«Si alguno de ustedes tiene un hijo o un buey que cae en un pozo, ¿acaso no lo sacará inmediatamente, aun en día de reposo?» (Lucas 14:1-6)

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Evangelio de Jesucristo según San Lucas

Un día de reposo,
Jesús había entrado en la casa de un fariseo prominente.
para comer allí,
Y lo estaban vigilando.
    Pero he aquí, había delante de él
Un hombre que padece hidropesía.
    Discurso,
Jesús se dirigió a los maestros de la Ley y a los fariseos.
para preguntarles:
«¿Está permitido, sí o no?,
"¿Realizar una curación en el día del sábado?"»
    Permanecieron en silencio.
Entonces, Jesús, sosteniendo al enfermo, lo sanó y lo dejó ir.
    Entonces les dijo:
«Si alguno de vosotros tiene un hijo o un buey
quien cae en un pozo,
¿No lo quitará inmediatamente?,
¿Incluso en sábado?»
    Y no pudieron encontrar una respuesta.

            – Aclamamos la Palabra de Dios.

Desatando la bondad más allá de las reglas: experimentando la misericordia activa de Cristo

Cómo las palabras de Jesús sobre el sábado nos invitan a elegir la compasión en lugar de la conformidad moral.

Los Evangelios a menudo nos presentan dilemas entre la ley y el amor. En este episodio de Lucas (14:1-6), Jesús no cuestiona el sábado; revela su esencia: la caridad. Al sanar a un enfermo bajo la mirada inquisitiva de los fariseos, propone una revolución silenciosa: la misericordia no espera. Este artículo explora cómo, hoy, podemos responder interiormente a este llamado, dentro de nuestras limitaciones, nuestras relaciones, nuestras prácticas espirituales y nuestras estructuras sociales.

  • El contexto del aquelarre y el pozo: un choque entre tradición y vida.
  • La sanación como un acto de verdad frente al miedo al juicio.
  • Tres pilares: derecho abierto, compasión activa, libertad filial.
  • Aplicaciones personales y comunitarias de la caridad concreta.
  • Arrojando luz sobre las tradiciones patrísticas y las situaciones contemporáneas.
  • Un camino para la meditación de Pascua: sanar en el silencio, a través de la fidelidad al corazón.
  • Oración final y hoja de actividades diarias.

«Si alguno de ustedes tiene un hijo o un buey que cae en un pozo, ¿acaso no lo sacará inmediatamente, aun en día de reposo?» (Lucas 14:1-6)

Contexto

La escena de Lucas 14:1-6 forma parte de una serie de confrontaciones relacionadas con el sábado: Jesús es observado, espiado y puesto a prueba. El sábado, día de descanso consagrado a Dios, era un pilar de la piedad judía. Sin embargo, esta institución, nacida para la libertad del pueblo («No harás ningún trabajo… para que tu siervo descanse, como tú»), a veces se había vuelto rígida. La prohibición del trabajo se extendía a los actos de misericordia, que se habían vuelto sospechosos y considerados transgresiones.

En este ambiente tenso, Jesús acepta la invitación de un fariseo —signo de la posibilidad del diálogo— y sana a un hombre que padece hidropesía, una enfermedad de retención, símbolo de un cuerpo hinchado por lo que no puede expulsar. Esta imagen ilumina su enseñanza: el mal no reside en la actividad en sí, sino en la hinchazón que impide que la vida fluya libremente.

Cuando pregunta: «¿Está permitido curar en sábado?», los médicos guardan silencio, divididos entre el legalismo y la conciencia. El silencio se convierte en un tribunal interior. Entonces surge la pregunta: «Si tu hijo o tu buey cae en un pozo, ¿no lo sacarás?». Jesús une el instinto, la ternura paternal y la compasión: ningún padre dudaría en ayudar por temor a quebrantar una norma. Restaura el significado del sábado como alianza de vida.

