León XIV en Asís: la oración del Papa ante la tumba de San Francisco

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Apenas había amanecido sobre las colinas de Umbría cuando el helicóptero del Papa aterrizó en la meseta que domina el valle de Asís. El frío intenso de aquella mañana del 20 de noviembre no había disuadido a los fieles congregados para recibirlo. León XIV, quien había venido a participar en una importante reunión con la Conferencia Episcopal Italiana. Antes de este evento pastoral, quiso realizar un gesto sencillo y profundamente simbólico: rezar ante la tumba de San Francisco, el pobre de Asís, el hermano universal.

Bajo la intensa lluvia, la procesión papal se dirigió a la Basílica Inferior de San Francisco, monumento que alberga las reliquias del santo desde hace casi ocho siglos. A su alrededor, las calles empedradas parecieron enmudecer, dando la bienvenida a este momento de oración. Se oyeron algunos himnos: «Viva el Santo, Señor de los Santos». Papa"¡!", repetían los peregrinos, temblando pero llenos de fervor.

El gesto de León XIV Formaba parte de una tradición centenaria. Veinte papas antes que él habían caminado por esta tierra bendita donde la Iglesia recuerda que pobreza Y fraternidad puede cambiar el mundo. Ya en 2020, Francisco había firmado allí su encíclica. Fratelli Tutti, un verdadero manifiesto por una fraternidad humana universal inspirado en el Poverello. Hoy, León XIV Parece prolongar esta dinámica, como si quisiera insuflar nueva vida a una Iglesia en busca de unidad y esperanza.

Bajo la basílica: un momento de gracia y silencio

La cripta, el corazón palpitante de la fe franciscana

En la cripta de la basílica inferior, la luz parpadeante de una lámpara votiva ilumina el arco que resguarda la tumba del santo. El aceite que arde allí, un regalo de este año de la región de Abruzzo, lleva grabada una cita de Cielo De Dante: «No es sino un rayo de su luz». Estas palabras poéticas, que unen fe y belleza, expresan a la perfección el espíritu franciscano: el reconocimiento de Dios a través de cada partícula de luz, de cada aliento de vida.

Junto a él, el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y el hermano Marco Moroni, custodio del Sacro Convento, acompañaron al Papa En este momento de contemplación, el silencio que dominaba la cripta era casi palpable; solo se oía el leve crepitar de las velas y el discreto sonido de pasos sobre la antigua piedra.

La oración del sucesor de Pedro

León XIV Se arrodilló ante la tumba, con las manos juntas. Unos largos y profundos instantes de silencio suspendieron el tiempo. Luego, con voz suave, ofreció una sencilla oración: que el ejemplo de San Francisco siga inspirando a un mundo dividido, que ilumine a quienes buscan paz y que devuelve el valor a quienes dudan.

Sus palabras, difundidas por altavoces, conmovieron a los peregrinos. «Es una bendición poder estar hoy aquí, en este lugar sagrado», dijo. «Nos acercamos al 800 aniversario de la muerte de San Francisco, lo que nos brinda la oportunidad de celebrar a este gran, humilde y pobre santo, mientras el mundo busca signos de esperanza».»

Cada palabra resonaba como un eco de las crisis actuales: la guerra, Precariedad, desorientación. San Francisco, aquel joven de Asís que renunció a todo por amor, sigue siendo un faro en tiempos difíciles.

Asís, encrucijada de la historia y la esperanza

Una ciudad donde la fe habla a la humanidad

Asís no es solo un lugar de peregrinación. Es un recuerdo vivo de la’amor cristiano en acción. Sus piedras dan testimonio de un ideal: la simplicidad., fraternidad Y paz. Cada callejón cuenta la historia del hermano pequeño que se convirtió en un gigante espiritual.

Durante siglos, papas, peregrinos y creyentes han venido aquí en busca de serenidad. Los frescos de Giotto en la basílica rememoran la historia del santo; sus acciones – su encuentro con el sultán de Egipto, amar de los pobres, la canción de Canción de las criaturas – seguir siendo un modelo de vida evangélica.

Hoy, mientras la Iglesia se prepara para celebrar el 800 aniversario de su muerte en 2026, se reaviva la emoción. Las instituciones religiosas y civiles de Umbría trabajan arduamente para acoger este acontecimiento histórico. Pero más allá de las festividades, León XIV Invita a un redescubrimiento interior: no a una veneración nostálgica, sino a una conversión del corazón.

León XIV en Asís: la oración del Papa ante la tumba de San Francisco

Una reunión con los obispos italianos

Tras la oración en la tumba del santo, Papa Visitó la Basílica de Santa María de los Ángeles, cerca del emplazamiento de la Porciúncula, la pequeña capilla que fue la cuna de la orden franciscana. Antes de que los obispos se reunieran para su 81ª Asamblea General, León XIV Continuó por el sendero espiritual de su peregrinación.

Recordó que la Iglesia italiana, al igual que el resto de la’Iglesia Universal, La Iglesia debe permanecer «cercana al pueblo», fiel al espíritu de servicio, atenta al sufrimiento social, al clamor de los jóvenes y a las heridas espirituales del mundo moderno. Habló de una Iglesia «en movimiento», pobre y fraterna, capaz de escuchar antes de hablar.

La bienvenida que recibió estuvo llena de respeto y alegría. Los frailes franciscanos, fieles a la tradición de’hospitalidad, Habían preparado un lugar sencillo y propicio para la oración. La lluvia seguía cayendo, pero dentro reinaba la calidez del contacto humano.

El significado de un gesto

Este breve pero intenso viaje no fue meramente diplomático ni ceremonial. Transmitía un mensaje. A través de esta oración silenciosa, León XIV Quiso reiterar que el corazón de la misión de la Iglesia sigue siendo sencillez evangélica.

Al igual que San Francisco, el Papa llamamientos para la recuperación dealegría »Creer’ a pesar de la oscuridad de los tiempos. Su gesto en la tumba de Poverello, en vísperas del 800 aniversario de su muerte, es una invitación a empezar de nuevo: a redescubrir la belleza de’humildad, Reconciliar al hombre con la creación, reconectar los hilos de una hermandad planetaria.

Assise, durante una mañana de noviembre, no fue solo un lugar de recuerdo. Se convirtió, durante el tiempo que duró una oración, en el palpitante centro de la esperanza.

Vía Equipo Bíblico
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