Capítulo 1
1 Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.
2 Abraham engendró a Isaac; Isaac engendró a Jacob; Jacob engendró a Judá y a sus hermanos;
3 Judá de Tamar engendró a Fares y a Zara; Fares engendró a Esrón; Esrón engendró a Aram;
4 Aram engendró a Aminadab; Aminadab engendró a Naasón; Naasson fue el padre de Salmon;
5 Salmón, hijo de Rahab, engendró a Booz; Booz, hijo de Piedad, Obed engendró a Obed; Obed engendró a Jesé; Jesé engendró al rey David.
6 David engendró a Salomón, con la mujer que era esposa de Urías;
7 Salomón engendró a Roboam; Roboam engendró a Abias; Abías engendró a Asa;
8 Asa engendró a Josafat; Josafat engendró a Joram; Joram engendró a Uzías;
9 Uzías engendró a Joatán; Joatán engendró a Acaz; Acaz engendró a Ezequías;
10 Ezequías engendró a Manasés; Manasés engendró a Amón; Amón engendró a Josías;
11 Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el tiempo del exilio a Babilonia.
12 Y después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel; Salatiel engendró a Zorobabel;
13 Zorobabel engendró a Abiud; Abiud engendró a Eliaquín; Eliaquín engendró a Azor;
14 Azor engendró a Sadoc; Sadoc engendró a Aquim; Aquim engendró a Eliud;
15 Eliud engendró a Eleazar; Eleazar engendró a Matán; Matán engendró a Jacob;
16 Y Jacob engendró a José, el esposo de Casado, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
17 Así que hay en total catorce generaciones desde Abraham hasta David, catorce generaciones desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones desde la deportación a Babilonia hasta Cristo.
18 El nacimiento de Jesucristo tuvo lugar de esta manera. Casado, su madre, estando desposada con José, se descubrió, antes de que vivieran juntos, que había concebido por obra del Espíritu Santo.
19 José, su esposo, siendo un hombre justo, y no queriendo exponerla a la vergüenza pública, decidió despedirla en silencio.
20 Mientras pensaba en esto, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: »José, hijo de David, no temas llevar contigo a tu hijo». Casado tu esposa, porque lo que se forma en ella es obra del Espíritu Santo.
21 Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.«
22 Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta:
23 "He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel", que significa: Dios con nosotros.
24 Cuando José despertó de su sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado: tomó consigo a José. Casado su esposa.
25 Pero él no la conoció hasta que ella dio a luz a su hijo primogénito, y le puso por nombre Jesús.
Capítulo 2
1 Jesús habiendo nacido en Belén De Judea, en días del rey Herodes, llegaron unos magos del oriente a Jerusalén,
2 diciendo: »¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo«.«
3 Cuando el rey Herodes oyó esto, se turbó, y toda Jerusalén con él.
4 Reunió a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
5 Le dijeron: «Un Belén de Judea, según lo escrito por el profeta:
6 Y tú, BelénTierra de Judá, tú no eres la más pequeña entre las principales ciudades de Judá, porque de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel.
7 Entonces Herodes, después de llamar en secreto a los Magos, supo por ellos la fecha exacta en que había aparecido la estrella.
8 Y los envió a Belén diciendo: «Ve y averigua con certeza qué pasa con el Niño, y cuando lo hayas encontrado, házmelo saber, para que yo también vaya y lo adore».
9 Habiendo oído las palabras del rey, partieron. Y he aquí que la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegó al lugar donde estaba el Niño, y se detuvo.
10 Cuando vieron la estrella, se regocijaron con gran alegría.
11 Entraron en la casa y encontraron al niño con Casado, su madre, y, postrándose, lo adoraron; luego, abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos de oro, incienso y mirra.
12 Pero habiendo sido advertidos en sueños de que no volvieran a Herodes, regresaron a su propia tierra por otro camino.
13 Después de que se fueron, un ángel del Señor se le apareció a José mientras dormía y le dijo: »Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo«.«
14 José se levantó y aquella misma noche, llevando al niño con su madre, partió para Egipto.
15 Y permaneció allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: »He llamado a mi hijo de Egipto«.«
16 Herodes entonces, cuando vio que los magos le habían burlado, se enfureció, y mandó matar a todos los niños que estaban en la casa de David. Belén y sus alrededores, de dos años abajo, según la fecha que conocía exactamente de los Magos.
17 Entonces se cumplió la profecía de Jeremías, que decía:
18 Se oyó una voz en Ramá, lamentos y gritos de dolor: Raquel llora por sus hijos; y no quiere ser consolada, porque ya no existen.
19 Después de la muerte de Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en la tierra de Egipto,
20 y le dijeron: »Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel, porque los que atentaban contra la vida del niño han muerto«.«
21 José se levantó, tomó al niño y a su madre, y fue a la tierra de Israel.
22 Pero cuando oyó que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, no se atrevió a ir allí, y habiendo sido advertido en sueños, se retiró a Galilea.
23 y se fue a vivir a una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo dicho por medio de los profetas: »Será llamado Nazareno«.«
Capítulo 3
1 En aquellos días apareció Juan el Bautista, predicando en el desierto de Judea,
2 y diciendo: »Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado«.«
3 Esta es la que fue anunciada por el profeta Isaías, quien dijo: »Una voz clamó en el desierto: «Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas”».«
4 Juan tenía una túnica de pelo de camello y alrededor de su cintura un cinturón de cuero, y comía langostas y miel silvestre.
5 Entonces Jerusalén, y toda Judea, y toda la tierra regada por el Jordán, acudieron a él.
6 Y confesando sus pecados, fueron bautizados por él en el Jordán.
7 Al ver que una gran multitud de fariseos y saduceos acudían al bautismo, les dijo: »¡Generación de víboras! ¿Quién os advirtió que huyerais de la ira venidera?
8 Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento.
9 Y no os atreváis a decir entre vosotros: “Tenemos a Abraham por padre”, porque os digo que aun de estas mismas piedras Dios puede levantar hijos a Abraham.
10 El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego.
11 Yo os bautizo con agua para arrepentimiento, pero después de mí viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno ni siquiera de llevarle las sandalias. Él os bautizará con el Espíritu Santo y fuego.
12 En su mano sostiene el aventador; limpiará su era, recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en fuego inextinguible.«
13 Entonces Jesús, que venía de Galilea, fue a donde estaba Juan, junto al Jordán, para ser bautizado por él.
14 Juan se defendió diciendo: »Soy yo quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?«
15 Jesús le respondió: »Dejad que sea así ahora, porque conviene que cumplamos toda justicia». Entonces Juan lo permitió.
16 Jesús fue bautizado e inmediatamente salió del agua. En ese instante se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma y se posaba sobre él.
17 Y una voz del cielo dijo: »Este es mi Hijo amado, en quien me complazco«.«
Capítulo 4
1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
2 Después de ayunar durante cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.
3 Entonces el tentador se le acercó y le dijo: »Si eres el Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en panes«.«
4 Jesús le respondió: »Escrito está: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».«
5 Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, y después de colocarlo sobre el pináculo del templo,
6 Él le dijo: »Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo, porque escrito está: «A sus ángeles ha dado órdenes acerca de ti, y te llevarán en sus manos, para que tu pie no tropiece con la piedra”».«
7 Jesús le dijo: »También está escrito: «No tentarás al Señor tu Dios”».«
8 El diablo lo llevó de nuevo a una montaña muy alta y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor,
9 Él le dijo: »Todo esto te lo daré si te postras y me adoras«.
10 Entonces Jesús le dijo: »¡Apártate de mí, Satanás! Porque escrito está: «Adorarás al Señor tu Dios, y solo a él servirás”».«
11 Entonces el diablo lo dejó; inmediatamente vinieron ángeles y le sirvieron.
12 Cuando Jesús oyó que Juan había sido puesto en prisión, prisión, Se retiró a Galilea.
13 Y dejando la ciudad de Nazaret, fue y habitó en Cafarnaúm, junto al mar, en la frontera de Zabulón y Neftalí,
14 para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías:
15 » Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, que lindan con el mar, la tierra al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
16 El pueblo que habitaba en tinieblas vio una gran luz; y a los que habitaban en región de sombra de muerte, les resplandeció la luz.
17 Desde entonces, Jesús comenzó a predicar, diciendo: »Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado«.«
18 Mientras caminaba a lo largo del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano, echando sus redes en el mar, porque eran pescadores.
19 Y les dijo: »Síganme, y yo los haré pescadores de hombres«.«
20 Al instante dejaron sus redes y lo siguieron.
21 Siguiendo su camino, vio a otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan, su hermano, en una barca con su padre Zebedeo, remendando sus redes, y los llamó.
22 Ellos también, dejando su barca y a su padre en aquella misma hora, lo siguieron.
23 Jesús recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando las buenas nuevas del reino. Dios, y sanar toda enfermedad y dolencia entre el pueblo.
24 Su fama se extendió por todo el Siria, y se lo presentaron a todos los enfermos A los afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos, a los poseídos, a los locos, a los paralíticos, y él los sanó.
25 Y una gran multitud le seguía desde Galilea, la Decápolis, Jerusalén, Judea y más allá del Jordán.
Capítulo 5
1 Cuando Jesús vio a la multitud, subió a la montaña; y cuando se sentó, sus discípulos se acercaron a él.
2 Entonces abrió la boca y comenzó a enseñarles, diciendo:
3« Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
7 ¡Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia!
8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
11 Bienaventurados vosotros cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan falsamente toda clase de mal contra vosotros.
12 ¡Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos! Porque de la misma manera persiguieron a los profetas que os precedieron.
13 Ustedes son la sal de la tierra. Si la sal pierde su sabor, ¿cómo se le puede devolver? Ya no sirve para nada, sino para ser arrojada fuera y pisoteada.
14 Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede esconder;
15 Y una lámpara no se enciende y se pone debajo de un cajón, sino sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.
16 De la misma manera, dejen que su luz brille delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.
17 No piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir la Ley o los Profetas. EL abolir, pero EL lograr.
18 Porque de cierto os digo que mientras existan el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde de la ley desaparecerá hasta que todo se haya cumplido.
19 Por lo tanto, cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos, aun el más pequeño, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y los enseñe será grande en el reino de los cielos.
20 Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entraréis en el reino de los cielos.
21 Habéis oído que fue dicho a los antiguos: »No matarás, y cualquiera que mate será culpable ante el tribunal«.«
22 Y yo os digo que cualquiera que se enoje con su hermano será culpable ante el tribunal; y cualquiera que diga a su hermano: «¡Raca!», será culpable ante el tribunal; y cualquiera que diga: «¡Necio!», estará en peligro del fuego del infierno.
23 Por lo tanto, si presentas tu ofrenda en el altar y te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
24 Deja allí tu ofrenda delante del altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; luego ven y presenta tu ofrenda.
25 Llegad a un acuerdo con vuestro oponente lo antes posible, mientras vais juntos. en el tribunal, no sea que os entregue al juez, y el juez al alguacil, y seáis echados en prisión.
26 En verdad les digo que no saldrán de aquí hasta que hayan pagado el último centavo.
27 Habéis oído que fue dicho: »No cometerás adulterio«.«
28 Y yo os digo que cualquiera que mira a una mujer con lujuria ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.
29 Si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y tíralo. Es mejor que pierdas una parte de tu cuerpo a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
30 Y si tu mano derecha te hace pecar, córtala y tírala; porque es mejor que pierdas una parte de tu cuerpo a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.
31 También se ha dicho: »Quien se divorcie de su esposa deberá entregarle un certificado de divorcio«.«
32 Y yo os digo que cualquiera que se divorcia de su mujer, salvo por causa de inmoralidad sexual, la convierte en víctima de adulterio, y cualquiera que se casa con una mujer divorciada comete adulterio.
33 También habéis oído que se dijo a los antiguos: »No quebrantaréis vuestro juramento, sino cumpliréis al Señor los votos que habéis hecho«.«
34 Y yo os digo que no juréis por nada: ni por el cielo, porque es el trono de Dios;
35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.
36 No jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello de ella.
37 Pero que vuestro lenguaje sea: Esto es, y esto no es. Lo que va más allá de esto procede del maligno.
38 Habéis oído que fue dicho: »Ojo por ojo y diente por diente«.«
39 Y yo os digo que no resistáis al mal; antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.
40 Y al que quiera demandarte por tu túnica, entrégale también tu manto.
41 Y si alguien quiere obligarte a ir mil pasos, ve con él dos mil.
42 Da a quien te pida, y no rechaces a quien quiera tomar prestado de ti.
43 Habéis oído que fue dicho: »Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo«.«
44 Y yo os digo: amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os maltratan y os persiguen;
45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.
46 Si aman a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿Acaso no hacen lo mismo los recaudadores de impuestos?
47 Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿Acaso no hacen lo mismo los gentiles?
48 Por lo tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.
Capítulo 6
1 Cuídense de no hacer sus buenas obras delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos.
2 Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompetas, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para ser alabados por los demás. Les aseguro que ya han recibido su recompensa.
