120 años después de la ley de 1905, tres líderes religiosos alertan sobre una preocupante desviación del principio de laicidad en Francia.
El secularismo francés se enfrenta a abusos, advierten líderes religiosos
Un raro consenso entre religiones
Imaginen a tres líderes religiosos sentados alrededor de una mesa, representando al catolicismo, al judaísmo y al islam. No se reúnen para debatir sus diferencias, sino para defender juntos un principio que les es muy querido: el verdadero laicismo.
El cardenal Jean-Marc Aveline, arzobispo de Marsella, el rabino jefe de Francia, Haïm Korsia, y el rector de la Gran Mezquita de París, Chems-eddine Hafiz, hablaron con motivo del 120.º aniversario de la ley de 1905. ¿Su mensaje? Una advertencia colectiva contra lo que llaman «secularismo», una deriva autoritaria del secularismo.
Este encuentro no es insignificante. Cuando tres tradiciones religiosas distintas se unen para defender el mismo principio, algo importante está en juego.
El secularismo según los líderes religiosos: una garantía de libertad
El cardenal Aveline resume su visión en unas pocas y contundentes palabras: el laicismo es una garantía contra la dominación religiosa. En otras palabras, este principio protege a todos los franceses, creyentes o no, de la dominación religiosa.
Para el Gran Rabino Korsia, el secularismo simplemente representa la "libertad". La libertad de creer, no creer, practicar la propia fe o no tener ninguna. Es el espacio donde cada persona puede existir según sus convicciones.
El rector Hafiz, por su parte, habla de la "neutralidad" del Estado. Un Estado que no favorece a ninguna religión, que no interfiere en ella, pero que garantiza a todos el derecho a vivir su espiritualidad en la esfera pública.
Estas tres visiones convergen en la misma idea: el secularismo es una herramienta de libertad, no de restricción.
Preocupación por las ambiciones políticas
Pero ¿por qué esta advertencia ahora? Los tres líderes religiosos están preocupados por la tendencia política a transformar la ley de 1905 en una "ley seca".
Tomemos un ejemplo concreto: en lugar de garantizar la neutralidad del Estado, algunos pretenden que el laicismo se convierta en una herramienta para controlar, limitar o incluso prohibir la expresión religiosa en la esfera pública. Es como si un escudo protector se transformara en un arma ofensiva.
El cardenal Aveline resume esta resistencia con una fórmula clara: «Me resisto al secularismo». Tras estas palabras se esconde una distinción fundamental: el secularismo libera, el secularismo oprime.
La inmensa libertad de la ley de 1905
Los tres representantes destacaron la "inmensa libertad" que trajo consigo la ley de 1905. Esta libertad ahora permite:
Convivencia pacífica Diferentes religiones coexisten en un clima de respeto mutuo. Un católico puede convivir con un musulmán, un judío o un ateo, sin que el Estado les imponga una visión única.
Expresión religiosa :Todos pueden practicar su fe, llevar símbolos religiosos (en determinados contextos), construir lugares de culto, organizar celebraciones.
Protección contra la manipulación Ninguna religión puede utilizar el aparato estatal para imponer sus opiniones a los demás.
Esta libertad no es abstracta. Se vive a diario en nuestros barrios, nuestras ciudades, nuestras interacciones. Es esta libertad la que los líderes religiosos defienden hoy.
Entendiendo la distinción entre secularismo y laicismo
El secularismo: un principio de equilibrio
El verdadero laicismo, el de 1905, se basa en un sutil equilibrio. Piénselo como una balanza: de un lado, la neutralidad del Estado; del otro, la libertad de los ciudadanos.
Neutralidad del Estado Esto significa que las instituciones públicas no favorecen ninguna religión. Un alcalde no puede decidir que su ayuntamiento se decore según sus creencias religiosas. Un profesor de una escuela pública no puede hacer proselitismo en el aula.
