1° Su nombre y su lugar en el canon bíblico.—Este pequeño libro es llamado a veces por los judíos ‘'Ekah, según su primera palabra, a veces Qînôt, o lamentaciones, y es en este segundo nombre que se basaron los nombres de Θρήνοί, Threni O Lamentaciones, Griegos y latinos (la elegía de David por la muerte de Saúl y Jonatán también lleva el nombre de qinah (cf. 2 Samuel 1:17); asimismo varias quejas insertadas en los libros proféticos (cf. Jer. 7:29 y 9:19; Eze. 2:10; 11:1, 14; 26:17, etc.; Am. 5:1 y 8:10).
En la Biblia hebrea, es uno de los cinco Mmigillot o rollos, ellos mismos dispuestos entre los Kmitutim o Hagiógrafos; allí ocupa el tercer rango, entre Piedad y el’EclesiastésEn la Vulgata, como en la Septuaginta, se vincula de forma bastante natural a las obras de Jeremías, y parece seguro que éste era también su lugar original en el texto hebreo; tenemos a Orígenes como garante de este hecho (En Ps. 1), San Epifanio (Abogado Haer., 8, 6), San Hilario (Prólogo. En los Salmos. 15), San Jerónimo (Prólogo galeatus), que, enumerando los libros de las Escrituras cuya autenticidad admitían los judíos, mencionan como un solo escrito la profecía de Jeremías y las Lamentaciones.
2° Su forma poética. —Las Lamentaciones son, por tanto, un poema elegíaco, compuesto de cinco cantos, que corresponden exactamente a los cinco capítulos de este pequeño libro. Los primeros cuatro cantos son alfabéticos o acrósticos («Jeremías lloró las ruinas de su ciudad con un alfabeto cuádruple», dijo san Jerónimo)., Praef. En Jerem.), con la diferencia de que, en el primero, segundo y cuarto, cada versículo comienza sucesivamente con una de las veintidós letras del alfabeto hebreo, mientras que, en el tercero, cada letra se coloca al principio de tres versículos consecutivos. Por eso la Vulgata y la Septuaginta han conservado, al comienzo de los versículos, los nombres de las letras hebreas: Alef, Bet, Ghimel, Dalet, etc. (en los capítulos 2, 3 y 4, la carta phe precede al ‘'ain, que debería seguir regularmente; se desconoce la razón de esta transposición). Cabría esperar que un proceso artístico tan no espontáneo… hubiera traído más obstáculos a la expresión de sentimientos… (Sin embargo) esta forma podía mantenerse con la suficiente facilidad como para no avergonzar a un poeta bien dotado… Seguramente, estas son quejas menos apasionadas que meditaciones dolorosas, retornos al pasado, descripciones. El elemento didáctico aparece más de una vez, y este parentesco con el género poético que persigue el mismo objetivo probablemente llevó a la elección de la forma alfabética, apropiada para expresar una serie de proverbios (compárese en el texto hebreo Salmos 25, 34, 112, 119 (Vulg. 118), y Proverbios 31:10-31). Quizás era como una presa que el poeta había construido deliberadamente para sí mismo, para limitar y controlar su dolor. En cualquier caso, este orden alfabético no obstaculiza en modo alguno la expresión natural de sentimientos; Se asemeja al estrecho lecho de un río que determina el curso de las aguas; a través de las rocas que estrechan la orilla, brotan las olas más frescas y veloces. El quinto canto no es un acróstico, sin duda porque contiene una oración, y la reflexión da paso allí a la expresión más libre de los sentimientos.
Otra peculiaridad del Libro de las Lamentaciones en cuanto a la forma externa: los cantos primero y segundo están compuestos por largos versos de tres miembros (1, 7 y 2, 19, los versos tienen cuatro miembros, excepcionalmente), cada miembro de los cuales está cortado por una cesura en dos partes desiguales; los versos del canto cuarto tienen sólo dos miembros, cortados de la misma manera; los del canto tercero tienen un solo miembro, con cesura; los del quinto tienen dos miembros, sin cesura.
Nos sorprende, al estudiar este poema, ver que el tercer canto (capítulo 3) es la pieza principal, en torno a la cual giran, por así decirlo, los otros cuatro; es verdaderamente la cumbre y punto culminante de toda la pieza, tanto por su posición como por su mayor riqueza en cuanto a pensamientos, y su disposición más cuidada.
Estas diversas características demuestran la brillantez del arte literario en el Libro de las Lamentaciones; es casi único en este sentido dentro del Antiguo Testamento. El paralelismo de las cláusulas, que constituye el elemento principal de la poesía hebrea, es, sin embargo, menos regular aquí que en otros lugares; es más frecuentemente rítmico y sintético que sinónimo y antitético.