3 En cuanto a ti, cuando des limosna, que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha,
4 para que vuestras limosnas sean en secreto; y vuestro Padre, que ve en lo secreto, os recompensará.
5 Cuando oren, no sean como los hipócritas, a quienes les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles para que la gente los vea. Les aseguro que ya han recibido su recompensa.
6 Pero cuando quieras orar, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto. Entonces tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.
7 En vuestras oraciones, no acumuléis muchas palabras como hacen los paganos, pues ellos piensan que serán escuchados por la cantidad de palabras que hablan.
8 No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de que se lo pidáis.
9 Así es como debéis orar:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.
11 Danos hoy nuestro pan de cada día.
12 Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a los que nos deben.
13 Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal.
14 Porque si perdonáis a otros sus ofensas, vuestro Padre celestial también os perdonará a vosotros.
15 Pero si no perdonáis a los demás sus pecados, vuestro Padre tampoco os perdonará los vuestros.
16 Cuando ayunéis, no pongáis cara triste como los hipócritas, que se desfiguran el rostro para que los demás sepan que están ayunando. Os aseguro que ya han recibido su recompensa.
17 Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara,
18 para que tu ayuno no sea evidente a los hombres, sino solo a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
19 No acumulen tesoros en la tierra, donde el óxido y la polilla destruyen, y donde los ladrones entran a robar.
20 Pero acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido destruyen, y donde los ladrones no entran ni roban.
21 Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
22 El ojo es la lámpara del cuerpo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
23 Pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Si, pues, la luz que hay en ti es oscuridad, ¡cuán grande será esa oscuridad!
24 Nadie puede servir a dos señores, porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se entregará a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas.
25 Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que la comida, y el cuerpo más que la ropa?
26 Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes mucho más que ellas?
27 ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora a su vida?
28 ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Fíjense en los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan.
29 Y aun así os digo que ni siquiera Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
30 Si así viste Dios la hierba del campo, que hoy está y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?
31 Por lo tanto, no se preocupen, diciendo: ¿Qué comeremos? ¿O qué beberemos? ¿O qué vestiremos?
32 Porque son los gentiles los que buscan todas estas cosas, y vuestro Padre celestial sabe que vosotros las necesitáis.
33 Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.
34 Por lo tanto, no se preocupen por el mañana, porque el mañana traerá sus propias preocupaciones. Basta a cada día con sus propios problemas.
Capítulo 7
1 No juzguen, para que no sean juzgados.
2 Porque según con qué juzgasteis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.
3 ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en el tuyo?
4 ¿O cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando tienes una viga en el tuyo?
5 ¡Hipócrita!, primero saca la viga de tu propio ojo, y entonces verás claramente para sacar la paja del ojo de tu hermano.
6 No den lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, se vuelvan contra ustedes y los despedacen.
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
8 Porque todo aquel que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá.
9 ¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
10 O, si le pide un pescado, ¿le dará una serpiente?
11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan?
12 Así que, en todo, traten a los demás como ustedes querrían que ellos los trataran a ustedes, porque en esto se resumen la Ley y los Profetas.
13 Entren por la puerta estrecha; porque la puerta ancha y el camino espacioso llevan a la destrucción, y muchos son los que pasan por ellos;
14 Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, ¡y pocos son los que la hallan!
15 Guardaos de los falsos profetas. Vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los conoceréis: ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de las zarzas?
17 Así que todo buen árbol da buen fruto, y todo mal árbol da mal fruto.
18 Un buen árbol no puede dar malos frutos, ni un árbol malo puede dar buenos frutos.
19 Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego.
20 Por tanto, los reconoceréis por sus frutos.
21 No todo el que me dice: «Señor, Señor», ¿Quién entrará en el reino de los cielos?, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos..
22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?”
23 Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Apártense de mí, hacedores de maldad!”.
24 Por tanto, todo aquel que oye estas palabras mías y las pone en práctica es como un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca.
25 Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; mas no fue derribada, porque tenía su fundamento sobre la roca.
26 Pero todo aquel que oye estas palabras mías y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena.
27 Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y fue volcada, y grande fue su ruina.«
28 Cuando Jesús terminó este discurso, la gente quedó maravillada de su enseñanza.
29 Porque les enseñaba como teniendo autoridad, y no como sus escribas.
Capítulo 8
1 Cuando Jesús bajó de la montaña, una gran multitud lo siguió.
2 Entonces un leproso se le acercó y se arrodilló ante él, diciendo: »Señor, si quieres, puedes sanarme«.«
3 Jesús extendió su mano y lo tocó, diciendo: »Quiero; sé sanado». Y al instante quedó sano de su lepra.
4 Entonces Jesús le dijo: »Mira, no se lo digas a nadie; pero ve, preséntate al sacerdote y ofrece la ofrenda que mandó Moisés, para dar testimonio al pueblo». tu sanación.«
5 Cuando Jesús entró en Cafarnaúm, un centurión se le acercó.
6 y le oraron: »Señor, mi siervo está paralítico en mi casa, sufriendo terriblemente«.«
7 Jesús le dijo: »Iré a sanarlo”.
8 —Señor —respondió el centurión—, no soy digno de que entres en mi casa; pero con solo una palabra tuya, mi siervo quedará sano.
9 Porque yo mismo estoy bajo autoridad, y tengo soldados a mis órdenes. Yo le digo a uno: «Ve», y va; a otro: «Ven», y viene; a otro: «Haz esto», y lo hace.«
10 Cuando Jesús oyó estas palabras, se maravilló y dijo a los que le seguían: »En verdad les digo que no he encontrado a nadie en Israel con una fe tan grande.
11 Por eso les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos,
12 mientras que los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí habrá llanto y crujir de dientes.«
13 Entonces Jesús le dijo al centurión: »Vete, y que se te haga conforme a tu fe»; y en aquella misma hora su criado quedó sano.
14 Y Jesús llegó a casa de Pedro y encontró a su suegra acostada en cama, sufriendo de fiebre.
15 Él le tocó la mano, y la fiebre la dejó; al instante se levantó y comenzó a servirles.
16 Al anochecer, le trajeron varios endemoniados, y con una sola palabra expulsó a los espíritus y sanó a todos los enfermos:
17 Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías: »Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores«.«
18 Cuando Jesús vio una gran multitud a su alrededor, mandó que cruzaran al otro lado. del lago.
19 Entonces se le acercó un escriba y le dijo: »Maestro, te seguiré adondequiera que vayas«.«
20 Jesús le respondió: »Las zorras tienen sus guaridas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza«.«
21 Otro discípulo le dijo: »Señor, primero déjame ir a enterrar a mi padre«.«
22 Pero Jesús le respondió: »Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos«.«
23 Luego subió a la barca, seguido por sus discípulos.
24 Y he aquí que hubo una gran conmoción en el mar, de tal manera que las olas cubrieron la barca; pero él dormía.
25 Sus discípulos se acercaron a él y lo despertaron, diciendo: »¡Señor, sálvanos! ¡Nos estamos ahogando!«
26 Jesús les dijo: »¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó y mandó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.
27 Y todos, maravillados, decían: »¿Quién es este, que hasta los vientos y el mar le obedecen?«
28 Cuando Jesús llegó al otro lado del lago, en la región de los gerasenos, dos hombres endemoniados salieron de los sepulcros y se le acercaron; estaban tan furiosos que nadie se atrevía a pasar por allí.
29 Y comenzaron a gritar: »¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes del tiempo señalado?«
30 Había ahora una gran manada de cerdos que pastaban a cierta distancia.
31 Y los demonios le suplicaron a Jesús: »Si nos expulsas de aquí, envíanos a esa piara de cerdos«.«
32 Él les dijo: »Vayan». Y ellos salieron. de los cuerpos de los poseídos, y entraron en los cerdos. En ese mismo instante, toda la manada, corriendo, se precipitó por las laderas escarpadas hacia el mar, y perecieron en las aguas.
33 Los guardias huyeron y llegaron a la ciudad, donde contaron todas estas cosas y lo que había sucedido con los endemoniados.
34 Inmediatamente todo el pueblo salió a recibir a Jesús, y tan pronto como lo vieron, le rogaron que se fuera de su territorio.
Capítulo 9
1 Entonces Jesús subió a la barca, cruzó de nuevo el lago y llegó a su pueblo.
2 Y he aquí que le trajeron un paralítico, tendido en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico: »Hijo mío, ten ánimo; tus pecados te son perdonados«.«
3 Al instante algunos escribas se dijeron entre sí: "Este hombre está blasfemando".»
4 Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: »¿Por qué pensáis maldad en vuestros corazones?
5 ¿Qué es más fácil, decir: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate y anda»?
6 Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralítico: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».«
7 Y se levantó y se fue a su casa.
8 Cuando la multitud vio este prodigio, se llenaron de asombro y dieron gloria a Dios, que había dado tal poder a los hombres.
9 Al salir de allí, Jesús vio a un hombre llamado Mateo sentado en la oficina del recaudador de impuestos, y le dijo: »Sígueme». Y él se levantó y lo siguió.
10 Sucedió que Jesús estaba sentado a la mesa en la casa Por Mateo, Una gran multitud de recaudadores de impuestos y pecadores vinieron y se sentaron con él y sus discípulos.
11 Al ver esto, los fariseos dijeron a sus discípulos: »¿Por qué vuestro maestro come con los recaudadores de impuestos y los pescadores ¿«
12 Al oír esto, Jesús les dijo: »No son los sanos los que necesitan médico, sino los que no lo son». los enfermos.
13 Id y aprended lo que significa este dicho: Quiero merced y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino los pescadores.«
14 Entonces los discípulos de Juan se acercaron a él y le dijeron: »¿Por qué los fariseos y nosotros ayunamos con frecuencia, pero tus discípulos no ayunan?«
15 Jesús les respondió: »¿Acaso pueden los invitados a la boda estar tristes mientras el novio está con ellos? Pero vendrán días en que el novio les será quitado, y entonces ayunarán.
16 Nadie cose un parche de tela nueva en un vestido viejo, porque se desprende del vestido y empeora el desgarro.
17 Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, los odres se reventarán, el vino se derramará y los odres se echarán a perder. En cambio, el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan.«
18 Mientras les hablaba de esta manera, un jefe de la sinagoga Entró y, postrándose ante él, dijo: »Mi hija acaba de morir; pero ven, pon tu mano sobre ella, y vivirá«.«
19 Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
20 Y he aquí que una mujer, que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, se acercó por detrás y tocó el borde de su manto.
21 Porque ella se decía a sí misma: »Si tan solo toco su manto, seré sanada«.«
22 Jesús se volvió y, al verla, le dijo: »Ánimo, hija; tu fe te ha sanado». Y la mujer quedó sana en ese mismo instante.
23 Cuando Jesús llegó a la casa del gobernante de la sinagoga, Al ver a los flautistas y a la ruidosa multitud, les dijo:
24 "¡Váyanse! La muchacha no está muerta, sino dormida"; y se rieron de él.
25 Cuando la multitud se hubo dispersado, él entró, tomó a la muchacha de la mano y ella se puso de pie.
26 Y la noticia se extendió por todo el país.
27 Mientras Jesús seguía su camino, dos ciegos lo siguieron, diciendo a gran voz: »¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros!«
28 Cuando entró en la casa, los ciegos se acercaron a él, y Jesús les dijo: »¿Creen que puedo hacer esto?» Ellos le dijeron: »Sí, Señor«.«
29 Entonces les tocó los ojos y les dijo: »Que se haga con ustedes conforme a su fe«.«
30 Al instante se les abrieron los ojos, y Jesús les dijo severamente: »Mirad que nadie se entere de esto«.«
31 Pero cuando ellos se fueron, proclamaron sus alabanzas por toda la tierra.
32 Después de que se fueron, le presentaron a un hombre mudo, poseído por un demonio.
33 Cuando el demonio fue expulsado, el hombre mudo habló, y la multitud se llenó de asombro, diciendo: »Nunca antes se ha visto en Israel cosa semejante«.«
34 Pero los fariseos dijeron: »Por el príncipe de los demonios es que él expulsa a los demonios«.«
35 Y Jesús recorría todas las ciudades y pueblos, enseñando en sus sinagogas, predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y dolencia.
36 Al ver la multitud de hombres, sintió compasión por ellos, porque estaban angustiados y desamparados, como ovejas sin pastor.
37 Entonces les dijo a sus discípulos: »La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos.
38 Por tanto, ruegad fervientemente al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.«
Capítulo 10
1 Entonces llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para sanar toda enfermedad y toda dolencia.
2 Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro; luego Andrés, su hermano; Jacobo, hijo de Zebedeo; y Juan, su hermano;
3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el recaudador de impuestos; Santiago, hijo de Alfeo y Tadeo;
4 Simón el Zelote y Judas Iscariote, que lo traicionó.
5 Estos son los doce a quienes Jesús envió, después de darles estas instrucciones: »No vayan a los gentiles, ni entren en ninguna de las ciudades de los samaritanos;
6 Id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
7 Dondequiera que vayan, proclamen que el reino de los cielos está cerca.
8 Curar los enfermos, Resuciten a los muertos, limpien a los leprosos, expulsen a los demonios: lo que han recibido gratuitamente, denlo gratuitamente.