Libertad de los ciudadanos Esto significa que cada persona puede vivir su fe como le parezca, respetando el orden público. Un ciudadano puede llevar una cruz, una kipá o un pañuelo en la calle. Puede participar en eventos religiosos, rezar y ayunar.
Este equilibrio crea un espacio donde las convicciones personales y la vida colectiva coexisten armoniosamente.
Secularismo: cuando la balanza se inclina
El secularismo se da cuando esta balanza se inclina hacia la prohibición. En lugar de garantizar la neutralidad del Estado y proteger las libertades, el objetivo es borrar toda expresión religiosa de la esfera pública.
Imaginemos algunos escenarios concretos para entender esta deriva:
Escenario secular Una madre con velo acompaña a su hijo en una excursión escolar. La escuela lo acepta porque no es funcionaria y simplemente expresa sus convicciones.
Escenario secularista A esta misma madre se le impide acompañar a los niños en nombre de una interpretación restrictiva del laicismo. Se le dice que su presencia "altera" el orden público o "influye" en los niños.
¿La diferencia? En el primer caso, se respeta la libertad individual. En el segundo, se la reprime en nombre de un principio pervertido.
¿Por qué se produce esta tendencia?
Varios factores explican esta tentación secularista:
Miedo al otro En un contexto de tensiones sociales, algunos ven las expresiones religiosas como una amenaza más que como una diversidad.
Confusión sobre valores La neutralidad del Estado a veces se confunde con la homogeneización de la sociedad. Sin embargo, una sociedad libre es una sociedad diversa, incluso en sus expresiones espirituales.
Manipulación política Algunos actores políticos utilizan el secularismo como herramienta electoral, endureciendo su retórica para atraer a un electorado preocupado.
Ignorancia histórica Muchos desconocen que la ley de 1905 se diseñó para aliviar tensiones, no para crearlas. Su objetivo era resolver un conflicto entre la Iglesia y el Estado republicano estableciendo una separación clara pero respetuosa.
Las consecuencias concretas del secularismo
Cuando el secularismo se transforma en secularismo, las consecuencias son reales:
División social Las comunidades religiosas se sienten estigmatizadas e incomprendidas. En lugar de unidad nacional, se está generando resentimiento.
Violación de libertades Se priva a los ciudadanos de sus derechos fundamentales en nombre de una interpretación abusiva de un principio destinado a protegerlos.
Debilitamiento del principio mismo Al distorsionarlo constantemente, corremos el riesgo de desacreditar por completo el secularismo. Los ciudadanos podrían acabar rechazándolo, considerándolo inherentemente opresivo.
Tensiones internacionales Francia, que se presenta como un modelo de convivencia, puede parecer un país intolerante a los ojos de otras naciones.
Vivir juntos en una sociedad secular: perspectivas de futuro
Redescubriendo el espíritu de 1905
Para salir de este punto muerto, es necesario redescubrir el espíritu original de la ley de 1905. Este texto no fue escrito en un contexto fácil: Francia salía de un intenso conflicto entre republicanos. laicos y los católicos conservadores.
Sin embargo, los legisladores optaron por el camino del apaciguamiento. Dijeron: «El Estado ya no interferirá en la religión, y las religiones ya no interferirán en el Estado». Simple, claro, liberador.
Esta sabiduría merece ser redescubierta hoy. En lugar de ver la diversidad religiosa como una amenaza, veámosla como una ventaja. En lugar de multiplicar las prohibiciones, multipliquemos los espacios de diálogo.
El papel de los líderes religiosos
Los tres líderes reunidos para este aniversario dan ejemplo. No buscan imponer sus puntos de vista, sino defender un principio que beneficia a todos.
Su enfoque es ejemplar porque encarna varios valores:
Unidad en la diversidad A pesar de sus diferencias teológicas, coinciden en un principio común: es un modelo para toda la sociedad.
Diálogo con la República No rechazan el secularismo, todo lo contrario. Lo defienden contra quienes intentan distorsionarlo.
Pedagogía Al explicar su visión, ayudan a los ciudadanos a comprender qué es realmente el secularismo.