3° El tema y el propósito del libro. El propósito de las Lamentaciones es cantar los acontecimientos narrados resumidamente en el capítulo 25 del Segundo Libro de los Reyes (compárese con Jeremías 39 y 52), a saber: la destrucción total del reino de Judá por Nabucodonosor, la devastación de la tierra, la captura, el saqueo y la ruina de Jerusalén, las desgracias del pueblo llevado al cautiverio; en resumen, las escenas más dolorosas y conmovedoras de la catástrofe final. Cada canto abarca todos estos puntos en su conjunto, pues la idea central del poema no se ramifica claramente en cada capítulo. Sin embargo, la primera elegía alude más directamente al estado de abandono y las humillaciones de Jerusalén; la segunda, al terrible papel desempeñado por el propio Señor en la ruina de la desdichada ciudad; la tercera explica al pueblo cómo sus sufrimientos deben llevarlo al arrepentimiento y la esperanza; la cuarta habla principalmente del castigo de las clases dominantes. La quinta exige la restauración de la nación.
Es un error haber visto a veces en las Lamentaciones una profecía en sentido estricto. No, la Qînôt No predicen la futura ruina del Estado judío; describen acontecimientos ya ocurridos; su autor es un testigo presencial que relata lo que ocurrió ante sus ojos. En cuanto a las aplicaciones que se han hecho del libro completo o de algunas de sus partes a Nuestro Señor Jesucristo y a la Santísima Virgen María... Casado y para la Iglesia Católica, son simplemente espirituales y complacientes.
El propósito del poeta se expresa claramente en los siguientes versos: Conducir gradualmente a los judíos, tan profundamente afligidos, a una verdadera comprensión de sus numerosos pecados y, en consecuencia, a un genuino lamento y una verdadera tristeza; transformar su feroz dolor en oración…: esto es lo que el autor se propuso. O también: En tales calamidades, el corazón humano se marchita o se derrite; se vuelve insensible o se abandona a la desesperación. La intención del poeta es proteger a sus compatriotas de ambos extremos. Quiere que lloren con él, pero a su manera.
4° El autor de Lamentaciones. La tradición judía y cristiana ha identificado consistentemente al profeta Jeremías como el autor de este admirable poema. La Septuaginta actuó como intérprete de la creencia judía sobre este punto al colocar, al comienzo del libro, la breve introducción histórica que también leemos en la Vulgata (las palabras y animo amaro susspirans y ejulans se encuentran solo en nuestra versión latina) y, de forma completamente abreviada, en la paráfrasis caldea («Dixit Jeremias propheta et sacerdos magnus» [traducción: «La Palabra de Jeremías, profeta y sumo sacerdote»]. El texto hebreo comienza abruptamente, sin nada que se le parezca): pero este testimonio nos remonta al menos doscientos años antes de la era cristiana y presupone una tradición mucho más antigua. No es necesario detenerse en la tradición cristiana, pues es tan evidente.
Los argumentos intrínsecos concuerdan tanto con esta prueba extrínseca que los exegetas, habitualmente tan audaces, sólo rara vez han intentado negar a Jeremías la gloria de haber compuesto las Lamentaciones (véanse sus razones en Knabenbauer, Comentario. En Danielem…, Lamentat. y Baruc, (París, 1891, págs. 367-374): todo evoca su estilo, sus pensamientos, su lenguaje, su carácter como hombre y como escritor. «El estilo de Jeremías se revela, por así decirlo, en cada línea; son las mismas descripciones..., las mismas imágenes, la misma vehemencia de sentimientos». (Fulcran Vigouroux, Manual de la Biblia, vol. 2, núm. 1015. Véase en Knabenbauer, lc.(págs. 370-372, lista de las principales similitudes estilísticas). Los vívidos y animados detalles que aparecen a cada paso se explican por la presencia del autor en Jerusalén, en medio de las terribles y sombrías escenas que describe. Esta última circunstancia demuestra que Jeremías debió componer sus Lamentaciones poco después de la toma e incendio de Jerusalén. Se muestra una cueva al oeste, no lejos de la capital judía, donde se dice que se recluyó para escribir sus Lamentaciones.
5° Su belleza literaria y su uso litúrgico. Bossuet dijo, respecto a las Lamentaciones: «Jeremías es el único que ha equiparado las lamentaciones con las calamidades». Y, de hecho, «en todo el ámbito del sufrimiento humano expresado en palabras, desde las lamentaciones más trágicas de la Hélade clásica hasta las quejas de Ossian y los Nibelungos, Sería difícil encontrar algo comparable a estas elegías sagradas, tanto por la profundidad de su patetismo como por la grandeza y nobleza de su lenguaje.»