9 No lleven oro, plata ni ninguna otra moneda en sus cinturones,
10 ni bolsa para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el trabajador merece su sustento.
11 En cualquier pueblo o aldea donde entres, averigua quién es digno allí y quédate con él hasta que te vayas.
12 Cuando entres en la casa, salúdala [diciendo: La paz sea con esta casa].
13 Y si esta casa es digna, venga vuestra paz sobre ella; pero si no lo es, vuelva vuestra paz a vosotros.
14 Si se niegan a recibirte y a escuchar tu palabra, sal de esa casa o ciudad, sacudiéndote el polvo de los pies.
15 En verdad os digo que en el día del juicio será más soportable para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esta ciudad.
16 Mirad, os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, astutos como serpientes e inocentes como palomas.
17 Manténganse alerta contra los hombres, porque los entregarán a sus tribunales y los azotarán en sus sinagogas.
18 Serás llevado ante gobernadores y reyes por causa de mí, para dar testimonio acerca de mí ante ellos y ante los gentiles.
19 Cuando te entreguen, no pienses en cómo debes hablar o qué debes decir; lo que debes decir te será dicho en ese mismo momento.
20 Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará por medio de vosotros.
21 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra sus padres y los harán morir.
22 Todos seréis odiados por causa de mi nombre. ; Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
23 Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Os aseguro que no terminaréis de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre.
24 El discípulo no es superior a su maestro, ni el siervo a su amo.
25 Basta con que el discípulo sea como su maestro, y el siervo como su amo. Si al cabeza de familia lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa!
26 Así que no les tengan miedo. Porque no hay nada oculto que no haya de ser revelado, ni nada escondido que no haya de ser conocido.
27 Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz del día, y lo que os susurran al oído, proclamadlo desde las azoteas.
28 No temas a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; más bien teme a aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el infierno.
29 ¿Acaso no se venden dos gorriones por un as? Y ni uno solo cae a tierra sin que nadie se los venda. permiso De tu padre.
30 Incluso los cabellos de tu cabeza están todos contados.
31 Así que no tengan miedo: ustedes valen más que muchos gorriones.
32 Por tanto, a cualquiera que me haya confesado delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos;
33 Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
34 No penséis que he venido a traer paz en la tierra; vine a traer, no paz, pero la espada.
35 He venido a poner al hijo contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra.
36 Los enemigos de una persona serán los miembros de su propia casa.
37 El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.
38 El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
39 El que salve su vida la perderá, y el que pierda su vida por mi causa la salvará.
40 El que os recibe a vosotros, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
41 Quien recibe a un profeta como profeta, recibirá recompensa de profeta; y quien recibe a un justo como justo, recibirá recompensa de justo.
42 Y cualquiera que dé siquiera un vaso de agua fría a uno de estos pequeños por ser uno de mis discípulos, de cierto os digo que no perderá su recompensa.«
Capítulo 11
1 Cuando Jesús hubo terminado de dar instrucciones a sus doce discípulos, salió de allí para enseñar y predicar en sus pueblos.
2 Juan, en su prisión, Habiendo oído hablar de las obras de Cristo, envió a dos de sus discípulos a contarle:
3. ¿Eres tú quien debe venir, o debemos esperar a alguien más?»
4 Jesús les respondió: »Vayan y cuéntenle a Juan lo que oyen y ven:
5 Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados.
6 ¡Dichoso aquel a quien no haré tropezar!«
7 Mientras se marchaban, Jesús comenzó a hablar a la multitud acerca de Juan:
8 »¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con ropas elegantes? Pero los que visten ropas elegantes están en las casas de los reyes.”.
9 Pero ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, les digo, y más que un profeta.
10 Porque este es aquel de quien está escrito: “He aquí, yo envío mi mensajero delante de ti, el cual irá delante de ti y te preparará el camino”.
11 En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no se ha levantado nadie mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él.
12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos ha sido arrebatado por la fuerza, y los violentos lo han usurpado.
13 Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.
14 Y si queréis entenderle, él mismo es Elías, el que ha de venir.
15 ¡El que tenga oídos, que oiga!«
16 »¿Con qué puedo comparar a esta generación? Son como niños sentados en la plaza, gritando a sus compañeros:
17 Tocamos la flauta, y no bailasteis; cantamos un lamento, y no os golpeasteis el pecho.
18 Juan vino y ni comía ni bebía, y dicen: Tiene un demonio;
19 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: «Miren, un glotón y un bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores». Pero la Sabiduría es vindicada por sus hijos.«
20 Entonces Jesús comenzó a reprender a las ciudades donde había realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían arrepentido.
21 ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si milagros aquellos que fueron hechos en medio de vosotros, si hubieran sido hechos en Tiro y Sidón, hace tiempo que habrían hecho penitencia bajo cilicio y ceniza.
22 Sí, os digo que el día del juicio será más soportable para Tiro y Sidón que para vosotros.
23 Y tú, Capernaum, que te levantas hasta el cielo, hasta el Hades serás abatida; porque si milagros lo que se hizo dentro de tus muros, si se hubiera hecho en Sodoma, habría permanecido en pie hasta el día de hoy.
24 Sí, os digo que en el día del juicio será más soportable para la tierra de Sodoma que para vosotros.«
25 En aquel tiempo Jesús también dijo: »Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños pequeños.
26 Sí, padre, Te bendigo porque te complacía de esta manera.
27 Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiso revelarlo.
28 Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar.
29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
30 Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.«
Capítulo 12
1 En aquel tiempo, Jesús pasaba por los sembrados en el día de reposo, y sus discípulos, teniendo hambre, comenzaron a arrancar espigas y a comérselas.
2 Cuando los fariseos vieron esto, le dijeron: »Tus discípulos están haciendo lo que no está permitido hacer en el día de reposo«.«
3 Pero él les respondió: »¿No habéis leído lo que hizo David cuando él y los que estaban con él tuvieron hambre?
4 ¿Cómo entró en la casa de Dios y comió el pan consagrado, que no le estaba permitido comer ni a él ni a los que estaban con él, sino solo a los sacerdotes?
5 ¿O no habéis leído en la Ley que en el día de reposo los sacerdotes en el templo quebrantan el sábado y, sin embargo, pecan?
6 Pero yo os digo que aquí hay uno mayor que el templo.
7 Si entendiste este dicho: “Quiero merced, y no el sacrificio, nunca habríais condenado a gente inocente.
8 Porque el Hijo del Hombre es Señor incluso del sábado.«
9 Jesús salió de allí y entró en la sinagoga.
10 Había allí un hombre que tenía una mano paralizada, y le preguntaron a Jesús: »¿Está permitido sanar en el día de reposo?». Esto era para tener un pretexto para acusarlo.
11 Él les respondió: »¿Quién de ustedes, si tiene una sola oveja y esta cae en un pozo en día de reposo, no la toma y la saca?”
12 ¡Cuánto más valioso es un hombre que una oveja! Por lo tanto, es lícito hacer el bien en el día de reposo.«
13 Entonces le dijo al hombre: »Extiende tu mano». Él la extendió, y quedó sana como la otra.
14 Los fariseos salieron y conspiraron contra él para ver cómo podrían destruirlo.
15 Pero cuando Jesús se enteró de esto, se retiró de aquel lugar. Una gran multitud lo siguió, y sanó a todos. sus enfermos.
16 Y les mandó que no lo dieran a conocer:
17 para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías:
18 »Aquí está mi siervo, a quien he escogido; mi amado, en quien me complazco. Pondré mi Espíritu sobre él, y proclamará justicia a las naciones».
19 No peleará, no gritará, ni se oirá su voz en las plazas públicas.
20 No quebrará la caña cascada ni apagará la mecha humeante hasta que haga triunfar la justicia.
21 En su nombre las naciones pondrán su esperanza.«
22 Entonces le trajeron un hombre endemoniado, ciego y mudo, y lo sanó, de manera que el hombre habló y vio.
23 Y todo el pueblo se maravilló y dijo: »¿No es este el hijo de David?«
24 Pero cuando los fariseos oyeron esto, dijeron: »Él expulsa a los demonios solamente por medio de Beelzebú, el príncipe de los demonios«.«
25 Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: »Todo reino dividido contra sí mismo quedará desolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá.
26 Si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?
27 Y si yo expulso demonios por Beelzebú, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces.
28 Pero si por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, Por tanto, el reino de Dios ha llegado a vosotros..
29 ¿Y cómo puede uno entrar en la casa de un hombre fuerte y saquear sus muebles, si antes no lo ha atado? Solo entonces podrá saquear su casa.
30 El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
31 »Por eso les digo que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.
32 A cualquiera que hable contra el Hijo del Hombre se le perdonará; pero a cualquiera que hable contra el Espíritu Santo no se le perdonará, ni en este siglo ni en el venidero.
33 O bien el árbol es bueno y su fruto es bueno, o bien el árbol es malo y su fruto es malo, porque por su fruto se conoce al árbol.
34 ¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis decir algo bueno, siendo malvados? Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
35 Un hombre bueno saca de un buen tesoro de su corazón Las cosas buenas las saca el hombre malo, y él, del mal tesoro, saca las cosas malas.
36 Les digo que en el día del juicio, la gente dará cuenta de cada palabra ociosa que haya pronunciado.
37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.«
38 Entonces algunos de los escribas y fariseos hablaron y dijeron: »Maestro, queremos ver una señal tuya«.«
39 Él les respondió: »Esta generación perversa y adúltera pide una señal, pero no se le dará ninguna, excepto la señal del profeta Jonás:
40 Así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así también el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el corazón de la tierra.
41 Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la condenarán, porque se arrepintieron ante la voz de Jonás, y aquí hay alguien mayor que Jonás.
42 La Reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí, algo mayor que Salomón está aquí.
43 »Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, anda por lugares áridos, buscando reposo, y no lo halla.
44 Entonces dijo: “Volveré a mi casa de donde salí”. Y cuando regresó, la encontró vacía, limpia y decorada.
45 Luego fue y tomó consigo otros siete espíritus peores que él, y, entrando en esta casa, Allí se establecen, y el estado final de ese hombre es peor que el primero. Así sucederá con esta generación perversa.«
46 Mientras él todavía hablaba con la gente, su madre y sus hermanos estaban afuera, queriendo hablar con él.
47 Alguien le dijo: »Tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablar contigo«.«
48 Jesús respondió al hombre que le preguntó esto: »¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?«
49 Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: »Aquí están mi madre y mis hermanos.
50 Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.«
Capítulo 13
1 Aquel día Jesús salió de la casa y se sentó junto al mar.
2 Como se había reunido una gran multitud a su alrededor, tuvo que subir a una barca, donde se sentó, mientras la multitud permanecía en la orilla;
3 Y les habló muchas cosas por medio de parábolas: — El sembrador, dijo, salió a sembrar.
4 Y mientras sembraba, algunas semillas cayeron junto al camino, y vinieron las aves del cielo y las comieron.
5 Otros granos cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron inmediatamente, porque la tierra era poco profunda.
6 Pero cuando salió el sol, la planta, afectada por su calor y sin tener raíz, se secó.
7 Otros cayeron entre las espinas, y las espinas crecieron y los ahogaron.
8 Otras cayeron en buena tierra y produjeron fruto, algunas cien, otras sesenta y otras treinta.
9 ¡El que tenga oídos, que oiga!«
10 Entonces sus discípulos se acercaron a él y le dijeron: »¿Por qué les hablas en parábolas?«
11 Él les respondió: »A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos, pero a ellos no se les ha concedido.
12 Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
13 Por eso les hablo en parábolas, Porque cuando ven, no ven; y cuando oyen, ni oyen ni entienden.
14 Porque en ellos se cumple la profecía de Isaías: »Oirán siempre, pero no entenderán; verán siempre, pero no percibirán.
15 Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido; han endurecido sus oídos y cerrado sus ojos; para que no vean con sus ojos, ni oigan con sus oídos, ni entiendan con sus corazones, ni se conviertan y sean sanados por mí.«
16 ¡Dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen!
17 En verdad les digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, pero no lo oyeron.
18 Por lo tanto, escucha. Qué significa La parábola del sembrador:
19 »Todo aquel que oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y quita lo que fue sembrado en su corazón; así fue como fue sembrada la semilla.
20 El terreno pedregoso en el que cayó es aquel que oye la palabra y al instante la recibe con alegría:
21 Pero no tiene raíces; es inestable; tan pronto como viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, inmediatamente se aparta.
22 Los espinos que recibieron la semilla son los que oyen la palabra; pero las preocupaciones de este mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y no da fruto.
