a nivel nacional, con compras locales de pequeñas granjas.
  • Destinar un “fondo de semillas y forraje” para reconstruir rápidamente la capacidad productiva después de las crisis.
  • Implementar seguros subsidiados basados en índices para pequeños productores, junto con capacitación en adaptación climática.
  • Reservar una parte de los mercados públicos de alimentos para las cooperativas locales, en particular las cooperativas de mujeres.
  • Establecer sistemas de alerta temprana conectados a desencadenantes de “acción temprana” presupuestados.
  • Reducir las pérdidas poscosecha mediante cadenas de frío solares, silos sellados y caminos rurales prioritarios.
  • Regular la especulación excesiva en los mercados de futuros de productos básicos y fortalecer la transparencia bursátil.

Financiar la ambición: ¿dónde encontrar el dinero?

Tres fuentes: reasignación, innovación financiera y condonación de deuda.

  • Reasignación: Desviar una fracción de los subsidios nocivos (combustibles fósiles, fertilizantes ineficientes) a programas de nutrición, riego eficiente y agroecología.
  • Innovación: reorientar los derechos especiales de giro (DEG) hacia una ventana de seguridad alimentaria; bonos de “resiliencia alimentaria” para financiar activos públicos (almacenes, mercados, riego).
  • Deuda: moratorias automáticas en caso de un gran shock climático; cláusulas “huracanes”; canjes de deuda por nutrición con objetivos verificables.

Innovar sin olvidar lo esencial

El mapeo con drones, imágenes satelitales e inteligencia artificial para predecir cosechas o infestaciones de plagas puede ser útil. Los pagos móviles agilizan la ayuda y las compras. Pero la innovación más valiosa sigue siendo la organización comunitaria, la confianza y la continuidad de los servicios públicos: agua, atención primaria de salud, educación y extensión agrícola.

Transformando los sistemas alimentarios

De la agroecología a la nutrición

Producir más no es suficiente; debemos producir mejor para lograr una alimentación saludable y sostenible. La agroecología optimiza los ciclos de nutrientes, promueve la biodiversidad y reduce la dependencia de insumos importados. Combinada con políticas nutricionales (fortificación de alimentos básicos, diversificación de cultivos, huertos), mejora la calidad de la alimentación sin aumentar la huella ambiental.

Gobernanza local y mercados de agricultores

Los mercados locales estabilizan los ingresos, reducen las pérdidas y fortalecen la soberanía alimentaria. Las comunidades pueden organizar ferias estacionales, invertir en puestos de mercado, garantizar la higiene, ofrecer microcréditos para puestos y conectar a productores con comedores. Los comités locales de seguridad alimentaria, que reúnen a autoridades, agricultores, comerciantes y asociaciones, garantizan una gestión rigurosa.

Redes de seguridad social y el “nexo” entre la ayuda humanitaria y el desarrollo

Debemos dejar de contraponer la emergencia con las soluciones a largo plazo. Los programas de transferencias de efectivo pueden pasar al modo de "crisis" durante las crisis y luego volver al modo "rutinario"; los fondos para el mantenimiento de infraestructuras pueden emplear temporalmente a personas desplazadas; las cooperativas pueden servir como plataformas de distribución de ayuda y luego como puntos de relevo para la producción. Este "nexo" optimiza los recursos y previene las interrupciones del servicio.

Responsabilidad compartida: ¿quién hace qué?

Estados y comunidades

Las políticas públicas orientan los incentivos. Los gobiernos pueden:

  • Proteger el gasto social y nutricional en los presupuestos, incluso en la consolidación fiscal.
  • Simplificar las normas para que las pequeñas operaciones de procesamiento de alimentos puedan formalizarse.
  • Revisar los derechos sobre la tierra para asegurar la inversión campesina, en particular de las mujeres.
  • Ampliar las compras públicas locales para escuelas, hospitales y comedores sociales.
  • Datos públicos abiertos sobre precios, existencias, precipitaciones y rendimientos.

Las autoridades locales, cercanas al terreno, traducen estas ambiciones en servicios concretos: mantenimiento de caminos rurales, mercados cubiertos, puntos de agua, recogida de residuos, huertos comunitarios.

Negocios y finanzas

El sector privado no es el enemigo, es una palanca, siempre que respete las salvaguardias:

  • Implementar cláusulas de “debida diligencia” en materia de derechos humanos en las cadenas de suministro.
  • Estabilizar los suministros mediante contratos justos, prefinanciación y bonificaciones por calidad.
  • Invertir en infraestructura compartida: almacenes, refrigeración solar, transporte limpio.
  • Promoción de la inclusión financiera: cuentas móviles, microseguros, scoring crediticio basado en datos agrometeorológicos.