Este poema tan admirado ha desempeñado durante mucho tiempo un papel especial en la liturgia judía y cristiana. Los judíos lo cantan en sus sinagogas el día 8. ab (un mes que corresponde a parte de julio y parte de agosto), día en que se celebra el aniversario de la destrucción de los dos templos. También se les aconseja leerlo en privado siempre que una muerte traiga luto a sus familias. La Iglesia católica latina ha incorporado una parte significativa del mismo al oficio de los tres últimos días de la Semana Santa: los lamentos del poeta se ponen entonces espiritualmente «en labios de Cristo, de quien Jeremías fue figura, y en boca de la Iglesia, que llora… los sufrimientos del Salvador y los pecados de sus hijos».
Lamentaciones 1
ALEPH. 1 ¿Cómo es ella? asiento La ciudad, antes poblada, está solitaria. La que era grande entre las naciones se ha vuelto como una viuda. La que era reina entre las provincias ha sido sometida a tributo. BETH. 2 Llora amargamente toda la noche, con lágrimas en las mejillas; nadie la consuela. De todos sus amantes, todos sus compañeros la han traicionado; se han convertido en sus enemigos. GHIMEL. 3 Judá fue al exilio, miserable y condenado a trabajos forzados; mora entre las naciones, sin hallar descanso; sus perseguidores lo han alcanzado en pasos estrechos. DALETH. 4 Los caminos de Sión están de luto, porque ya no hay quien venga a sus fiestas; todas sus puertas están desoladas, sus sacerdotes gimen, sus vírgenes están de luto, y ella misma está en amargura. 5 Sus opresores prevalecen, sus enemigos prosperan, porque el Señor la ha afligido a causa de la multitud de sus transgresiones; sus nietos han ido en cautiverio delante del opresor. 6 Y la hija de Sión perdió toda su gloria; sus príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto, Y vagan sin fuerzas delante del perseguidor. ZAÏN. 7 Jerusalén recuerda, en los días de su aflicción y su vida errante, todas las cosas preciosas que poseía desde tiempos antiguos. Ahora que su pueblo ha caído en manos del opresor y nadie acude en su ayuda, sus enemigos la ven y se ríen de su abandono. HETH. 8 Jerusalén ha multiplicado sus pecados, por lo cual se ha contaminado; todos los que la honraban la desprecian, porque han visto su desnudez; ella misma gime y vuelve su rostro. TETH. 9 Su impureza era visible bajo los pliegues de su vestido; no había considerado su fin. Y cayó de forma extraña, y nadie la consoló. «Mira, Señor, mi miseria, pues el enemigo triunfa». 10 El opresor ha extendido su mano sobre todos sus tesoros, porque ella ha visto a las naciones entrar en su santuario, las naciones acerca de las cuales habías dado esta orden: «No entrarán en tu asamblea». CAPH. 11 Todo su pueblo gime buscando pan; dan sus joyas por alimento, que les da vida. «Mira, Señor, y considera la abyección en la que he caído». LAMED. 12 «Oh todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor como el que me agobia, a quien el Señor ha castigado en el día de su ira feroz. MEM.”. 13 «"Desde lo alto arrojó fuego sobre mis huesos que los devoró, extendió una red ante mis pies, me hizo retroceder, me arrojó a la desolación, languidezco todo el día. NUN.". 14 «El yugo de mis iniquidades ha sido atado en su mano; están atadas como un fardo a mi cuello; ha hecho flaquear mis fuerzas. El Señor me ha entregado en manos que no puedo resistir. SAMECH. 15 «El Señor ha quitado a todos los guerreros que estaban en medio de mí; ha convocado un ejército contra mí para aplastar a mis jóvenes; el Señor ha pisoteado a la virgen hija de Judá en el lagar. Aín. 16 «Por eso lloro, por eso mis ojos se desbordan de lágrimas, porque no hay nadie cerca de mí que me consuele, que me devuelva la vida; mis hijos están desolados, porque el enemigo prevalece.» PHÉ. 17 Sión extendió sus manos. Nadie la consoló. El Señor convocó a sus enemigos contra Jacob, quienes lo rodearon; Jerusalén se convirtió en una cosa contaminada en medio de ellos. TZADÉ. 18 «El Señor es verdaderamente justo, pues me he rebelado contra sus mandatos. ¡Oh, escuchen todos los pueblos y vean mi dolor! Mis vírgenes y mis jóvenes han partido al exilio. 19 Llamé a mis amantes, me engañaron; mis sacerdotes y ancianos perecieron en la ciudad, buscando alimento para revivir sus vidas. RESCH. 20 «Mira, Señor, mi angustia. Mis entrañas están agitadas, mi corazón está turbado dentro de mí, porque he sido muy rebelde. Por fuera, la espada mata a mis hijos; por dentro, es la muerte. PECADO. 21 «Se oyen mis gemidos, pero no hay quien me consuele. Todos mis enemigos, al enterarse de mi desgracia, se alegran de lo que has hecho. Harás que llegue el día que has anunciado, y serán como yo. Thav. 22 «Que toda su maldad esté ante ti, para que puedas tratarlos como me has tratado a mí, por todas mis ofensas. Porque mis gemidos son muchos y mi corazón está angustiado.»