23 La buena tierra sembrada es la del que oye la palabra y la entiende; este da fruto y produce uno al ciento por uno, otro al sesenta por uno, otro al treinta por uno.«
24 Les contó otra parábola, diciendo: »El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
25 Pero mientras los hombres dormían, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
26 Cuando la hierba creció y dio su fruto, entonces aparecieron también las malas hierbas.
27 Entonces los siervos del dueño de la finca se acercaron a él y le dijeron: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió la cizaña?”
28 Él les respondió: “Esto lo hizo un enemigo”. Los siervos le dijeron: “¿Quieres que vayamos a recogerlo?”.
29 No, les dijo, no sea que arranquen el trigo con la cizaña.
30 Dejen que ambos crezcan hasta la cosecha, y en el tiempo de la cosecha diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y recojan el trigo en mi granero.«
31 Les contó otra parábola, diciendo: »El reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo.
32 Es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando crece, es mayor que todas las plantas del jardín y se convierte en árbol, de tal manera que las aves del cielo vienen a refugiarse en sus ramas.«
33 También les contó esta parábola: »El reino de los cielos es semejante a la levadura que una mujer tomó y mezcló con unos sesenta kilos de harina hasta que fermentó toda la masa«.«
34 Jesús dijo todas estas cosas a la multitud que estaba en parábolas, y sólo le habló en parábolas,
35 Así se cumplió la palabra del profeta: «Abriré mi boca y parábolasy revelaré cosas ocultas desde la creación del mundo.
36 Después de despedir a la gente, regresó a la casa; sus discípulos se acercaron a él y le dijeron: »Explícanos la parábola de la cizaña en el campo«.«
37 Él respondió: »El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre;
38 El campo es el mundo; el buen grano son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del Maligno;
39 El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles.
40 Así como se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será al fin de los tiempos.
41 El Hijo de Dios enviará a sus ángeles, y ellos recogerán de su reino a todos los que hacen pecar y a todos los que quebrantan la ley,
42 y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.
43 Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!
44 »El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, que un hombre halló y volvió a esconder allí”. de nuevo, Y, lleno de alegría, se marcha, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
45 »El reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas.
46 Habiendo hallado una perla de gran precio, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.
47 »De nuevo, el reino de los cielos es semejante a una red que fue echada al mar y recogió toda clase de peces.
48 Cuando está llena, los pescadores la sacan y, sentados en la orilla, escogen los buenos para ponerlos en jarras y desechan los malos.
49 Lo mismo ocurrirá en el fin del mundo: los ángeles Vendrán y separarán a los malos de los justos,
50 y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.
51 —¿Han entendido todo esto? —Le dijeron: —Sí, Señor.»
52 Y añadió: »Por eso, todo escriba experto en el reino de los cielos es como el padre de una familia que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas«.«
53 Después que Jesús hubo terminado estas cosas, parábolas, Él salió de allí.
54 Cuando llegó a su tierra, enseñó en la sinagoga; de tal manera que se asombraron y dijeron: »¿De dónde le viene a este hombre esta sabiduría y estos milagros?”
55 ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama así su madre? Casado, ¿Y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?
56 ¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, sacó todas estas cosas?«
57 Y les fue un obstáculo. Pero Jesús les dijo: »Un profeta no carece de honra sino en su propia tierra y hogar«.«
58 Y no realizó muchos milagros en aquel lugar a causa de la incredulidad de ellos.
Capítulo 14
1 En aquel tiempo Herodes el tetrarca se enteró de las cosas que se publicaban acerca de Jesús.
2 Y dijo a sus siervos: »¡Este es Juan el Bautista! Ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él poderes milagrosos«.«
3 Porque Herodes había prendido a Juan, le había atado con cadenas y le había echado en la cárcel. prisión, por causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe,
4 porque Juan le había estado diciendo: »No te es lícito tenerla por esposa«.«
5 Con gusto lo habría matado, pero temía al pueblo, que consideraba a Juan un profeta.
6 Cuando se celebraba el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de los invitados y agradó a Herodes.,
7 de modo que prometió bajo juramento darle todo lo que ella le pidiera.
8 Ella, siguiendo las instrucciones de su madre, dijo: »Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista«.«
9 El rey se entristeció; pero debido a su juramento y a sus invitados, mandó que se le diera,
10 Y mandó decapitar a Juan en su casa. prisión.
11 Y la cabeza, traída en una bandeja, fue entregada a la joven, quien la llevó a su madre.
12 Los discípulos de Juan vinieron, tomaron el cuerpo y lo enterraron; luego fueron y se lo contaron a Jesús.
13 Al enterarse Jesús, se fue de allí en una barca y se retiró a un lugar solitario. Pero la gente, al enterarse, lo siguió a pie desde los pueblos. vecinos.
14 Cuando desembarcó, vio una gran multitud y tuvo compasión de ellos, y sanó a sus enfermos.
15 Al anochecer, sus discípulos se acercaron a él y le dijeron: »Este es un lugar desierto y ya es tarde. Despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren algo de comer«.«
16 Pero Jesús les dijo: »No tienen por qué irse; denles ustedes mismos de comer«.«
17 Ellos le respondieron: »Aquí solo tenemos cinco panes y dos peces«.«
18 "Tráiganlos aquí ante mí", les dijo.
19 Después de hacer que la multitud se sentara en la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, y mirando al cielo, pronunció una bendición; luego partió los panes, se los dio a sus discípulos, y los discípulos se los dieron a la gente.
20 Todos comieron y quedaron satisfechos, y recogieron doce cestas llenas de los pedazos sobrantes.
21 Y el número de los que habían comido era como cinco mil hombres, sin contar los que habían comido. mujer y los niños.
22 Inmediatamente después, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se adelantaran a la otra orilla del lago, mientras él despedía a la multitud.
23 Después de despedirla, subió al monte a orar a solas; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
24 Pero la barca, que ya estaba en medio del mar, era azotada por las olas, porque el viento le era contrario.
25 En la cuarta vigilia de la noche, Jesús salió a donde estaban sus discípulos, caminando sobre el mar.
26 Cuando lo vieron caminar sobre el mar, se aterrorizaron y dijeron: »¡Es un fantasma!» y gritaron de miedo.
27 Jesús les habló inmediatamente, diciendo: »¡Ánimo! Soy yo. No tengan miedo«.«
28 Pedro intervino diciendo: »Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua«.«
29 Él le dijo: »Ven»; y Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús.
30 Pero al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y cuando comenzó a hundirse, gritó: »¡Señor, sálvame!«
31 Al instante Jesús extendió la mano y lo sujetó, diciéndole: »Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?«
32 Y cuando subieron a la barca, el viento se calmó.
33 Entonces los que estaban en la barca se acercaron y lo adoraron, diciendo: »Verdaderamente eres el Hijo de Dios«.«
34 Después de cruzar el lago, llegaron a la tierra de Genesaret.
35 La gente del lugar, al reconocerlo, envió mensajeros en toda la zona circundante, y le trajeron todo los enfermos.
36 Y le rogaron que les permitiera siquiera tocar el borde de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron sanos.
Capítulo 15
1 Entonces algunos escribas y fariseos de Jerusalén se acercaron a Jesús y le dijeron:
2 »¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen«.«
3 Él les respondió: »¿Y por qué transgredéis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
4 Porque Dios dijo: «Honra a tu padre y a tu madre», y: «El que maldiga a su padre o a su madre, morirá irremisiblemente».
5 Pero vosotros decís: «Si alguien dice a su padre o a su madre: “Todo lo que podía haberte ayudado, se lo he dado”,»
6. No necesita honrar a su padre o a su madre de ninguna otra manera. Y con vuestra tradición anuláis el mandamiento de Dios.
¡Siete hipócritas! Isaías tenía razón cuando profetizó acerca de ustedes:
8 Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está lejos de mí.
9 En vano me honran, dándome preceptos que no son más que mandamientos de hombres.«
10 Entonces acercó a la multitud y les dijo: »Escuchen y entiendan.
11 No es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de la boca; esto es lo que contamina al hombre.«
12 Entonces sus discípulos se acercaron a él y le dijeron: »¿Sabes que los fariseos se escandalizaron al oír esto?«
13 Él respondió: »Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado será arrancada de raíz.
14 Déjenlos; son guías ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo.«
15 Pedro le respondió: »Explícanos esta parábola«.«
16 Jesús respondió: »¿También ustedes siguen sin entender?
17 ¿No entienden que todo lo que entra por la boca va al estómago y luego se expulsa al lugar secreto?
18 Pero lo que sale de la boca procede del corazón, y esto es lo que contamina a la persona.
19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las palabras abusivas.
20 Esto es lo que contamina a la persona; pero comer con las manos sin lavar no contamina a la persona.«
21 Jesús salió de allí y se retiró en dirección a Tiro y Sidón.
22 Y he aquí que una mujer cananea de aquella tierra salió, clamando a gran voz: »¡Ten misericordia de mí, Señor, Hijo de David! Mi hija está siendo atormentada severamente por un demonio«.«
23 Jesús no le respondió palabra. Entonces sus discípulos se acercaron a él y le rogaron: »Despídela, porque viene gritando detrás de nosotros«.«
24 Él respondió: »No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel«.«
25 Pero esta mujer se acercó y se arrodilló ante él, diciendo: »¡Señor, ayúdame!«
26 Él respondió: »No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros«.«
27 —Es cierto, Señor —dijo ella—; pero al menos los perritos comen las migajas que caen de la mesa de su amo.»
28 Entonces Jesús le dijo: »Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu petición». Y su hija quedó sana en ese mismo instante.
29 Jesús salió de allí y llegó al mar de Galilea. Subió a una montaña y se sentó.
30 Y se le acercó una gran multitud, que traía consigo cojos, ciegos, sordos, mudos, lisiados y muchos otros. pacientes. Los pusieron a sus pies, y él los sanó;
31 De modo que la multitud se llenó de asombro, viendo a los mudos hablar, los lisiados Ellos sanaron, los cojos caminaron, los ciegos vieron y ella glorificó al Dios de Israel.
32 Pero Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: »Siento compasión por esta gente, porque ya llevan tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos con hambre, por temor a que se desmayen en el camino«.«
33 Los discípulos le dijeron: »¿Dónde encontraremos en este desierto suficiente pan para alimentar a tanta gente?«
34 Jesús les preguntó: »¿Cuántos panes tienen?» »Siete«, respondieron, “y unos pocos peces pequeños”.«
35 Entonces hizo que la multitud se sentara en el suelo,
36 Tomó los siete panes y los peces, y después de dar gracias, los partió y se los dio a sus discípulos, y estos a la gente.
37 Todos comieron y quedaron satisfechos, y de los pedazos que sobraron recogieron siete canastas llenas.
38 Y el número de los que habían comido era cuatro mil, sin contar mujer y los niños.
39 Después de despedir a la gente, Jesús subió a la barca y llegó a la tierra de Magedán.
Capítulo 16
1 Los fariseos y saduceos se acercaron a Jesús y, para ponerlo a prueba, le pidieron que les mostrara una señal del cielo.
2 Él les respondió: »Por la tarde decís: “Hará buen tiempo, porque el cielo está rojo;
3 de la mañana: Hoy habrá tormenta, porque el cielo está de un rojo oscuro.
4 ¡Hipócritas! ¿Saben interpretar las apariencias del cielo, pero no saben interpretar las señales de los tiempos? Una generación malvada y adúltera pide una señal, pero no se le dará ninguna, excepto la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.
5 Cuando cruzaron al otro lado del lago, sus discípulos se habían olvidado de llevar pan.
6 Jesús les dijo: »Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y saduceos«.«
7 Y pensaron y se dijeron a sí mismos: »Es porque no trajimos pan«.«
8 Pero Jesús, viendo sus pensamientos, les dijo: »Hombres de poca fe, ¿por qué hablan entre ustedes de que no han tomado pan?
9 ¿Todavía no entienden, y no recuerdan los cinco panes que se repartieron entre cinco mil hombres, y cuántas cestas llevaron?
10 Ni los siete panes repartidos entre cuatro mil hombres, ¿y cuántas cestas os llevasteis?
11 ¿Cómo es que no entienden que no me refería al pan cuando les dije: «Guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos”?«
12 Entonces comprendieron que les había dicho que se cuidaran, no de la levadura que se pone en el pan, sino de la enseñanza de los fariseos y saduceos.
13 Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: »¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?«.«
14 Ellos le respondieron: »Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros Elías, otros Jeremías o alguno de los profetas”.
15 Y a ustedes, les dijo, ¿quién dicen que soy yo?«
16 Simón Pedro tomó la palabra y dijo: »Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente«.«
17 Jesús le respondió: »Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan, porque esto no te fue revelado por carne ni sangre, sino por mi Padre que está en los cielos.
18 Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
19 Y te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.«
20 Entonces les ordenó a sus discípulos que no le dijeran a nadie que él era el Cristo.
21 Desde entonces, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén y sufrir mucho a manos de los ancianos, los escribas y los principales sacerdotes, y que debía ser muerto y al tercer día resucitar.