Para Lucas, este episodio es más que una simple anécdota. Presagia la Pasión: Jesús actúa por amor, sabiendo que ese amor le costará caro. El sábado anticipa el descanso en su tumba, y su curación ese día anuncia la Vida que surgirá del abismo de la muerte. Es una parábola vivida antes de la cruz: el hombre con hidropesía prefigura la incapacidad de la humanidad para compartir la gracia recibida.

Aún hoy persiste la pregunta: ¿qué me impide tender la mano, sanar, amar, bajo el pretexto del respeto? El Evangelio responde: la compasión no es una violación de la Ley, sino su cumplimiento.

Análisis

El mensaje de Jesús no se dirige a la Ley en sí, sino a su imposición. Mediante esta sanación en sábado, propicia un cambio de perspectiva: de la obediencia externa a la fidelidad interna. La Ley no es abolida; es redimida.

La expresión «inmediatamente» revela la urgencia de hacer el bien. El verdadero sábado no es la inacción, sino el descanso en el corazón de Dios, un descanso que se hace posible cuando se disipa el mal. Por lo tanto, actuar para sanar a otro es restaurar el descanso que Dios desea. La inacción legalista se convierte entonces en una contradicción espiritual.

Esta tensión aún persiste en nuestras sociedades: en la Iglesia, en el derecho canónico y la pastoral; en la vida civil, en las normas y la conciencia; en nuestra vida privada, en el miedo y el impulso. Jesús revela un criterio: la prioridad de la persona sobre los principios, de la salvación sobre la conformidad. No abole las reglas, las subordina al amor.

Teológicamente, este pasaje revela la lógica de la Encarnación: Dios no es un mero espectador del mundo herido. Se involucra con él, se inclina, se sumerge en su sufrimiento. El sábado, si es verdaderamente divino, es participación en este descenso redentor. El amor del Padre, en Jesús, se manifiesta a través de la cercanía, no a través de una distancia sagrada.

El hombre sanado no solo se siente aliviado; se convierte en un signo. Salir del pozo significa resurgir, volver a ser sujeto. En la dinámica del bautismo, es el surgimiento de las aguas, el nacimiento a un nuevo descanso. En cada sanación, Lucas ve la creación cumplida.

La lógica de Jesús es, por lo tanto, dialéctica: no destruye la estructura, sino que permite que la vida fluya a través de ella. Sanar en sábado significa volver a la Ley desde su origen, como limpiar un pozo para ver el agua. Al hacerlo, redefine la santidad: no como separación moral, sino como la capacidad de acoger la vida.

Derecho abierto: una revisión de la obediencia

Los fariseos, a menudo caricaturizados, buscaban la perfección. Su silencio ante Jesús no era pura malicia: revelaba una conciencia herida. Nosotros también guardamos silencio a veces cuando nuestras certezas se derrumban. Jesús no condena este silencio; lo trasciende. Reconoce la Ley, pero revela su esencia: la misericordia.

Una ley cerrada protege pero sofoca; una ley abierta es fructífera pero desestabiliza. La palabra de Cristo le devuelve el aliento a la Ley. No se trata de elegir entre libertad y fidelidad, sino de habitar su tensión. La obediencia al Evangelio no es mera conformidad, sino un consentimiento vivo: una escucha sin servilismo.

En nuestro interior, esto se traduce en el arte del discernimiento: ¿cuándo obedecer un marco establecido y cuándo atrevernos a transformarlo? El Espíritu Santo actúa en esta encrucijada. En nuestras instituciones, esta lección se aplica a la gobernanza; en nuestras familias, a la educación; en nuestra conciencia, a las decisiones morales. Jesús nos da un principio: la ley existe para la vida, no al revés. Cada vez que una norma destruye aquello a lo que pretende servir, debe ser reexaminada a la luz de la verdad.