Lamentaciones 2
ALEPH. 1 ¡Cómo el Señor, en su ira, cubrió con una nube a la hija de Sión! Ha derribado del cielo a la tierra el esplendor de Israel; no se acordó del estrado de sus pies en el día de su ira. Bet. 2 El Señor ha destruido sin piedad todas las moradas de Jacob; en su furia ha derribado las fortalezas de la hija de Judá, las ha derribado por tierra; ha profanado el reino y a sus príncipes. 3 En el ardor de su ira, destrozó toda la fuerza de Israel; retiró su diestra delante del enemigo; encendió en Jacob un fuego abrasador que consumió por todos lados. DALETH. 4 Tensó su arco como un enemigo, alzó su diestra como la de un asaltante, y degolló todo lo que era agradable a la vista; en la tienda de la hija de Sión derramó su ira como fuego. 5 El Señor fue como un enemigo; destruyó a Israel, destruyó todos sus palacios, demolió sus ciudadelas, amontonó dolor sobre dolor sobre la hija de Sión. 6 Ha profanado su recinto, como un jardín; ha destruido su santuario. El Señor ha puesto fin a las solemnidades y a los sábados en Sión; en el ardor de su ira, ha despreciado con desprecio al rey y al sacerdote. ZAÏN. 7 El Señor detestó su altar, aborreció su santuario; entregó los muros de sus fortalezas al enemigo; hubo gritos en la casa del Señor, como en un día de celebración. Het. 8 El Señor planeó derribar los muros de la hija de Sión; extendió el cordel; no retiró su mano hasta destruirlos; hizo que la muralla y el antemuro se enlutaran; yacen tristemente juntos. TETH. 9 Sus puertas están hundidas en la tierra; él ha derribado y quebrado sus cerrojos. Su rey y sus príncipes están entre las naciones; ya no hay ley, ni siquiera sus profetas reciben visiones del Señor. 10 Se sientan en el suelo en silencio, los ancianos de la hija de Sión; han echado polvo sobre sus cabezas; se visten de cilicio; inclinan la cabeza hasta el suelo, las vírgenes de Jerusalén. CAPH. 11 Mis ojos se consumen de lágrimas, mi corazón se tuerce, mi hígado se desmorona en el suelo, por la herida de la hija de mi pueblo, cuando niños y bebés se desmayan en las plazas de la ciudad. LAMED. 12 Dicen a sus madres: «¿Dónde hay pan y vino?». Y caen como heridos por una espada en las plazas de la ciudad, y sus almas mueren en los brazos de sus madres. 13 ¿Qué puedo decirte? ¿Quién como tú, hija de Jerusalén? ¿Con quién te compararé, virgen hija de Sión, para consolarte? Porque tu herida es profunda como el mar; ¿quién te sanará? MONJA. 14 Tus profetas te han visto visiones vanas y necias; no te han revelado tu iniquidad para evitar el destierro, sino que te han dado visiones de mentira y engaño. 15 Baten las manos sobre ti todos los que pasan por el camino; silban y menean la cabeza contra la hija de Jerusalén, diciendo: ¿Es esta la ciudad que decían que estaba perfecta en hermosura? alegría "¿de toda la tierra?" PHÉ. 16 Abren contra ti la boca, todos tus enemigos; silban, rechinan los dientes, y dicen: «Lo hemos devorado. Este es el día que esperábamos; lo hemos alcanzado, lo vemos». AÏN. 17 El Señor ha hecho lo que tenía planeado, ha cumplido su palabra, la cual había pronunciado desde antiguo; ha destruido sin piedad, ha hecho que el enemigo se regocije por ti, ha exaltado el poder de tus opresores. TZADÉ. 18 Sus corazones claman al Señor. ¡Oh muro de la hija de Sión, que tus lágrimas fluyan como un torrente, día y noche; no te den tregua, que tus ojos no descansen! QOPH. 19 Levántate, clama en la noche, al comienzo de las vigilias; derrama tu corazón como agua ante el rostro del Señor. Alza tus manos a él por la vida de tus pequeños, que desmayan de miedo a causa de hambre, en las esquinas de cada calle. RESCH. 20 «Mira, Señor, y considera: ¿a quién has tratado así? ¿Qué? ¿Las mujeres comen el fruto de su vientre, los pequeños que acarician? ¡PECADO! ¡Qué! Son sacrificadas en el santuario del Señor, del sacerdote y del profeta. 21 «Yacen en el suelo en las calles, el niño y el anciano, mis vírgenes y mis jóvenes han caído a espada, masacrados en el día de tu ira, sacrificados sin piedad. THAV. 22 «Convocaste mis terrores de todas partes, como en un día de fiesta; en el día de la ira del Señor no hubo quien escapara ni huyera: a aquellos a quienes yo había apreciado y exaltado, mi enemigo los ha exterminado.»