22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: »¡Jamás, Señor! ¡Esto nunca te sucederá!«
23 Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: »¡Apártate de mí, Satanás! Me eres un obstáculo; no entiendes las cosas de Dios, sino que tienes pensamientos humanos«.«
24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: »Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
25 Porque el que quiera salvar su vida la perderá, y el que pierda su vida por mi causa la hallará.
26 Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma? ¿O qué puede dar el hombre a cambio de su alma?
27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno según sus obras.
28 En verdad les digo que muchos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del Hombre venir en su reino.«
Capítulo 17
1 Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a una montaña alta.
2 Y se transfiguró delante de ellos: su rostro resplandeció como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
3 Y he aquí, Moisés y Elías se les aparecieron, conversando con él.
4 Pedro respondió a Jesús: »Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, pondremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías«.«
5 Mientras aún hablaba, una nube brillante los cubrió, y una voz salió de la nube, diciendo: »Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escúchenlo«.«
6 Cuando los discípulos oyeron esta voz, cayeron rostro en tierra y quedaron aterrorizados.
7 Pero Jesús se acercó y los tocó, diciéndoles: »Levántense, no tengan miedo«.«
8 Entonces, al levantar la vista, no vieron a nadie más que a Jesús solo.
9 Mientras bajaban de la montaña, Jesús les dio esta orden: »No le cuenten a nadie esta visión hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos«.«
10 Entonces sus discípulos le preguntaron: »¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?«.«
11 Él les respondió: »En verdad, Elías vendrá y restaurará todas las cosas.
12 Pero les digo que Elías ya vino, y no lo reconocieron, sino que lo trataron como quisieron. Así harán con el Hijo del Hombre.«
13 Entonces los discípulos comprendieron que les había estado hablando de Juan el Bautista.
14 Cuando Jesús regresó a la gente, un hombre se le acercó y, postrándose ante él, le dijo: »Señor, ten misericordia de mi hijo que es epiléptico y sufre terriblemente; a menudo cae en el fuego y a menudo en el agua.
15 Lo presenté a tus discípulos, y ellos no pudieron sanarlo.«
16 Jesús respondió: »¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí«.«
17 Y Jesús reprendió al demonio, y el demonio salió del niño, y fue sanado en ese mismo instante.
18 Entonces los discípulos se acercaron a Jesús en privado y le preguntaron: »¿Por qué no pudimos expulsarlo?«.«
19 Jesús les dijo: »Por vuestra falta de fe. De cierto os digo que si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladaría; y nada os sería imposible».
20 Pero este tipo demonio Solo se la puede expulsar mediante el ayuno y la oración.«
21 Mientras recorrían Galilea, Jesús les dijo: »El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres,
22 y lo matarán, y resucitará al tercer día.» Y se entristecieron mucho.
23 Cuando regresaron a Cafarnaúm, los que cobraban las didracmas se acercaron a Pedro y le dijeron: »¿Acaso tu maestro no paga las didracmas?»
24 —Sí —dijo Pedro. Y cuando entraban en la casa, Jesús le habló primero a él, diciendo: —¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes cobran los reyes de la tierra los impuestos o los tributos? ¿De sus propios hijos o de los extranjeros?»
25 Pedro respondió: »Extranjeros —le dijo Jesús—, entonces los hijos están exentos.
26 Pero para no ofenderlos, ve al mar, echa tu anzuelo y saca el primer pez que pique; ábrele la boca y encontrarás un estatero. Tómalo y dáselo a ellos por mí y por ti.«
Capítulo 18
1 En aquel tiempo los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: »¿Quién es, pues, el más grande en el reino de los cielos?«
2 Jesús llamó a un niño pequeño y lo puso en medio de ellos.
3 y les dijo: »En verdad les digo que, a menos que cambien y se vuelvan como niños pequeños, no entrarán en el reino de los cielos.
4 Por lo tanto, quien se humille como este niño pequeño será el más grande en el reino de los cielos.
5 Y quien recibe a un niño como este en mi nombre, me recibe a mí.
6 Pero al que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le colgaran al cuello una piedra de molino y lo hundieran en lo profundo del mar.
7 ¡Ay del mundo por los escándalos! Es necesario que haya escándalos; pero ¡ay del hombre por quien viene el escándalo!
8 Si tu mano o tu pie te hacen pecar, córtalo y deséchalo. Es mejor para ti entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con dos manos o dos pies.
9 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y tíralo; mejor te es entrar en la vida con un solo ojo que tener dos ojos y ser arrojado al fuego del infierno.
10 »Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en el cielo ven siempre el rostro de mi Padre que está en el cielo.
11 (Porque el Hijo del Hombre vino a salvar lo que se había perdido).
12 ¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se extravía, ¿acaso no deja las noventa y nueve en la montaña y va a buscar la que se extravió?
13 Y si tiene la suerte de encontrarla, les digo en verdad que será más feliz por ella que por los noventa y nueve que no se extraviaron.
14 De la misma manera, es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que ni uno solo de estos pequeños se pierda.
15 »Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo a solas; si te escucha, habrás ganado a tu hermano.
16 Si no te escucha, lleva contigo a uno o dos más, para que cada caso sea decidido por el testimonio de dos o tres testigos.
17 Si no les hace caso, díselo a la iglesia; y si tampoco a la iglesia le hace caso, considéralo como a un pagano y a un recaudador de impuestos.
18 En verdad les digo que todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo.
19 »Os lo repito: si dos de vosotros en la tierra se ponen de acuerdo, cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en los cielos.
20 Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.«
21 Entonces Pedro se acercó a él y le dijo: »Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?«
22 Jesús le dijo: »No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces.
23 »Por eso el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos.
24 Cuando comenzó el ajuste de cuentas, le trajeron a un hombre que le debía diez mil talentos.
25 Como no tenía cómo pagar, su amo ordenó que él, su esposa, sus hijos y todo lo que tenía fueran vendidos para pagar su deuda.
26 El siervo cayó a sus pies y le suplicó, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo”.
27 Movido a compasión, el amo de aquel siervo lo dejó ir y le perdonó su deuda.
28 El siervo, en cuanto salió, se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien denarios. Lo agarró por el cuello y lo estranguló, diciéndole: «¡Paga lo que debes!».
29 Su compañero se postró a sus pies y le suplicó, diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo”.
30 Pero él, no escuchándolo, se fue y lo hizo encerrar en prisión. prisión hasta que pagó su deuda.
31 Cuando los demás siervos vieron esto, se angustiaron mucho y fueron a contarle a su amo lo que había sucedido.
32 Entonces el amo lo llamó y le dijo: “Siervo malvado, te perdoné todas tus deudas porque me lo suplicaste”.
33 ¿No debías tú también haber tenido misericordia de tu consiervo, así como yo tuve misericordia de ti?
34 Y su amo enojado lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda su deuda.
35 Así también mi Padre celestial tratará a cada uno de ustedes a menos que perdonen de corazón a su hermano o hermana.«
Capítulo 19
1 Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, salió de Galilea y se fue a los límites de Judea, al otro lado del Jordán.
2 Una gran multitud lo siguió, y allí fue sanado. los enfermos.
3 Entonces los fariseos se acercaron a él para ponerlo a prueba; le dijeron: »¿Es lícito que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo?«
4 Él les respondió: »¿No habéis leído que el Creador, al principio, los hizo hombre y mujer, y dijo:
5 Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo.
6 Así que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.«
7 —Entonces —le preguntaron—, ¿por qué mandó Moisés que se expidiera un certificado de divorcio y que se despidiera a la esposa?»
8 Él les respondió: »Fue por la dureza de vuestro corazón que Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no fue así.
9 Pero yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, salvo por causa de inmoralidad sexual, y se case con otra mujer, comete adulterio; y cualquiera que se case con una divorciada comete adulterio.«
10 Sus discípulos le dijeron: »Si esto sucede entre un hombre y una mujer, mejor es no casarse«.«
11 Él les dijo: »No todos entienden esto, sino que solo aquellos a quienes se les ha dado.
12 Porque hay eunucos que nacieron así, desde el vientre de su madre; hay eunucos que fueron hechos eunucos por manos ajenas; y hay eunucos que se hicieron eunucos a sí mismos por causa del reino de los cielos. El que pueda entender esto, que lo entienda.«
13 Entonces le trajeron niños pequeños para que les impusiera las manos y orara para ellos. Y mientras los discípulos reprendían a esta gente,
14 Jesús les dijo: »Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos pertenece a los que son como ellos«.«
15 Y después de imponerles las manos, siguió su camino.
16 Y he aquí que un joven se le acercó y le dijo: »Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?«
17 Jesús le respondió: »¿Por qué me llamas bueno? Solo Dios es bueno. Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos».
18 —¿Cuáles? —preguntó. Jesús respondió: —No matarás; no cometerás adulterio; no robarás; no darás falso testimonio.
19 Honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.«
20 El joven le dijo: »He guardado todos estos mandamientos desde mi niñez; ¿qué me falta aún?«
21 Jesús le dijo: »Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; luego ven y sígueme«.«
22 Al oír estas palabras, el joven se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
23 Y Jesús dijo a sus discípulos: »En verdad les digo que es difícil para un rico entrar en el reino de los cielos.
24 Os lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos.«
25 Al oír esto, los discípulos quedaron muy asombrados y dijeron: »¿Quién, pues, podrá ser salvo?«.«
26 Jesús los miró y les dijo: »Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible«.«
27 Entonces Pedro intervino, diciendo: »Miren, nosotros lo hemos dejado todo para seguirte; ¿qué, pues, debemos esperar?«
28 Jesús les respondió: »En verdad les digo que, cuando el Hijo del Hombre se renueve y se siente en su trono glorioso, ustedes que me han seguido también se sentarán en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
29 Y todo aquel que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o esposa, o hijos, o campos por mi causa, recibirá cien veces más y poseerá la vida eterna.«
30 »Y muchos de los primeros serán últimos, y muchos de los últimos serán primeros.«
Capítulo 20
1 »Porque el reino de los cielos es semejante a un propietario que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña.
2 Habiendo acordado con los trabajadores un denario al día, los envió a su viña.
3 Salió alrededor de la tercera hora y vio a otros que estaban de pie en la plaza sin hacer nada.
4 Él les dijo: “Vayan también a mi viña, y yo les daré lo que es justo;
5 Y fueron allí. Salió otra vez cerca de la hora sexta y cerca de la hora novena, e hizo lo mismo.
6 Finalmente, saliendo cerca de la hora undécima, encontró a otros que estaban ociosos y les dijo: “¿Por qué están aquí todo el día sin hacer nada?”
7 Ellos le respondieron: “Porque nadie nos ha elogiado”. Él les dijo: “Vayan también ustedes a mi viña”.
8 Al llegar la noche, el dueño de la viña dijo a su capataz: “Llama a los trabajadores y págales su salario, comenzando por los últimos contratados y continuando hasta los primeros”.
9 Los que llegaron a última hora recibieron un denario cada uno.
10 Los que llegaron primero pensaron que recibirían más; pero cada uno recibió también un denario.
11 Al recibirlo, murmuraron contra el padre de familia,
12 diciendo: Estos últimos han trabajado solo una hora, y les estás dando lo mismo que a nosotros, que hemos soportado la carga del día y el calor.
13 Pero el Maestro, dirigiéndose a uno de ellos, respondió: “Amigo, no te estoy haciendo ningún daño: ¿no acordaste conmigo un denario?”
14 Toma lo que te pertenece y vete. En cuanto a mí, quiero darle a este último tanto como a ti.
15 ¿Acaso no puedo hacer con mi propiedad lo que quiera? ¿Y me mirarán con malos ojos porque yo soy bueno?
16 Así que los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos. Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos.«
17 Mientras Jesús subía a Jerusalén, tomó aparte a los doce discípulos y les dijo en el camino:
18 »Vamos a subir a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte,
19 y lo entregarán a los gentiles para que lo escarnezcan, lo azoten y lo crucifiquen; y resucitará al tercer día.«
20 Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús con sus hijos y se arrodilló ante él para pedirle algo.
21 Él le dijo: »¿Qué quieres?». Ella respondió: »Ordena que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu reino«.«
22 Jesús les dijo: »No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que estoy a punto de beber?«. «Podemos», le respondieron.