Formas concretas de fortalecer el secularismo
¿Cómo podemos, en términos concretos, preservar el verdadero secularismo?
Educación Enseñar el verdadero significado de la ley de 1905 desde la primaria. Muchos franceses tienen una comprensión vaga o imprecisa del laicismo. Una educación clara ayudaría a evitar malentendidos.
Capacitación de funcionarios públicos Los funcionarios públicos, los cargos electos y el profesorado deben recibir formación en neutralidad, sin caer en el secularismo. Saber dónde trazar los límites requiere delicadeza y conocimiento.
diálogo interreligioso Aumentar el número de reuniones entre líderes religiosos, como la que motivó esta alerta. Estos diálogos generan confianza y derriban prejuicios.
Vigilancia política Los ciudadanos deben mantenerse alerta ante la retórica política que explota el secularismo. Deben plantear preguntas, buscar aclaraciones y rechazar las generalizaciones.
Respeto mutuo Todos, creyentes o no, podemos contribuir respetando las creencias de los demás. Este respeto cotidiano, en el transporte, en el trabajo y en los barrios, construye una sociedad más pacífica.
El ejemplo de Marsella: un modelo de convivencia
El cardenal Aveline es de Marsella, ciudad emblemática de la diversidad francesa. Esta ciudad mediterránea alberga comunidades católicas, musulmanas, judías y protestantes, así como numerosos ciudadanos sin religión.
Marsella no está exenta de tensiones, pero demuestra que la coexistencia es posible. Los lugares de culto coexisten, las festividades religiosas se entrecruzan sin chocar, y los residentes aprenden a convivir a pesar de sus diferencias.
Este modelo marsellés puede inspirar al resto del país. Demuestra que el laicismo, bien entendido, no crea uniformidad, sino que permite la diversidad con respeto.
Un llamado a la responsabilidad colectiva
La resistencia al secularismo no es solo responsabilidad de los líderes religiosos. Es una responsabilidad colectiva.
Para los políticos Dejen de explotar el secularismo con fines electorales. Regresen al espíritu de apaciguamiento que guió a los legisladores de 1905.
Para los medios de comunicación Evite las caricaturas y las simplificaciones excesivas. Explique los matices en lugar de alimentar temores.
Para los ciudadanos Infórmate, dialoga, rechaza la simplificación excesiva. Entiende que la libertad de los demás fortalece la propia.
Para los creyentes Seguir viviendo su fe con serenidad, sin provocaciones, pero sin complejos. Demostrar con el ejemplo que la espiritualidad y la ciudadanía pueden combinarse armoniosamente.
Para los no creyentes Respeta las creencias de los demás, incluso si no las compartes. Comprende que el secularismo también protege su derecho a no creer.
El secularismo, un horizonte de esperanza
Concluyamos con una nota positiva. El laicismo francés, a pesar de las tensiones actuales, sigue siendo un modelo admirado en todo el mundo. Ha permitido que millones de franceses convivan durante 120 años.
Esta longevidad no es fruto del azar. Demuestra la relevancia del principio: separar para unir mejor, distinguir para respetar mejor.
Las palabras del cardenal Aveline —«Me resisto al secularismo»— no son un rechazo a la modernidad ni una nostalgia del pasado. Son un llamado a preservar lo que funciona, a no ceder a los cantos de sirena de la prohibición y la desconfianza.
El verdadero secularismo es aquel que permite a cada persona encontrar su lugar en la sociedad, sea creyente o no, practicante o no, de una tradición religiosa o de ninguna.
Esta forma de secularismo merece ser defendida. Es nuestro bien común, nuestro patrimonio colectivo. Los líderes religiosos nos lo recuerdan con razón: no permitamos que se convierta en una herramienta de opresión.
Nos corresponde a nosotros, los ciudadanos de 2025, transmitir a las generaciones futuras un secularismo vivo, respetuoso y liberador. Este es el mayor legado que podemos dejarles.