Lamentaciones 3
ALEPH. 1 Yo soy el hombre que ha visto aflicción bajo el bastón de su furia. 2 Me guió y me hizo andar en tinieblas y no en luz, 3 Él gira su mano una y otra vez contra mí solo todo el día. BETH. 4 Ha desgastado mi carne y mi piel, ha quebrado mis huesos. 5 Él construyó contra mí, me rodeó de amargura y de aburrimiento. 6 Me ha hecho habitar en tinieblas, como los que han estado muertos desde hace mucho tiempo. GHIMEL. 7 Me rodeó con un muro para que no pudiera salir, hizo pesadas mis cadenas. 8 Incluso cuando clamo y suplico, Él cierra todo acceso a mi oración. 9 Ha cercado mis caminos con piedras labradas, ha trastornado mis sendas. DALETH. 10 Era como un oso que me acechaba, como un león acechando, 11 Ha torcido mis caminos, me ha despedazado, me ha dejado desolada., 12 Él tensó su arco y me colocó como blanco de sus flechas. ¡HOLA!. 13 Me clavó los hilos de su carcaj en lo profundo de los lomos, 14 Soy el hazmerreír de todo mi pueblo, su canción todo el día., 15 Me llenó de amargura, me dio a beber ajenjo. VAV. 16 Y me hizo moler los dientes como grava, me hundió en las cenizas, 17 Y mi alma es violentamente arrancada de su seguridad; he olvidado la felicidad., 18 Y dije: «Mi fuerza se ha agotado, y también mi esperanza en el Señor». ZAÏN. 19 Acuérdate de mi aflicción y de mi sufrimiento, del ajenjo y de la amargura. 20 Mi alma lo recuerda constantemente y está abatida dentro de mí. 21 Esto es lo que recordaré en mi corazón y es por eso que tendré esperanza: HETH. 22 Es una gracia del Señor que no seamos destruidos, porque sus misericordias no se agotan. 23 Se renuevan cada mañana; grande es tu fidelidad. 24 «El Señor es mi porción», dice mi alma; «por tanto en él esperaré». TETH. 25 Bueno es el Señor para los que en él esperan, para el alma que lo busca. 26 Es bueno esperar en silencio la liberación del Señor. 27 Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. JOD. 28 Que se siente aparte, en silencio, si Dios así lo exige. 29 Que ponga su boca en el polvo: tal vez haya esperanza. 30 Que vuelva la mejilla al que le hiere, Y quede lleno de vergüenza. CAPH. 31 Porque el Señor no rechaza para siempre, 32 Pero si causa sufrimiento, tiene compasión, según su gran misericordia., 33 Porque no es voluntariamente que humilla y aflige a los hijos de los hombres. LAMED. 34 Cuando todos los cautivos del país sean pisoteados, 35 cuando se violan los derechos de un hombre, ante el Altísimo, 36 Cuando alguien es agraviado en su causa, el Señor no lo ve. MEM. 37 ¿Quién habló y fue hecho, sin que el Señor lo hubiera mandado? 38 ¿Acaso no proceden de la boca del Altísimo tanto el bien como el mal? 39 ¿Por qué debería quejarse uno en vida? Que cada uno se queje de sus pecados. 40 Examinemos nuestros caminos y escudriñémoslos y volvamos al Señor. 41 Elevemos nuestros corazones, con nuestras manos, a Dios en el cielo: 42 «Hemos pecado, nos hemos rebelado, y no nos has perdonado.» SAMECH. 43 «"Os cegó la ira y nos perseguisteis, matasteis sin piedad, 44 Te has cubierto con una nube, para que la oración no pasara, 45 Nos has puesto como escoria y basura entre los pueblos.» FEA. 46 Abren sus bocas contra nosotros, todos nuestros enemigos. 47 El terror y el abismo fueron nuestro destino, así como la devastación y la ruina. 48 Mis ojos se deshacen en un torrente de lágrimas, por la ruina de la hija de mi pueblo. AÏN. 49 Mi ojo llora y no se detiene, porque no hay tregua, 50 hasta que mire hacia abajo y vea al Señor desde el cielo. 51 Me duele la vista, el alma, por todas las chicas de mi ciudad. TSADÉ. 52 Me persiguieron como a un gorrión, aquellos que me odian sin motivo. 53 Querían arruinarme la vida en el pozo y me arrojaron una piedra. 54 Las aguas subían sobre mi cabeza, dije: "Estoy perdido". QOPH. 55 Invoqué tu nombre, Señor, desde la fosa profunda, 56 Escuchaste mi voz: "No cierres tus oídos a mis suspiros, a mis gritos".« 57 Te acercaste el día que te invoqué, y dijiste: «No tengas miedo». RESCH. 58 Señor, tú defendiste mi causa, salvaste mi vida. 59 Tú has visto, Señor, la violencia que me hacen, hazme justicia. 60 Viste todo su resentimiento, todas sus conspiraciones contra mí. PECADO. 61 Señor, tú has oído sus insultos, todas sus maquinaciones contra mí, 62 las palabras de mis adversarios y lo que traman contra mí todo el día. 63 Cuando se sienten o se pongan de pie, miren: Yo soy el tema de sus canciones. THAV. 64 Señor, tú les pagarás según lo que merecen, conforme a la obra de sus manos., 65 Les darás ceguera de corazón; tu maldición será sobre ellos. 66 Los perseguirás con ira y los exterminarás de debajo de tu cielo, Señor.