23 Él les respondió: »Sí, beberéis de mi copa, pero no me corresponde conceder que os sentéis a mi derecha o a mi izquierda, sino a aquellos para quienes mi Padre lo ha preparado«.«
24 Cuando los otros diez oyeron esto, se indignaron contra los dos hermanos.
25 Pero Jesús los llamó y les dijo: »Ustedes saben que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellas.
26 Entre vosotros no será así; sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros deberá ser vuestro servidor;
27 Y el que quiera ser el primero entre vosotros deberá convertirse en vuestro esclavo.
28 Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.«
29 Cuando salieron de Jericó, una gran multitud los siguió.
30 Dos ciegos, que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, gritaron: »¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!«
31 La multitud los reprendió, diciéndoles que se callaran; pero ellos gritaron aún más fuerte: »¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!«
32 Jesús se detuvo, los llamó y les dijo: »¿Qué quieren que haga por ustedes?”
33 —Señor —le dijeron—, ¡que se nos abran los ojos!«
34 Movido a compasión, Jesús les tocó los ojos, y al instante recobraron la vista y lo siguieron.
Capítulo 21
1 Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, cerca del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos,
2 diciéndoles: »Vayan a la aldea que está enfrente de ustedes; enseguida encontrarán allí una burra atada, y un pollino con ella; desátenlos y tráiganmelos.
3 Y si alguien les dice algo, díganles que el Señor los necesita, y serán liberados de inmediato.«
4 Esto sucedió para que se cumpliera lo que el profeta había dicho:
5 »Díganle a la hija de Sión: «Miren, su rey viene a ustedes, manso y sentado sobre un asno, sobre un pollino, cría de la que lleva el yugo’”.«
6 Entonces los discípulos fueron e hicieron como Jesús les había mandado.
7 Trajeron el asno y el pollino, les pusieron sus mantos encima y los hicieron sentarse sobre ellos.
8 Una gran cantidad de gente extendió sus mantos a lo largo del camino; otros cortaron ramas de los árboles y las esparcieron por el camino.
9 Y toda la multitud, delante de Jesús y detrás de él, gritaba: »¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!«
10 Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmocionó y preguntaba: »¿Quién es este?«
11 Y la gente respondió: »Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea«.«
12 Cuando Jesús entró en el templo, expulsó a todos los que allí compraban y vendían; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas,
13 y les dijo: »Escrito está: «Mi casa será llamada casa de oración”, y ustedes la han convertido en cueva de ladrones».«
14 Ciegos y cojos acudieron a él en el templo, y él los sanó.
15 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo milagros que estaba haciendo, y los niños que gritaban en el templo y decían: "¡Hosanna al Hijo de David!" se indignaron,
16 Y le dijeron: »¿Oyes lo que dicen?« “Sí”, respondió Jesús, “¿nunca habéis leído: ‘De labios de niños y de mamantes habéis preparado alabanza para vosotros mismos’?”
17 Y habiéndolos dejado allí, salió de la ciudad y se dirigió hacia Betania, donde pasó la noche al aire libre.
18 A la mañana siguiente, cuando regresaba a la ciudad, tuvo hambre.
19 Viendo una higuera junto al camino, se acercó a ella; pero no encontró en ella más que hojas, y le dijo: »¡Que nunca des fruto alguno!». Y al instante la higuera se secó.
20 Al ver esto, los discípulos se asombraron y preguntaron: »¿Cómo se secó tan rápido?«
21 Jesús les respondió: »Les aseguro que si tienen fe y no dudan, no solo harán lo que se hizo con la higuera, sino que incluso si le dicen a esta montaña: “¡Quítate de ahí y échate al mar!”, así sucederá.
22 Todo lo que pidan en oración, creyendo, lo recibirán.«
23 Cuando entró en el templo y estaba enseñando, los principales sacerdotes y los ancianos se le acercaron y le dijeron: »¿Con qué autoridad haces estas cosas, y quién te dio esta autoridad?«
24 Jesús les respondió: »Yo también les haré una pregunta, y si me la responden, les diré con qué autoridad hago estas cosas:
25 »¿De dónde vino el bautismo de Juan? ¿Del cielo o de los hombres?». Pero ellos estaban reflexionando entre sí sobre esto:
26 »Si respondemos: «Del cielo’, nos dirá: ‘¿Por qué, pues, no creísteis en él?’ Pero si respondemos: ‘De los hombres’, debemos temer a la gente, porque todos tienen a Juan por profeta”.«
27 Ellos le respondieron a Jesús: »No lo sabemos«. Jesús les contestó: “Tampoco yo les diré con qué autoridad hago estas cosas”.«
28 ¿Pero qué les parece? Un hombre tenía dos hijos; yendo al primero, le dijo: »Hijo mío, ve a trabajar hoy en mi viña.
29 Él respondió: “No quiero”; pero luego, movido por el remordimiento, se fue.
30 Luego, dirigiéndose al otro, le dio la misma orden. Él respondió: «Iré, mi señor»; y no fue.
31 ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre? »El primero», le respondieron. Entonces Jesús dijo: «Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas entrarán en el reino de Dios antes que ustedes».
32 Porque Juan vino a ustedes por el camino de la justicia, y ustedes no le creyeron; pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron, y ustedes, que han visto esto, todavía no se han arrepentido para creerle.
33 »Escuchen otra parábola. Había un propietario que plantó una viña. La cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia; y después de arrendarla a unos labradores, se fue de viaje.
34 Cuando llegó el tiempo de la cosecha, envió a sus siervos a los labradores para que recogieran los frutos de su viña.
35 Los inquilinos se apoderaron de sus siervos, golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a un tercero.
36 Envió de nuevo a otros siervos, más que la primera vez, y los trataron de la misma manera.
37 Finalmente les envió a su hijo, diciendo: ellos respetarán a mi hijo.
38 Pero cuando los labradores vieron al hijo, se dijeron unos a otros: “Este es el heredero; vengan, matémoslo y obtendremos su herencia”.
39 Y después de apresarlo, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
40 Ahora bien, cuando llegue el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?«
41 Ellos le respondieron: »Castigará sin piedad a estos desgraciados y arrendará su viña a otros labradores que le entreguen su fruto a su tiempo«.«
42 Jesús les dijo: »¿Nunca han leído en las Escrituras: ‘La piedra que desecharon los constructores ha llegado a ser la piedra angular’? Esto lo ha hecho el Señor, y es maravilloso a nuestros ojos”.
43 Por eso les digo que el reino de Dios les será quitado y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos.
44 Quien caiga sobre esta piedra quedará hecho pedazos, y quien sea sobre quien ella caiga quedará aplastado.«
45 Los principales sacerdotes y los fariseos, al oír estas palabras, parábolas, Ellos entendieron que Jesús estaba hablando de ellos.
46 Y procuraron apresarlo; pero temían al pueblo, que lo consideraba un profeta.
Capítulo 22
1 Jesús, hablando de nuevo, les habló en parábolasY él dijo:
2 "El reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo.
3 Envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a la boda, pero ellos se negaron a venir.
4 Envió a otros siervos, diciendo: «Digan a los invitados: He preparado mi banquete; mis bueyes y animales engordados han sido sacrificados; todo está listo, vengan a la fiesta de bodas.
5 Pero ellos no le prestaron atención y siguieron sus caminos por separado, uno a su campo y el otro a su negocio;
6 y los demás apresaron a los sirvientes y, después de insultarlos, los mataron.
7 Cuando el rey se enteró, se enojó; envió a sus ejércitos, destruyó a aquellos asesinos y quemó su ciudad.
8 Entonces dijo a sus siervos: “El banquete de bodas está listo, pero los invitados no eran dignos”.
9 Ve, pues, a la encrucijada, e invita a la fiesta de bodas a cuantos encuentres.
10 Estos siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos o malos; y el salón de bodas se llenó de invitados.
11 El rey entró para ver a los que estaban a la mesa, y cuando vio allí a un hombre que no llevaba traje de boda,
12 Él le dijo: “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin traje de boda?” Y el hombre se quedó sin palabras.
13 Entonces el rey dijo a sus siervos: «Átenle las manos y los pies, y échenlo a las tinieblas de afuera; allí habrá llanto y crujir de dientes».
14 Porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos.«
15 Entonces los fariseos se retiraron y conspiraron para sorprender a Jesús en lo que decía.
16 Y le enviaron algunos de sus discípulos, junto con algunos herodianos, diciendo: »Maestro, sabemos que eres un hombre de verdad, y que enseñas el camino de Dios con verdad, sin importarte nadie; porque no te preocupas por la apariencia de los hombres.
17 Dígannos, pues, qué piensan: ¿Es lícito pagar tributo al César, o no?«
18 Jesús, conociendo su malicia, les dijo: »Hipócritas, ¿por qué me ponen a prueba?
19 Muéstrame la moneda del tributo.» Le presentaron un denario.
20 Y Jesús les dijo: »¿De quién es esta imagen y de quién es esta inscripción?”
21 — »Del César», le dijeron. Entonces Jesús les respondió: «Den al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios».«
22 Esta respuesta los llenó de admiración, y dejándolo, se fueron.
23 Ese mismo día, algunos saduceos, que negaban la resurrección, Se acercaron a él y le hicieron esta pregunta:
24 »Maestro, Moisés dijo: Si un hombre muere y no deja hijos, que su hermano se case con su esposa y le dé hijos a su hermano.
25 Había entre nosotros siete hermanos; el primero se casó y murió, y como no tuvo hijos, dejó a su esposa a su hermano.
26 Lo mismo sucedió con el segundo, luego con el tercero, hasta el séptimo.
27 Después de todos ellos, también murió la mujer.
28 En el tiempo de la resurrección, ¿De cuál de los siete hermanos será esposa? Porque todos la han tenido.«
29 Jesús les respondió: »Están equivocados, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios.
30 Porque, en la resurrecciónLos hombres no tienen esposas, ni mujer maridos; pero son como los ángeles de Dios en el cielo.
31 En cuanto a la resurrección De los muertos, ¿no habéis leído lo que Dios os dijo en estas palabras?
32 ¿Soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Sin embargo, Dios no es el Dios de los muertos, pero gente viva.«
33 Y la gente, al escucharlo, se llenaba de asombro ante su enseñanza.
34 Cuando los fariseos oyeron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron.
35 Y uno de ellos, un abogado, le pidió que lo pusiera a prueba:
36 »Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?«
37 Jesús le dijo: »Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
38 Este es el más grande y el primero de los mandamientos.
39 El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
40 A estos dos mandamientos se adjuntan toda la Ley y los Profetas.«
41 Cuando los fariseos se reunieron, Jesús les hizo esta pregunta:
42 —¿Qué piensan del Cristo? ¿De quién es hijo? —Le respondieron: —Del hijo de David.
43 —Entonces —les dijo—, ¿cómo es que David, inspirado desde lo alto, lo llama Señor, diciendo:
44 El Señor le dijo a mi Señor: «Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies».
45 Si David lo llama Señor, ¿cómo puede ser su hijo?«
46 Nadie pudo responderle, y desde aquel día en adelante, nadie se atrevió a volver a preguntarle.
Capítulo 23
1 Entonces Jesús, dirigiéndose a la gente y a sus discípulos, habló así:
2 » Los escribas y fariseos están sentados en la cátedra de Moisés.
3 Así pues, hagan y observen todo lo que les digan; pero no imiten sus obras, porque dicen, pero no hacen.
4 Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos no quieren mover ni un dedo para moverlas.
5 Todas sus acciones las realizan para ser vistas por los hombres, llevando filacterias más grandes y borlas más largas.
6 Les encanta ocupar los lugares de honor en los banquetes, los mejores asientos en las sinagogas,
7. Saludar en las plazas públicas y ser llamado Rabino por los hombres.
8 Pero a vosotros no os llamen Rabí, porque tenéis un solo Maestro, y todos vosotros sois hermanos.
9 Y no llaméis a nadie en la tierra “Padre”, porque tenéis un solo Padre, y él está en los cielos.
10 Ni que nadie os llame Maestro, porque tenéis un solo Maestro, Cristo.
11 El mayor entre vosotros será vuestro servidor.
12 Pero el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
13 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, porque cerráis el reino de los cielos a la gente! Ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que vienen.
14 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque con el pretexto de largas oraciones devoráis las casas de las viudas; por eso recibiréis mayor condenación.
15 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorréis mares y tierra para hacer un solo prosélito, y cuando lo conseguís, lo hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros mismos».
16 »¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Si un hombre jura por el templo, no es nada; pero si jura por el oro del templo, queda obligado.
17 ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo que santifica el oro?
18 Y otra vez: Si alguien jura por el altar, no es nada; pero si jura por la ofrenda que está puesta sobre el altar, queda obligado.
19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar que santifica la ofrenda?
20 Por tanto, el que jura por el altar, jura por el altar y por todo lo que hay sobre él;
21 y el que jura por el templo, jura por el templo y por el que habita en él;
22 Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.
23 ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Diezman la menta, el eneldo y el comino, y descuidan lo más importante de la ley: la justicia, merced ¡Y buena fe! Estas son las cosas que debían practicarse, sin descuidar las demás.
24 Guías ciegos, que cuelan un mosquito y se tragan un camello.
25 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis el exterior del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de avaricia y desenfreno.
26 Fariseo ciego, limpia primero el interior del vaso y del plato, para que también quede limpio el exterior.
27 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
28 Así que exteriormente parecéis justos ante los hombres, pero interiormente estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
29 »¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos,
30 y quienes dicen: “Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no habríamos sido sus cómplices”. derramar la sangre de los profetas.