Los inversores pueden solicitar a las empresas alimentarias y de distribución planes de “hambre cero”, con objetivos de reducción de pérdidas, remuneración a los pequeños productores y nutrición.

Universidades y sociedad civil

La investigación fundamenta la acción: variedades resilientes, prácticas de cultivo adaptadas, políticas nutricionales eficaces y gobernanza inclusiva de la tierra. Las universidades pueden co-construir soluciones con las comunidades. Las ONG consolidan programas, garantizan la rendición de cuentas, dan voz a los más vulnerables e informan a los tomadores de decisiones.

Comunidades de fe

El llamado del Papa resuena más allá de las fronteras confesionales. Las comunidades religiosas suelen ser las primeras y las últimas en responder a las crisis. Ofrecen redes, espacios, voluntarios y confianza relacional. Pueden organizar bancos de alimentos dignos, comidas y huertos comunitarios, y abogar ante las autoridades para garantizar el acceso humanitario.

Medir, informar, mejorar

Indicadores clave

Para salir de las declaraciones solemnes, se necesitan brújulas:

  • Prevalencia de inseguridad alimentaria moderada/grave (encuestas periódicas).
  • Tasa global de desnutrición aguda en niños menores de cinco años.
  • Diversidad dietética en el hogar (número de grupos de alimentos consumidos).
  • Porcentaje de compras públicas de alimentos realizadas localmente.
  • Pérdidas poscosecha por cultivo y región.
  • Acceso a agua potable y saneamiento para hogares vulnerables.
  • Cobertura de transferencias de efectivo y programas de alimentación escolar.

Transparencia y rendición de cuentas

Publicar datos, tanto positivos como negativos, es parte de la solución. Paneles públicos, auditorías independientes, evaluaciones de impacto abiertas, presupuestos ciudadanos y plataformas de retroalimentación permiten ajustes rápidos. La transparencia protege la ayuda de la manipulación y genera confianza.

Marcando el ritmo del esfuerzo global

Establecer hitos trimestrales y anuales es más útil que establecer plazos largos y distantes. Reúna periódicamente a las partes interesadas para analizar los datos, decidir los ajustes necesarios, solucionar los problemas y ampliar los que sí funcionan. La lucha contra el hambre no necesita un plan perfecto; necesita una dirección clara y repeticiones rápidas.

Una ética del hambre cero

Dignidad, bien común, urgencia moral

La dignidad humana no es negociable. Alimentar a una población no es un elemento adicional de un programa político; es un pilar fundamental. La comida no es un producto como cualquier otro; es la esencia del bien común. Por eso el uso del hambre como arma de guerra resulta tan profundamente impactante: pisotea lo más universal que hay en nosotros.

Esta emergencia moral se dirige a todos, según sus posibilidades y responsabilidades. A los líderes que arbitran miles de millones. A las empresas que estructuran industrias. A los investigadores que inventan soluciones. A los ciudadanos que se organizan. A las comunidades de fe que consuelan, cuidan y nutren.

Lo que todos pueden hacer hoy

  • Apoye a organizaciones locales confiables que brinden comidas, traslados y atención básica.
  • Reducir el desperdicio de alimentos en casa y en los establecimientos: planificar, almacenar adecuadamente, cocinar las sobras.
  • Favorecer las cadenas cortas de suministro y los productos de temporada, apoyando los ingresos de los productores.
  • Participa en bancos de alimentos, huertos compartidos, comedores comunitarios.
  • Abogar ante los funcionarios electos por comedores escolares universales y de calidad y presupuestos de seguridad alimentaria protegida.
  • Aprenda y comparta información confiable sobre el hambre, sus causas y soluciones.
  • Moviliza tu empresa, escuela, parroquia o asociación para una campaña “hambre cero” con objetivos mensurables.

Del llanto al compromiso

León XIV no se limitó a presentar una acusación; reiteró lo obvio: sabemos qué hacer. Proteger a la población civil y las infraestructuras vitales. Financiar redes de seguridad social y programas de nutrición a gran escala. Apoyar la agricultura familiar y los mercados locales. Controlar la especulación excesiva. Informar sobre indicadores sencillos. Denunciar cuando los alimentos se conviertan en un instrumento de chantaje.

Allá hambre cero No es un eslogan ingenuo; es un proyecto exigente, compuesto de alianzas pacientes y acciones concretas. Las palabras pueden abrir puertas, pero solo nuestras decisiones colectivas dejarán entrar el aire. La buena noticia es que existen herramientas poderosas, soluciones probadas y comunidades preparadas. El resto es la voluntad: la voluntad de no dejar que nadie, en ningún lugar, enfrente el día con el estómago vacío y la esperanza a media asta. El resto es lo que decidamos, juntos, hacer ahora.

Vía Equipo Bíblico
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Resumen (esconder)

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