Lamentaciones 4
ALEPH. 1 ¿Cómo se deslustraba el oro, cómo se degradaba el oro puro, cómo se dispersaban las piedras sagradas por todas las esquinas? BETH. 2 Los más nobles hijos de Sión, valorados como oro fino, ¿cómo podrían ser considerados como vasijas de barro, obra de manos de alfarero? GHIMEL. 3 Hasta los chacales ofrecen sus ubres y amamantan a sus crías, pero la hija de mi pueblo se ha vuelto cruel, como los avestruces en el desierto. DALETH. 4 La lengua del bebé se le pega al paladar por la sed; los niños pequeños piden pan y nadie se lo da. ¡Oye!. 5 Los que se daban un festín con manjares ahora se mueren de hambre en las calles, los que se vestían de púrpura ahora abrazan el estiércol. VAV. 6 Y la iniquidad de la hija de mi pueblo fue mayor que el pecado de Sodoma, la cual fue destruida en un momento, sin que mano se alzara contra ella. ZAÏN. 7 Sus príncipes superaban en brillantez a la nieve, en blancura a la leche; sus cuerpos eran más carmesí que el coral, sus rostros como zafiros. HETH. 8 Su tez es más oscura que la propia negrura; son irreconocibles en las calles. Su piel está pegada a sus huesos, seca como la madera. DETH. 9 Más felices son las víctimas de la espada que las víctimas de hambre, que poco a poco se van consumiendo, heridos, por falta de productos de los campos. JOD. 10 Mujeres compasivas cocinaron a sus hijos con sus propias manos; los sirvieron de alimento en la calamidad de la hija de mi pueblo. CAPH. 11 El Señor ha desatado su furia; ha derramado el ardor de su ira y ha encendido un fuego en Sión que ha consumido sus cimientos. LAMED. 12 Ni los reyes de la tierra, ni todos los habitantes del mundo, creían que el adversario, el enemigo, entraría por las puertas de Jerusalén. MEM. 13 Fue a causa de los pecados de sus profetas, de las iniquidades de sus sacerdotes, que derramaron la sangre de los justos dentro de sus muros. 14 Andaban como ciegos por las calles, cubiertos de sangre, de modo que ni sus vestiduras podían ser tocadas. SAMECH. 15 «¡Apártense! ¡Está impuro!», les gritaban. «¡Apártense! ¡Apártense! ¡No lo toquen!» Anduvieron errantes, y se decía entre las naciones: «Que no se queden aquí». FEAS. 16 El rostro airado del Señor los dispersó; ya no los miró. El enemigo no tuvo respeto por los sacerdotes ni compasión por los ancianos. AÏN. 17 Y nosotros, con los ojos aún encendidos por la expectativa de una ayuda vana, desde lo alto de nuestras torres, miramos hacia una nación que no puede salvar. TSADÉ. 18 Nos espiaban a cada paso, impidiéndonos caminar libremente. Nuestro fin se acerca, nuestros días se han cumplido, sí, nuestro fin ha llegado. QOPH. 19 Los que nos persiguieron fueron más veloces que las águilas del cielo; nos persiguieron por los montes, nos prepararon emboscadas en el desierto. 20 El aliento de nuestras narices, el ungido del Señor, fue arrancado de sus abismos, aquel de quien dijimos: «A su sombra habitaremos entre las naciones». PECADO. 21 Alégrate y regocíjate, hija de Edom, que habitas en la tierra de Hus. La copa pasará a ti también; te emborracharás y te desnudarás. TABH. 22 Tu iniquidad ha terminado, hija de Sión; ya no te enviará al exilio. Castigará tu iniquidad, hija de Edom; expondrá tus pecados.