31 Así que dais testimonio contra vosotros mismos de que sois hijos de los que mataron a los profetas.
32 ¡Colmad, pues, la medida de vuestros padres!
33 ¡Serpientes, generación de víboras!, ¿cómo evitaréis ser condenadas al infierno?
34 Por tanto, mirad, yo os envío profetas, sabios y maestros. A algunos de ellos los mataréis y crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas, y los perseguiréis de ciudad en ciudad;
35 para que recaiga sobre ti toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el templo y el altar.
36 En verdad les digo que todas estas cosas sucederán a esta generación.
37 »¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus polluelos bajo sus alas, y no quisiste!»
38 He aquí, vuestra casa os es dejada solos a vosotros.
39 Porque os digo que no me volveréis a ver hasta que digáis: »¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!«
Capítulo 24
1 Cuando Jesús salía del templo, sus discípulos se acercaron a él para mostrarle sus edificios.
2 Pero él les respondió: »¿Ven todos estos edificios? Les aseguro que no quedará piedra sobre piedra; todo será derribado«.«
3 Cuando se sentó en el monte de los Olivos, sus discípulos se le acercaron y se quedaron a solas con él. Le preguntaron: »Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas? ¿Y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?«
4 Jesús les respondió: »Tengan cuidado de que nadie los engañe.
5 Porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo», y engañarán a muchos.
6 Oiréis de guerras y rumores de guerras; no os alarméis, porque es necesario que esto ocurra, pero aún no es el fin.
7 Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá plagas, hambres y terremotos en diversos lugares.
8 Todo esto será solo el comienzo de los dolores.
9 Entonces os entregarán para que seáis torturados y condenados a muerte, y seréis odiados por todas las naciones a causa de mi nombre.
10 Entonces muchos también fracasarán; se traicionarán y se odiarán unos a otros.
11 Y muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a una gran cantidad de gente.
12 Y a causa del aumento progresivo de la iniquidad, caridad Un gran número se enfriará.
13 Pero el que persevere hasta el fin será salvo.
14 Este evangelio del reino será predicado en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
15 »Cuando veáis la abominación desoladora, de la que habló el profeta Daniel, en pie en el lugar santo —el que lee, entienda—»
16 mientras que los que están en Judea huyen a las montañas;
17 y el que esté en la azotea no baje a tomar lo que tiene en su casa;
18 y el que esté en el campo, que no vuelva a buscar su manto.
19 ¡Ay de las que estén embarazadas y de las que críen en aquellos días!
20 Oren para que su huida no tenga lugar en invierno, ni en día de reposo;
21 Porque entonces habrá una tribulación tan grande como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás.
22 Y si aquellos días no fueran acortados, nadie escaparía; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.
23 Así que si alguien les dice: “¡Miren, aquí está el Cristo!” o “¡Allí está!”, no lo crean.
24 Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.
25 Eso es lo que predije para ti.
26 Así que si les dicen: “Miren, está en el desierto”, no salgan; o: “Miren, está en lo más profundo de la casa”, no lo crean.
27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se ve hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre.
28 Dondequiera que esté el cadáver, allí se juntarán las águilas.
29 »Inmediatamente después de los días de su aflicción, el sol se oscurecerá, la luna no dará su luz, las estrellas caerán del cielo y las potencias de los cielos serán sacudidas.
30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y todas las tribus de la tierra se golpearán el pecho, y verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gran majestad.
31 Y enviará a sus ángeles con un fuerte sonido de trompeta, y reunirán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
32 » Escucha una comparación tomada de la higuera. Tan pronto como sus ramas se vuelven tiernas y echa hojas, sabes que el verano está cerca.
33 Así que, cuando vean todas estas cosas, sepan que el Hijo del Hombre está cerca, que él es en la puerta.
34 En verdad les digo que esta generación no pasará hasta que todo esto suceda.
35 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán jamás.
36 En cuanto al día y la hora, nadie los sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, sino sólo del Padre.
37 »Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.”.
38 Porque en los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaba y se daba en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca;
39 Y no supieron nada hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será también la venida del Hijo del Hombre.
40 Entonces, de dos hombres que estén en un campo, uno será tomado, y el otro dejado;
41 de dos mujeres que serán molidas en la piedra de molino, una será tomada, la otra dejada.
42 Por tanto, estad alerta, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
43 Bien sabed esto: si el padre de familia hubiera sabido a qué hora iba a venir el ladrón, habría estado alerta y no habría dejado que entraran a robar en su casa.
44 Por lo tanto, también ustedes deben estar preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos lo esperen.
45 »¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien su señor puso al frente de la gente de su casa para darles su alimento a su debido tiempo?”
46 ¡Dichoso aquel siervo a quien su señor, al regresar, encuentre haciendo así!
47 En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
48 Pero si ese siervo es malvado y dice para sí mismo: “Mi amo tarda en venir”,
49 Comenzó a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con gente dada al vino,
50 El amo de aquel siervo vendrá en un día que no espera, y a una hora que no sabe,
51 y lo hará despedazar a golpes, y le asignará su suerte con los hipócritas; allí será el llanto y el crujir de dientes.
Capítulo 25
1 "Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio.
2 Había cinco que eran necios y cinco que eran sabios.
3 Las cinco mujeres insensatas, habiendo tomado sus lámparas, no llevaron consigo aceite;
4 Pero los sabios llevaron aceite en sus vasijas junto con sus lámparas.
5 Como el novio se demoraba, todos se adormecieron y se durmieron.
6 A medianoche se oyó un grito: «¡Aquí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!».
7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.
8 Entonces los insensatos dijeron a los sabios: «Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se están apagando».
9 Los sabios respondieron: No sea que no haya suficiente para nosotros y para ustedes; vayan más bien a los que lo venden y compren para ustedes mismos.
10 Pero mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y los que estaban preparados entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
11 Después llegaron también las otras vírgenes, diciendo: “Señor, Señor, ábrenos la puerta”.
12 Él les respondió: “En verdad les digo que no los conozco”.
13 »Por lo tanto, manténganse alerta, porque no saben ni el día ni la hora.”.
14 "Porque será como un hombre que, al irse de viaje, llamó a sus siervos y les confió sus bienes.
15 A uno le dio cinco talentos, a otro dos, a otro uno, según la capacidad de cada uno, y se fue enseguida.
16 El que había recibido cinco talentos fue y puso su dinero a trabajar, y ganó otros cinco.
17 De la misma manera, el que había recibido dos, recibió dos más.
18 Pero el que había recibido solo uno fue y cavó un hoyo en la tierra y escondió allí el dinero de su amo.
19 Después de mucho tiempo, el amo de aquellos siervos regresó y les hizo rendir cuentas.
20 El que había recibido cinco talentos se acercó y le presentó otros cinco, diciendo: “Maestro, me confiaste cinco talentos; mira, aquí hay otros cinco que he ganado”.
21 Su señor le dijo: «¡Bien hecho, siervo bueno y fiel! Ya que has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de mucho. Sigue tu camino y avanza en el reino de los cielos». alegría de tu amo.
22 El que había recibido dos talentos también vino y dijo: “Maestro, me confiaste dos talentos; mira, he ganado otros dos”.
23 Su señor le dijo: «Bien hecho, siervo bueno y fiel. Como has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de mucho. Recorre todos los caminos y avanza en el reino de los cielos». alegría de tu amo.
24 Entonces el que había recibido un solo talento se acercó y dijo: “Maestro, yo sabía que eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no aventaste”.
25 Tuve miedo, y fui y escondí tu talento bajo tierra; aquí está, te devuelvo lo que es tuyo.
26 Su amo le respondió: «¡Siervo malvado y perezoso! Tú sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no aventé;
27 Así que debiste haber llevado mi dinero a los banqueros, y, a mi regreso, habría recibido lo que me pertenece con intereses.
28 Quítenle ese talento y dénselo al que tiene diez.
29 Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
30 Y a ese siervo inútil, échenlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.
31 “Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles Con él se sentará en el trono de su gloria.
32 Y cuando todas las naciones estén reunidas delante de él, las separará unas de otras, como el pastor separa las ovejas de las cabras.
33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda.
34 Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: “Vengan, ustedes, benditos de mi Padre; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde el principio del mundo”.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis;
36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en prisión, y viniste a mí.
37 Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber?”
38 ¿Cuándo te vimos forastero y te invitamos a entrar? ¿Desnudo y te vestimos?
39 ¿Cuándo fue la última vez que te vimos enfermo o en prisión, ¿Y hemos venido a ti?
40 Y el Rey les responderá: “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicieron por mí”.
41 Entonces se volverá hacia los de su izquierda y les dirá: “¡Apártense de mí, malditos!”, Seguir al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles.
42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
43 Fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en cama, y no me cubristeis. prisión, Y no me has visitado.
44Entonces también ellos le dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o necesitado?» prisión, ¿Y no te ayudamos?
45 Y él les responderá: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por uno de estos más pequeños, tampoco lo hicieron por mí”.
46 Y estos irán al castigo eterno, pero los justos a la vida eterna.«
Capítulo 26
1 Cuando Jesús hubo terminado de decir todo esto, les dijo a sus discípulos:
2 »Ustedes saben que dentro de dos días es la Pascua, y que el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado«.«
3 Entonces los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el atrio del sumo sacerdote, cuyo nombre era Caifás,
4 y tramaron cómo podrían apresar a Jesús con engaños y matarlo.
5 —Pero —dijeron—, no debe ser durante la fiesta, para que no haya tumulto entre la gente.»
6 Mientras Jesús estaba en Betania, en casa de Simón el leproso,
7 Una mujer se le acercó con un frasco de alabastro que contenía un perfume muy caro; y mientras él estaba sentado a la mesa, ella derramó el perfume sobre su cabeza.
8 Al ver esto, los discípulos dijeron indignados: »¿Por qué esta pérdida?”.
9. Este perfume podría haberse vendido a un precio muy alto y las ganancias se podrían haber destinado a los pobres.«
10 Cuando Jesús se dio cuenta de esto, les dijo: »¿Por qué molestan a esta mujer? Ella ha hecho algo bueno por mí.
11 Porque siempre habéis tenido los pobres Estoy contigo; pero no siempre me tendrás.
12 Al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo hizo para mi entierro.
13 En verdad les digo que dondequiera que se predique este evangelio en todo el mundo, lo que ella ha hecho será contado en memoria suya.«
14 Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes,
15 y su Él dijo: "¿Qué me estáis dispuestos a dar, y yo os lo entregaré?" Y le contaron treinta piezas de plata.
16 Desde entonces, buscó el momento oportuno para traicionar a Jesús.
17 El primer día de los Panes sin Levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: »¿Dónde quieres que preparemos la cena de Pascua?«.«
18 Jesús les respondió: »Vayan a la ciudad, a casa de cierto hombre, y díganle: «El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; celebraré la Pascua con mis discípulos en tu casa”».«
19 Los discípulos hicieron como Jesús les había mandado y prepararon la Pascua.
20 Al llegar la noche, se sentó a cenar con los Doce.
21 Mientras comían, les dijo: »Les aseguro que uno de ustedes me traicionará«.«
22 Ellos se entristecieron profundamente, y cada uno comenzó a decirle: »¿Soy yo, Señor?«
23 Él respondió: »¡Quien haya metido su mano en el plato conmigo, me traicionará!»
24 El Hijo del Hombre se irá, como está escrito de él. ¡Pero ay de aquel por quien el Hijo del Hombre es traicionado! Mejor le hubiera sido no haber nacido.«
25 Judas, el que lo traicionó, habló y dijo: »¿Soy yo, Maestro?» — »Tú lo has dicho», respondió Jesús.
26 Durante la comida, Jesús tomó pan y, después de dar gracias, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: »Tomen y coman; esto es mi cuerpo«.«
27 Luego tomó la copa, y después de dar gracias, se la dio, diciendo: »Beban de ella todos ustedes;
28 porque esta es mi sangre, sangre del nuevo pacto, que fue extendido a la multitud para la remisión de los pecados.
29 Os digo que no volveré a beber de este fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.«
30 Después de cantar el himno, salieron al Monte de los Olivos.
31 Entonces Jesús les dijo: »Esta misma noche haré tropezar a todos ustedes, porque escrito está: “Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño se dispersarán.
32 Pero después de resucitar, iré delante de vosotros a Galilea.«
33 Pedro le respondió: »Aunque pequen por causa de todo, jamás me perderán a mí«.«
34 Jesús le dijo: »En verdad te digo que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me negarás tres veces«.«
35 Pedro le respondió: »Aunque tenga que morir contigo, no te negaré». Y todos los demás discípulos dijeron lo mismo.
36 Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y les dijo a sus discípulos: »Siéntense aquí mientras voy allá a orar«.«
37 Después de llevarse consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia.
38 Y les dijo: »Mi alma está abrumada por la tristeza hasta la muerte; quédense aquí y velen conmigo«.«
39 Y adelantándose un poco, se postró rostro en tierra, orando y diciendo: »Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú«.«
40 Luego vino a sus discípulos, y al encontrarlos dormidos, le dijo a Pedro: »¡Así que no pudieron velar conmigo ni una hora!”
