San Calixto I, Papa de la Misericordia
San Calixto I, a veces escrito Calixto, sigue siendo una de las figuras más significativas del siglo III. Esclavo liberado que se convirtió en el decimosexto obispo de Roma, Papa entre 217 y 222, encarnó una visión pastoral audaz y profundamente evangélica, basada en la misericordia, la aceptación y la reconciliación. Organizador de las catacumbas que llevan su nombre, también fue un pastor en crisis, lidiando con las tensiones internas de una Iglesia ya diversa y con las controversias doctrinales que moldearon la ortodoxia. Su martirio, ocurrido durante un motín en Trastevere, selló una vida dedicada al servicio de Cristo y su Iglesia.
Retrato esencial
- Nombre: Calixto (Callixtus, Callistus), Papa del 217 al 222
- Contexto: Iglesia de Roma a principios del siglo III, persecuciones intermitentes, cambios sociales y doctrinales.
- Lugares de interés: Esclavo liberado, diácono de Ceferino, administrador del cementerio de la Vía Apia (catacumbas de San Calixto)
- Legado: Disciplina penitencial misericordiosa, acogida de los pecadores, flexibilización del ingreso al catecumenado, permiso para matrimonios entre esclavos y personas libres.
- Memorial: 14 de octubre, martirio en Roma, enterrado en el cementerio de Calepoda, Via Aurelia

Roma a finales del siglo III
El siglo III se inauguró en un mundo convulso. El Imperio romano seguía siendo poderoso, pero debilitado. Los cristianos eran ahora visibles en las principales ciudades, especialmente en Roma. Su crecimiento planteó preguntas: ¿cómo acoger a conversos de diversos orígenes? ¿Cómo vivir la unidad cuando surgían doctrinas contrapuestas? En este contexto, el obispo de Roma no era solo un líder espiritual; debía gestionar las tensiones, proteger a su pueblo, preservar la fe recibida de los apóstoles y organizar la vida comunitaria, incluyendo los lugares de entierro y de reunión.
Un esclavo cristiano luchando con el mundo
Fuentes antiguas describen un comienzo difícil para su vida. Calixto era un esclavo cristiano a quien su amo le confió la administración de un banco. La empresa quebró, y su descrédito fue tal que fue condenado a las minas de Cerdeña, un castigo severo y a menudo fatal. En esta oscuridad, surgió un rayo de esperanza inesperado: Marcia, amante del emperador Cómodo, partidario de los cristianos, intercedió por algunos de los condenados; Calixto estuvo entre quienes obtuvieron el indulto. Luego se retiró de Roma por un tiempo, recibiendo el discreto pero real apoyo del papa Víctor, quien lo ayudó a dedicarse al estudio de las Escrituras.
Este pasaje es decisivo. Calixto ya no es solo un superviviente; se convierte en un estudioso de la Palabra. Aprende a tener paciencia como se aprende un nuevo alfabeto. El peso de su experiencia marcará su teología: la misericordia no es una concesión débil, es la fuerza misma del Evangelio que levanta al pecador.
Bajo Zephyrin: el archidiácono y el organizador
Durante el pontificado de Ceferino, Calixto se convirtió en archidiácono, es decir, el principal colaborador a cargo de las misiones centrales. Se le encomendó la tarea de desarrollar un cementerio comunitario en la Vía Apia. Este espacio funerario, conocido hoy como las Catacumbas de San Calixto, se convertiría en uno de los lugares más sagrados y emblemáticos del cristianismo primitivo. Varios papas del siglo III, mártires e innumerables bautizados, cuya memoria está entrelazada con la de la Iglesia de Roma, serían enterrados allí.
Organizar un cementerio, en aquella época, no era una tarea secundaria. Se trataba de estructurar una comunidad en su relación con la muerte y la esperanza. Las galerías subterráneas protegían los restos, pero sobre todo, protegían la promesa: Cristo ha resucitado, y quienes mueren en él resucitarán. Inscribir al pueblo de Dios en un lugar único, ordenado y perdurable era construir una casa para la fe a través de las generaciones.

Obispo electo de Roma: una paternidad pastoral
En 217, Calixto fue elegido obispo de Roma. Su pontificado, breve pero inmensamente fructífero, tuvo lugar durante un período de desorden latente y debate doctrinal. Cada decisión cuenta porque toca la esencia de la vida cristiana.