Lamentaciones 5
1 Acuérdate, Señor, de lo que nos ha sucedido; mira y ve nuestra desgracia. 2 Nuestra herencia ha pasado a extraños, nuestros hogares a personas desconocidas. 3 Somos huérfanos, sin padre, nuestras madres son como viudas. 4 Pagamos por beber nuestra agua, y la leña solo se nos proporciona a cambio de un salario. 5 Nuestros perseguidores nos aprietan por la espalda, estamos exhaustos, ya no nos queda descanso. 6 Nos dirigimos a Egipto y Asiria, para saciarnos de pan. 7 Nuestros padres pecaron, ya no existen, y nosotros llevamos sus iniquidades. 8 Los esclavos nos gobiernan; nadie nos librará de sus manos. 9 Nos ganamos el pan con riesgo de nuestra vida, ante la espada del desierto. 10 Nuestra piel arde como un horno, debido al calor de hambre. 11 Han deshonrado mujer en Sión, las vírgenes en las ciudades de Judá. 12 A los jefes los ahorcaban con las manos y no respetaban los rostros de los ancianos. 13 Los adolescentes cargaban el pajar, los niños caminaban tambaleándose, cargados de leña. 14 Los ancianos dejaron de ir a la puerta, los jóvenes dejaron de tocar sus liras. 15 Alegría El baile en nuestros corazones ha cesado, nuestros bailes se han convertido en luto. 16 La corona ha caído de nuestra cabeza, sí, ¡ay de nosotros!, porque hemos pecado. 17 Por eso nuestros corazones afligen, por eso nuestros ojos se nublan: 18 Esto se debe a que el Monte Sión está desolado y los chacales merodean por allí. 19 Tú, Señor, estás sentado para siempre; tu trono perdura por siempre. 20 ¿Por qué nos olvidaste para siempre, nos abandonaste durante tantos largos días? 21 Señor, tráenos de vuelta a ti, y volveremos; renueva nuestros días como antes. 22 ¿Acaso nos habrías rechazado por completo? ¿Te habrías enfurecido con nosotros hasta límites insospechados?
Notas sobre el Libro de las Lamentaciones
Las palabras Aleph, Beth, etc., son los nombres de las letras del alfabeto hebreo, que son veintidós en número, dispuestas en su orden natural.
1.1 El 1er Este versículo marca el tono de toda la obra. El pensamiento que asalta la mente del profeta es el soledad en el que se encuentra. La que era reina, es ahora asiento solitario, como el Judea cautiva deMedallas romanas. Le arrebataron a sus hijos y se sumió en la más profunda miseria.
1.2 Véase Jeremías 13:17.
1.7Se ríen de su desempleo.Los paganos solían reprochar a los judíos su pereza a causa de la Sábado.
1.10 El enemigo llevó, etc. Jeremías está hablando aquí de lo que sucedió en la toma de Jerusalén, cuando los soldados caldeos llevaron sus manos sacrílegas al santuario (ver Lamentaciones, 2, 7).
1.15 El Señor ha pisado el lagar ; para dejar correr el vino de su ira. cf. Isaías, 63, 2-3; Joel, 3, 13; Apocalipsis, 14, 19-20; 19, 15. ― la virgen, etc.; embriagar a la virgen, etc. Es el pueblo de Judá, en este pasaje como en muchos otros, el que es designado con el nombre de una virgen y de una hija.
1.16 Véase Jeremías 14:17.
1.18 El Señor es verdaderamente justo. ; en el sufrimiento que me ha infligido.
1.20 Fuera de la ciudad, en el campo, los judíos fueron asesinados por los caldeos; en la ciudad murieron de hambre y de peste.
2 Aleph. Para esta palabra y otras similares, que se encuentran al principio de los versículos siguientes, véase el comienzo de las notas.
2.1-22 La segunda elegía describe principalmente la destrucción de la ciudad santa y el templo, al igual que la primera había descrito su soledad actual. Traza la relación entre el efecto y la causa.
2.1 cubierto por una nube, En la Biblia, la oscuridad a menudo significa desgracia, calamidad y gran aflicción. La escalera de mano a sus pies ; es decir, su arca de la alianza, su templo.
2.3 la intensidad de su ira. Ver Jeremías, 4, 8. ― El cuerno ; fuerza, poder.
2.6 Destruyó su santuario, es decir, su templo.
2.7 el lugar al que se dedicó, su santuario.
2.8 El muro frontal ; ;el pequeño muro que estaba colocado delante de la muralla ha caído.
2.10 Signos de luto y desolación.
2.11 Mi hígado, etc.; hipérbole, para expresar gran dolor. cf. Trabajo, 16, 14.
2.12 Durante el asedio, los niños mueren de hambre, piden comida a sus madres y ellas no pueden dársela.
2.14 Vuestros profetas os engañaron, presentando como falsas las profecías que os anunciaban desgracias, vaticinando que vuestros enemigos serían expulsados de Judea.
2.16 Este verso comienza con Phe, y lo siguiente por Ain, contrario al orden alfabético. Esta inversión, que también se observa en los dos capítulos siguientes, probablemente se debe a que algún escritor, al ver que el verso... Phe Estaba mejor conectado por significado que por verso. Ain, al que empieza con Samech, Creía que podía permitirse este viaje.
2.17 Véase Levítico 26:14; Deuteronomio 28:15.
2.18 Véase Jeremías 14:17; Lamentaciones 1:16.
3 Aleph Para esta palabra y otras similares que se encuentran al principio de los versículos siguientes, véase el comienzo de las notas.