41 Velad y orad para que no caigáis en tentación. El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.«
42 Se retiró por segunda vez y oró: »Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad«.«
43 Cuando regresó, los encontró De nuevo Estaban dormidos, pues tenían los ojos pesados.
44 Los dejó y se fue de nuevo a orar por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
45 Luego volvió a donde estaban sus discípulos y les dijo: »¿Todavía duermen y descansan? Se acerca la hora en que el Hijo del Hombre será entregado en manos de pecadores”.
46 Levántate, vamos, porque el que me traiciona está cerca.«
47 Todavía estaba hablando cuando llegó Judas, uno de los Doce, y con él una gran compañía de hombres armados con espadas y palos, enviados por los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo.
48 El traidor les había dado esta señal: »Aquel a quien yo bese, ese es el hombre; arréstenlo«.«
49 Y enseguida, acercándose a Jesús, le dijo: »¡Salve, Maestro!«, y lo besó.
50 Jesús le dijo: »Amigo, ¿qué haces aquí?». En ese mismo instante, se acercaron, le pusieron las manos encima y lo apresaron.
51 Y he aquí que uno de los que estaban con Jesús, tomando una espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
52 Entonces Jesús le dijo: »Guarda tu espada, porque todos los que a espada matan, a espada morirán.
53 ¿Acaso piensas que no puedo rogarle a mi Padre, quien me daría más de doce legiones de ángeles?
54 ¿Cómo, pues, se cumplirán las Escrituras, que dan testimonio de que así debe suceder?«
55 En ese mismo instante, Jesús dijo a la multitud: »¿Acaso han venido a arrestarme como a un ladrón, con espadas y palos? Todos los días me sentaba entre ustedes enseñando en el templo, y no me apresaban;
56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumplieran las palabras de los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
57 Los que habían arrestado a Jesús lo llevaron ante Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían reunido los escribas y los ancianos del pueblo.
58 Pedro lo siguió de lejos, hasta el patio del sumo sacerdote, y entró y se sentó con los sirvientes para ver el final.
59 Pero los principales sacerdotes y todo el concilio buscaban algún falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte;
Sesenta y no encontraron a ninguno, aunque se presentaron varios falsos testigos. Finalmente, llegaron dos.
61 quien dijo: »Este hombre dijo: «Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días’”.«
62 El sumo sacerdote se levantó y le dijo a Jesús: »¿No tienes nada que decir ante las acusaciones que estos hombres presentan contra ti?«
63 Jesús guardó silencio. Entonces el sumo sacerdote le dijo: »Te conjuro por el Dios viviente, dinos si eres el Cristo, el Hijo de Dios«.«
64 Jesús le respondió: »Tú lo has dicho; pero yo te digo que desde aquel día en adelante verás al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y viniendo sobre las nubes del cielo«.«
65 Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: »¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? ¡Acaban de oír su blasfemia!»
—¿Qué opinas de eso? —preguntaron. —Se merece morir.»
67 Entonces le escupieron en la cara y le golpearon con los puños; otros le abofetearon,
68 diciendo: "¡Cristo, adivina quién te golpeó!"»
69 Pedro estaba afuera, sentado en el patio. Una criada se le acercó y le dijo: »Tú también estabas con Jesús de Galilea«.«
70 Pero él lo negó delante de todos, diciendo: »No sé qué quieren decir«.«
71 Cuando se dirigía al vestíbulo para irse, otra criada lo vio y dijo a los que estaban allí: »Este hombre también estaba con Jesús de Nazaret«.«
72 Y Pedro lo negó por segunda vez con juramento: »No conozco a ese hombre«.«
73 Poco después, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: »Sin duda eres uno de ellos, porque tu propia forma de hablar te delata«.«
74 Entonces comenzó a maldecir y a jurar que no conocía a aquel hombre. Al instante cantó el gallo.
75 Y Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: »Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces»; y salió y lloró amargamente.
Capítulo 27
1 Muy temprano por la mañana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo conspiraron contra Jesús para matarlo.
2 Y después de atarlo, lo llevaron y lo entregaron al gobernador Poncio Pilato.
3 Entonces Judas, el que lo había traicionado, al ver que había sido condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos,
4 diciendo: »He pecado al derramar sangre inocente». Ellos respondieron: »¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú!«.«
5 Luego arrojó las monedas de plata en el Santuario, y se retiró y se ahorcó.
6 Pero los principales sacerdotes recogieron el dinero y dijeron: »No es lícito ponerlo en el tesoro, porque es dinero manchado de sangre«.«
7 Y después de consultar entre sí, utilizaron este dinero para comprar el campo del alfarero para el entierro de extranjeros.
8 Por eso este campo todavía se llama hoy Campo de Sangre.
9 Entonces se cumplió la palabra del profeta Jeremías: »Recibieron treinta piezas de plata, el precio de aquel cuyo valor los hijos de Israel habían estimado;
10 y las dieron para el campo del alfarero, como el Señor me mandó.«
11 Jesús se presentó ante el gobernador, y el gobernador le preguntó: »¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús le respondió: »Tú lo dices«.«
12 Pero él no respondió a las acusaciones de los príncipes de los sacerdotes y de los ancianos.
13 Entonces Pilato le dijo: »¿No oyes de cuántas cosas te acusan?«
14 Pero él no le respondió a ninguna de las quejas, de modo que el gobernador quedó muy asombrado.
15 En cada día festivo Pascua de Resurrección, El gobernador solía liberar a un prisionero, aquel que la multitud exigía.
16 En aquel tiempo tenían un prisionero famoso llamado Barrabás.
17 Pilato, después de llamar a la gente, le dijo: »¿A quién quieres que rescate, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?«
18 Porque sabía que por envidia habían entregado a Jesús.
19 Mientras estaba sentado en su tribunal, su esposa le mandó decir: »No tengas nada que ver con ese hombre justo, porque hoy he tenido una gran angustia en un sueño a causa de él«.«
20 Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron al pueblo para que pidieran a Barrabás y mataran a Jesús.
21 El gobernador les habló, diciendo: »¿A cuál de los dos quieren que les suelte?» Ellos respondieron: »A Barrabás«.«
22 Pilato les dijo: »¿Qué haré entonces con Jesús, al que llaman el Cristo?«
23 Ellos le respondieron: »¡Que lo crucifiquen!». El gobernador les dijo: »¿Por qué? ¿Qué mal ha hecho?». Y ellos gritaron aún más fuerte: »¡Que lo crucifiquen!«.«
24 Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que en vez de eso se estaba formando un tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: »Soy inocente de la sangre de este hombre; ustedes son los que deben responder por ella«.«
25 Y todo el pueblo dijo: »¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!«
26 Entonces les soltó a Barrabás; y después de hacer azotar a Jesús, lo entregó para que fuera crucificado.
27 Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio y reunieron a toda la cohorte a su alrededor.
28 Le quitaron la ropa y le pusieron una túnica escarlata.
29 Trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza. También le pusieron una caña en la mano derecha y se arrodillaron ante él, diciendo burlonamente: »¡Salve, Rey de los judíos!«
30 También le escupieron en la cara, y tomando la caña, le golpearon la cabeza con ella.
31 Después de burlarse así de él, le quitaron la capa, le pusieron su propia ropa y lo llevaron para crucificarlo.
32 Al salir, se encontraron con un hombre de Cirene llamado Simón, a quien obligaron a cargar la cruz de Jesús.
33 Después, al llegar al lugar llamado Gólgota, que es el lugar de la Calavera,
34 Le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero cuando lo probó, se negó a beberlo.
35 Cuando lo crucificaron, se repartieron sus vestidos echando suertes, para que se cumpliera lo dicho por medio del Profeta: »Se repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi túnica echaron suertes«.«
36 Y se sentaron y lo vigilaron.
37 Sobre su cabeza pusieron un letrero que decía la razón de su ejecución: »Este es Jesús, el Rey de los Judíos«.«
38 Al mismo tiempo, crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
39 Y los que pasaban le insultaban, meneando la cabeza.
40 y diciendo: »Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, ¡sálvate a ti mismo! Si eres el Hijo de Dios, ¡baja de la cruz!«
41 Los principales sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos, también se burlaban de él y decían:
42 "Salvó a otros, pero no puede salvarse a sí mismo. Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz, y creeremos en él.
43 Él ha confiado en Dios; si Dios lo ama, que lo libre ahora; porque él ha dicho: «Yo soy el Hijo de Dios”.«
44 Los ladrones que fueron crucificados con él lo insultaron de la misma manera.
45 Desde la hora sexta hasta la hora novena, hubo tinieblas sobre toda la tierra.
46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz: »Elí, Elí, lamma sabactani«, que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
47 Algunos de los que estaban allí, al oírlo, dijeron: »Está llamando a Elías«.«
48 Y al instante uno de ellos corrió y tomó una esponja, la empapó en vinagre y, poniéndola en el extremo de una caña, se la ofreció para que bebiera.
49 Los demás dijeron: »Déjenlo en paz; veamos si Elías viene a salvarlo«.«
50 Jesús clamó otra vez a gran voz y entregó su espíritu.
51 Y he aquí que el velo del santuario se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron,
52 Se abrieron los sepulcros, y muchos santos, cuyos cuerpos yacían en ellos, resucitaron.
53 Saliendo de sus tumbas, entraron, después la resurrección de Jesús, en la ciudad santa, y se apareció a muchos.
54 Cuando el centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que estaba sucediendo, se aterrorizaron y exclamaron: »Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios«.«
55 También había allí muchas mujeres, que observaban desde lejos; habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle.
56 Entre ellos estaban María Magdalena, Casado Madre de Santiago y José, y madre de los hijos de Zebedeo.
57 Por la noche, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también era discípulo de Jesús.
58 Fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y Pilato ordenó que se lo entregaran.
59 José tomó el cuerpo y lo envolvió en una sábana de lino blanco,
60 y la colocó en la tumba nueva que había mandado excavar en la roca para sí mismo; luego, después de haber hecho rodar una gran piedra hasta la entrada de la tumba, se marchó.
61 Ahora María Magdalena y la otra Casado Estaban allí, sentados frente a la tumba.
62 Al día siguiente, que era sábado, los principales sacerdotes y los fariseos fueron juntos a ver a Pilato,
63 y le dijeron: »Señor, recordamos que este impostor, mientras aún vivía, dijo: Después de tres días resucitaré;
64 Por tanto, ordena que su tumba sea sellada hasta el tercer día, no sea que sus discípulos vengan y roben el cuerpo y digan al pueblo: «Ha resucitado de entre los muertos». Este último engaño sería peor que el primero.«
65 Pilato les respondió: »Tienes un guardia; ve y guárdalo como mejor te parezca«.«
66 Entonces ellos se fueron y aseguraron la tumba sellando la piedra y poniendo guardias en ella.
Capítulo 28
1 Después del sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra Casado Fueron a visitar la tumba.
2 Y he aquí que hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor descendió del cielo y vino y removió la piedra y se sentó sobre ella.
3 Su aspecto era como un relámpago, y su ropa blanca como la nieve.
4 Cuando lo vieron, los guardias se aterrorizaron y quedaron como muertos.
5 Y el ángel, hablando a las mujeres, les dijo: »No tengan miedo, porque sé que buscan a Jesús, el que fue crucificado.
6 No está aquí; ha resucitado, tal como lo dijo. Vengan a ver el lugar donde fue sepultado el Señor;
7 Vayan pronto y díganles a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos. Miren, él los guiará a Galilea; allí lo verán, como ya les he dicho.«
8 Al instante salieron del sepulcro con temor y gran alegría, y corrieron a dar la noticia a los discípulos.
9 Y he aquí que Jesús se presentó delante de ellos y les dijo: »¡Salve!». Y ellos se acercaron y besaron sus pies y lo adoraron.
10 Entonces Jesús les dijo: »No tengan miedo; vayan y díganles a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán«.«
11 Mientras iban de camino, algunos de los guardias llegaron a la ciudad e informaron a los principales sacerdotes de todo lo que había sucedido.
12 Estos hombres reunieron a los ancianos, y después de celebrar un consejo, dieron una gran suma de dinero a los soldados,
13 diciéndoles: »Proclamad que sus discípulos vinieron de noche y se lo llevaron mientras dormíais.
14 Y si el gobernador se entera, lo apaciguaremos y los protegeremos.«
15 Los soldados tomaron el dinero e hicieron lo que se les ordenó; y el rumor que difundieron todavía se repite entre los judíos hoy.
16 Los once discípulos fueron a Galilea, al monte del que Jesús les había hablado.
17 Cuando lo vieron, lo adoraron, aunque habían dudado en creer.
18 Y Jesús se acercó a ellos y les dijo: »Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra».
19 Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;,
20 enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.«