Entre sus medidas más significativas, dos decisiones han suscitado debates y, en ocasiones, malentendidos:
- Autorizó, en contra de la ley civil, matrimonios entre esclavos y personas libres. Simbólicamente, esto es una bomba. Calixto afirma que el sacramento no está sujeto a jerarquías sociales. El matrimonio cristiano no es un privilegio de clase; es una alianza ante Dios, ofrecida a los bautizados.
- Hizo que todo pecador sinceramente arrepentido recibiera penitencia, por grandes que fueran sus faltas. En este caso, nuevamente, se negó a hacer de la Iglesia una comunidad de los elegidos perfectos. La Iglesia es un hospital, no un museo. Las heridas se curan por la gracia, y es posible regresar a la comunión.
Una Iglesia, muchos temperamentos: la polémica con Hipólito
La figura de Hipólito, sacerdote y teólogo, se opone a la de Calixto. Erudito, exigente, preocupado por la pureza de la doctrina y la disciplina, Hipólito reacciona ante las orientaciones pastorales de Calixto, que considera demasiado indulgentes. El desacuerdo se convierte en una fractura: Hipólito conduce a un grupo de fieles a un cisma duradero, convirtiéndose en el primer antipapa conocido de la historia.
La cuestión subyacente es doble:
- A nivel doctrinal, las controversias cristológicas en torno a la Trinidad y las modalidades de la unión del Padre y el Hijo agitaron las mentes. Calixto, contrariamente a las acusaciones, no se apartó de la fe apostólica, pero se negó a seguir las interpretaciones excesivamente estrechas que cerraban la puerta a la universalidad de la salvación.
- En el plano disciplinario, la cuestión es la autoridad de "atar y desatar" confiada a la Iglesia. La penitencia pública, entonces vigente, tenía reglas estrictas. Calixto mantiene el requisito de la conversión, pero permite que la gracia respire. Su criterio no es la debilidad; es el realismo del Evangelio transmitido por el Espíritu.
La posteridad ha tomado una decisión con matices: el propio Hipólito es venerado como santo, señal de que la verdad puede unir incluso a quienes la historia ha separado. La obra de Calixto, sin embargo, ha sido reconocida como pastoral y católica en el sentido más profundo: dirigida a toda la Iglesia.
Disciplina penitencial según Calixto
Recibir a los pecadores no significa evadir el pecado. Calixto exige una actitud sincera: confesión, conversión, posible reparación y reincorporación. El perdón no es una simple absolución moral; es sacramental, eclesial y realista. El pecado hiere a todo el cuerpo; la penitencia lo sana al restaurar la caridad. En la lógica de la época, el obispo desempeña un papel crucial: preside la disciplina, arbitra los casos difíciles y encarna la paternidad de Dios.
Algunos, como Tertuliano, quien se había vuelto rigorista, se burlaban de esta misericordia considerándola una debilidad. Pero la intuición de Calixto se basaba en las Escrituras y la tradición viva: Dios ama perdonar, y la Iglesia debe abrir la puerta al retorno. La santidad no es no caer, sino la capacidad de resurgir en Cristo.

El catecumenado: una puerta abierta, pero no de par en par
Calixto facilita el acceso al catecumenado. No se trata de rebajar el listón, sino de reconocer la diversidad de caminos. En Roma, los candidatos provienen de todas partes, de todos los ámbitos de la vida. El tiempo de prueba persiste, la formación es real, pero la presunción de exclusión no tiene cabida. Al facilitar la entrada en el proceso, Calixto impulsa el crecimiento de la Iglesia, sin renunciar al acompañamiento.
Matrimonio y justicia evangélica
Autorizar el matrimonio entre esclavos y personas libres significa dar prioridad a la dignidad bautismal sobre el estado civil. La Iglesia no abolió repentinamente la esclavitud, sino que siembra su desaparición en la práctica. Al declarar que la libertad y la igualdad fundamentales están en juego ante Dios, Calixto contradice la lógica del mundo. El sacramento se convierte en el lugar donde el orden social se inclina ante la gracia.
Esta valiente innovación tiene profundas repercusiones. Obliga a las comunidades a repensar la acogida de las parejas, el registro de los hijos y la coherencia pastoral. En términos contemporáneos, se podría decir que Calixto practica una sinodalidad práctica: escucha, discierne y decide por el bien de las personas y por la unidad.