3.1-66 El capítulo 3 trata principalmente, aunque no exclusivamente, de la desolación del propio Profeta.
3.1 La aflicción del Señor.
3.6 la oscuridad; la prisión donde fue colocado durante el asedio de Jerusalén (ver Jeremías, 38, 6-7 cf. Salmos, 48, 12 ; 142, 3.)
3.9 Él bloqueó mi camino con un muro, impidiéndome así huir y llegar a un lugar seguro.
3.13 Los hilos de su carcaj ; sus flechas.
3.15 Me llenó de absenta.. Proverbios 5, 4.
3.29 postra tu rostro en tierra.
3.33 Dios castiga a los hombres, obligados a hacerlo por sus pecados. Ezequiel 18, vv. 23, 32; 33, 11.
3.37 Véase Amós 3:6. — ¿Quién se atrevería a decir que algo ocurrió sin el mandato del Señor?
3.39 A menudo en las Escrituras se utiliza el término pecado para representar la pena, el castigo por el pecado.
3.46 Al contrario del orden alfabético, la palabra Phe se pone antes Ain (ver versículo 49). Ver Lamentaciones, 2, 16.
3.51 Las chicas de mi pueblo ; es decir, las vírgenes de Jerusalén (ver Lamentaciones, 1, vv. 4, 18; 2, vv. 10, 21), o las ciudades de Judá de las cuales Jerusalén era como la madre.
4.1-22 Capítulo 4mi Inicialmente parece reproducir las pinturas del 1er y de los 2mi, pero es para hacer brillar un rayo de esperanza, mostrando en el castigo divino la fuente misma de la regeneración.
4.1 el oro verdadero que brillaba en Jerusalén y las piedras con las que se construyó el santuario; o, según otros, este oro representa a los príncipes de Israel (véase versículo 2), y las piedras del santuario, a los sacerdotes.
4.3 avestruces. Se dice que abandona algunos de sus huevos en el desierto, ver Trabajo, 39, 16.
4.6 Sodoma pereció únicamente por fuego del cielo. Ver Génesis, 19, 24-25.
4.12 El enemigo y el adversario. Ver Lamentaciones, 2, 17.
4.16 Phe. Veamos, respecto al cambio de significado de esta palabra, Lamentaciones, 2, 16.
4.19 Los que nos persiguieron; una alusión a los caldeos, que persiguieron al rey Sedequías con increíble velocidad y rapidez mientras huía de ellos. cf. 2 Reyes 25, 4-5; Jeremías, 39, 5 ; 52, 8-9.
4.20 el ungido del Señor ; Esto se entiende literalmente como referencia a Sedequías, rey del pueblo de Dios, pero en un sentido superior debe entenderse como referencia a Jesucristo, el verdadero ungido, el único Hijo de Dios, tomado y entregado a la muerte por causa de nuestros pecados.
4.21 Hija de Edom ; Esta es la nación de los idumeos. país de Hus ; Idumea.
5.1-22 Una oración en la que Jeremías implora la ayuda de Dios para acabar con tantos males.
5.2 Nuestro patrimonio ; Es decir, la tierra prometida que diste a nuestros padres y que poseíamos por derecho hereditario. Extranjeros ; los caldeos y los pueblos vecinos.
5.6 Hicimos una alianza, pero en vano, con Egipto y los asirios, de quienes esperábamos ayuda, para asegurar nuestra supervivencia. Pan, esta palabra se usa en la Biblia para todo tipo de alimento.
5.8 Esclavos, etc.; según algunos, éstos eran los caldeos y los egipcios, también descendientes de Cam, cuyos descendientes habían sido condenados a ser esclavos de Sem (véase Génesis, 9, 26); según otros, los idumeos, los moabitas y los amonitas, pueblos antiguamente sometidos a los judíos; finalmente, según otros, eran los mismos esclavos de los caldeos, porque era costumbre en las casas donde había cierto número de esclavos, que uno de ellos mandara a los demás.
5.9 Pan. Véase el versículo 6. Desierto ; también se aplica en el lenguaje bíblico a las llanuras y al campo. Por lo tanto, el significado de este versículo parece ser: Nos arriesgábamos a morir si íbamos a buscar frutas o hierbas silvestres en el campo desierto para alimentarnos, porque la tierra estaba llena de enemigos y saqueadores.
5.10 Los dolores del hambre ; Los árabes dicen el fuego de hambre, Los griegos, un hambre ardiente.
5.12 Los caldeos, después de decapitar a los príncipes de Judá, los colgaron de las manos en postes.
5.13 Bajo el bosque con que fueron acusados, o con que fueron golpeados.
5.14 La puerta de la ciudad, donde se celebraban las asambleas de jueces.
5.16 La corona, etc. En fiestas, bodas y banquetes, la gente se coronaba con flores.