El pastor de las catacumbas
Las catacumbas de la Vía Apia, estructuró Calixto, conforman un mundo subterráneo de fe, arte y memoria. Frescos sobrios, símbolos (el pez, el ancla, el Buen Pastor), breves epitafios: todo evoca la esperanza cristiana. El subsuelo no es el escondite del miedo: es la matriz de una cultura. La Iglesia de los Mártires no se fascina por la muerte; reconoce en ella el paso a la vida.
La topografía de este cementerio, con sus cubículos, galerías y nichos, refleja una comunidad organizada y unida, consciente de su vocación. Varios papas fueron enterrados allí en el siglo III, señal de la autoridad del lugar. Paradójicamente, el propio Calixto no descansa en "su" cementerio, sino en el cementerio de Calépodo, en la Vía Aureliana, donde fue enterrado tras su muerte violenta.
Martirio en Trastevere
La tradición cuenta que Calixto murió durante un motín contra los cristianos en Trastevere en el año 222. Algunos relatos hablan de una ejecución brutal, o incluso de que su cuerpo fue arrojado a un pozo. La cuestión reside en otra cosa: Calixto selló con su sangre la doctrina de la misericordia que había predicado. No respondió a la violencia con violencia, sino con sacrificio.
Su entierro en el cementerio de Calepoda establece un punto de anclaje para la memoria. La liturgia romana celebra su memoria el 14 de octubre. La tradición a veces asocia su nombre con el antiguo título que se convertiría en Santa María en Trastevere; ya sea su fundador o su inspiración, Trastevere conserva su huella.

Patrimonio doctrinal y pastoral
- Una misericordia normativa: Para Calixto, la misericordia no es una opción; es un principio del gobierno eclesial. Requiere discernimiento, sí, pero nos obliga a acogerla.
- La primacía del bautismo: Las decisiones sobre el matrimonio y el acceso al catecumenado demuestran que la gracia bautismal restablece la identidad de las personas más allá del estado civil.
- Unidad en la diversidad: El cisma de Hipólito demuestra que la verdad puede verse secuestrada tanto por el rigor como por la laxitud. Calixto busca el camino católico: amplio, pero recto; misericordioso, pero fiel.
- Una Iglesia estructurada: Catacumbas, disciplina, formación: Calixto construye una Iglesia visible, memorial y misionera.
Cronología esencial
- Hacia finales del siglo II: Calixto, un esclavo cristiano, se involucra en una gestión financiera que se convierte en un desastre.
- Condenado a las minas de Cerdeña; perdón obtenido por intercesión de una persona cercana a la corte imperial.
- Retirada de Roma; apoyo al Papa Víctor; estudio de las Escrituras.
- Bajo Ceferino: archidiácono; desarrollo del cementerio de la Vía Apia (catacumbas de San Calixto).
- 217: Elegido Obispo de Roma.
- 217-222: Medidas pastorales importantes (penitencia, catecumenado, matrimonios mixtos). Conflicto con Hipólito.
- 222: Martirio durante un motín en Trastevere; entierro en el cementerio de Calepoda, Via Aurelia.
Conceptos erróneos y puntos históricos
- ¿Calisto, doctrinalmente sospechoso? No. Las críticas a Hipólito y a ciertos rigoristas fueron severas, pero la tradición eclesiástica reconoce la ortodoxia de Calixto.
- ¿Un «papa de los débiles»? Fue más bien un pastor fuerte, que se atrevió a tomar decisiones contrarias a la opinión imperante e incluso a la ley civil cuando el Evangelio lo exigía.
- Las catacumbas, ¿escondites clandestinos? Sirvieron como refugios en ocasiones, pero sobre todo como necrópolis comunitarias y lugares de memoria y oración.
Santidad y gobierno: una alianza exigente
Gobernar una Iglesia naciente implica mantener unidas la doctrina y la disciplina. Calixto no sacrifica ninguna de las dos. Ensancha el camino sin borrarlo. Su ingenio reside en una lectura pastoral de las Escrituras: Jesús no despide a la mujer adúltera para condenarla mejor; la eleva para que no peque más. La misericordia siempre está ordenada a la verdad, y la verdad, para ser saludable, necesita misericordia.
La mirada de los adversarios: una gracia paradójica
El testimonio de los opositores puede, paradójicamente, revelar la estatura de un santo. Los panfletos de antaño, a veces injustos, muestran, sin embargo, que Calixto desvió los límites. Fue un signo de contradicción. Tal signo, en la historia de la Iglesia, no es un defecto: a menudo es la marca de una profecía. En este sentido, el propio y riguroso Tertuliano, al criticar la misericordia, nos confirma que Calixto planteó una pregunta candente: ¿hasta dónde llega el perdón? La respuesta del Evangelio es clara: hasta el final.
Un recorrido espiritual: Las catacumbas hoy
Visitar las llamadas catacumbas de San Calixto es encontrarse con el silencio de los orígenes. Los pasillos, los nichos y los símbolos catequéticos aún hablan. Comprendemos entonces que la Iglesia siempre ha vivido de la comunión de los santos: vivos y muertos unidos en Cristo. Estos lugares enseñan sobriedad, esperanza y paciencia. Nos enseñan a esperar la vida eterna como esperamos el amanecer.

Calixto y nuestro tiempo: misericordia, justicia, esperanza
- Misericordia: La Iglesia de nuestro tiempo, ante heridas a veces inéditas, encuentra en Calixto un modelo de acogida inteligente, que nunca abandona la llamada a la conversión.
- Justicia: Las decisiones sobre el matrimonio prefiguran una visión cristiana de la dignidad. Cuestionan nuestras estructuras sociales: ¿qué lugar les damos a las personas vulnerables?
- Esperanza: Las catacumbas simbolizan la esperanza tenaz. Donde la historia parece derrumbarse, la fe excava galerías de luz.
Hitos espirituales de su vida
- La caída no tiene la última palabra: de la bancarrota a la santidad, el recorrido de Calixto proclama que Dios puede rehacerlo todo.
- La misericordia gobierna: no es un suplemento del alma, es la columna vertebral de una Iglesia que quiere parecerse a Cristo.
- La unidad cuesta: exige perdón, paciencia, diálogo con quienes se oponen, a veces hasta el cisma.
- La memoria salva: Organizar la conmemoración (catacumbas) es un acto de fe. Recordar es permanecer fiel.
Oración a San Calixto I
Dios de misericordia, que diste a San Calixto el corazón de pastor,
Tú que lo levantaste de la humillación y lo estableciste como siervo de tu Iglesia,
Haznos testigos del perdón que eleva y sana.
Por su intercesión, enséñanos
acoger sin cálculo,
corregir sin herir,
para gobernar nuestras vidas con verdad y gentileza.
Tú que con tu ministerio abriste la puerta de la reconciliación,
Empodera a nuestras comunidades para que nunca cierren el camino de regreso,
para servir a los pequeños,
y colocar la dignidad de los bautizados por encima de todas las barreras sociales.
En nuestras pruebas, fortalece nuestra esperanza.
En nuestras divisiones, levantemos la paz.
En nuestra oscuridad, cavad vuestras galerías de luz.
San Calixto, amigo de los pecadores y pastor valiente,
consíguenos un corazón como el tuyo,
fiel hasta el final,
y dóciles al Espíritu que hace nuevas todas las cosas.
Amén.
Para ir más allá
Sin multiplicar las referencias, podemos retener algunas seguras: el Martirologio Romano para la memoria litúrgica; notas históricas de las tradiciones romanas (como las inspiradas en el Liber Pontificalis); los testimonios polémicos de Hipólito que iluminan, por contraste, la postura de Calixto; y síntesis catequéticas contemporáneas que sustituyen estas fuentes en su contexto. Finalmente, la visita a las catacumbas de la Vía Apia ofrece una experiencia concreta de cómo era la Iglesia romana en el siglo III.
Una cifra para hoy
San Calixto I inspira respeto por la coherencia de su vida. El esclavo humillado se convirtió en el humilde pastor; el administrador de tumbas en el artesano de la memoria y la esperanza; el obispo cuestionado en el santo venerado. En un momento en que la Iglesia busca combinar la fidelidad doctrinal con la hospitalidad espiritual, Calixto nos recuerda que la verdad tiene el rostro de la misericordia, y que la misericordia, lejos de ser una debilidad, es la fuerza que mantiene a la Iglesia en pie. Su voz, proveniente de las silenciosas galerías de la Vía Apia, nos repite: no tengamos miedo de perdonar, porque Dios no tuvo miedo de amarnos hasta la cruz.