«Si alguno de ustedes tiene un hijo o un buey que cae en un pozo, ¿acaso no lo sacará inmediatamente, aun en día de reposo?» (Lucas 14:1-6)

Compasión activa: responder a las llamadas inmediatas

La compasión no contempla; actúa. En el Evangelio, se manifiesta a través del abrazo al enfermo y el gesto concreto: «sosteniéndolo», «dejándolo ir». Dos verbos fundamentales: acoger y liberar. La compasión no se limita a la lástima, sino que combina la cercanía y la entrega.

Este movimiento fluye a través de nuestras vidas. Ninguna ayuda sincera se planea de antemano; surge espontáneamente en el encuentro. Jesús sana sin horario fijo. Esta disponibilidad desestabiliza nuestras agendas espirituales demasiado estructuradas. Ser discípulo es aprender a ser interrumpido. La verdadera eficacia cristiana reside en un corazón dispuesto.

En términos prácticos, esto nos invita a todos a cultivar la sensibilidad hacia el presente. A ver quién a nuestro alrededor está pasando por un mal momento: un padre o madre solitario/a, un compañero/a de trabajo deprimido/a, un adolescente desanimado/a. Ayudar a alguien a salir de ese pozo a veces significa escuchar sin juzgar, ofrecer un café, crear un espacio para conversar. La caridad no necesita permiso; se reconoce por sus frutos.

Libertad filial: actuar por amor y no por miedo

El contraste entre el hijo y el buey no es casual: Jesús abarca la totalidad de la vida, desde la ternura humana hasta la responsabilidad concreta. El hijo evoca una relación del corazón; el buey, la propiedad confiada, el trabajo, el éxito. En ambos casos, se actúa sin demora. Este realismo vincula la piedad con la vida cotidiana.

Ser hijo de Cristo es actuar no por obligación, sino por amor al Padre. El temor al pecado paraliza; la confianza da vida. La obediencia filial ya no es sumisión, sino participación: compartimos el cuidado de Dios. Así nace la libertad cristiana, que no es la ausencia de reglas, sino la presencia de sentido.

La libertad filial es interna, pero tiene efectos externos: valentía apostólica, reconciliación, acogida de lo inesperado. Donde reina el amor, el sábado se vuelve fecundo.

«Si alguno de ustedes tiene un hijo o un buey que cae en un pozo, ¿acaso no lo sacará inmediatamente, aun en día de reposo?» (Lucas 14:1-6)

Aplicaciones

Esta página evangélica inspira transformaciones concretas en diversos ámbitos:

  • Vida personal: Para discernir los abismos en los que me encierro: la costumbre, el miedo al juicio, el perfeccionismo. Para practicar cada día un acto de bondad fuera del horario laboral, para redescubrir la espontaneidad del amor.
  • Vida familiar: Reconocer al niño que ha caído, no en un pozo físico, sino en la injusticia o la desesperación. Responder con cercanía antes de la lección.
  • Vida profesional: Atrévete a ser proactivo: di una palabra de aliento, corrige un error sin consultar las reglas, defiende a un colega aislado.
  • Vida de la iglesia: Reinterpretar la disciplina a la luz de la misericordia. El sábado de hoy es a veces rigidez institucional: atreverse a experimentar una conversión estructural del corazón.
  • Vida social y política: Rechazar la exclusión inadvertida: migrantes, pobres, personas con enfermedades mentales. El sábado de las naciones es la dignidad que se le concede a toda vida.

Por lo tanto, el sábado de Cristo no se abole: se convierte en una forma de relación. Para nosotros, la sanación no siempre consiste en imponer las manos, sino en abrir un camino hacia la luz.

Tradición

Los Padres de la Iglesia comentaron a menudo esta escena. San Agustín vio en el pozo una metáfora del pecado original: el hombre caído debe ser rescatado por la mano de Cristo. San Ambrosio insistió: «El Señor no viola el sábado; lo cumple, pues restaura lo que el mal había dañado». Para ellos, la misericordia devuelve a la Ley su verdad.

Orígenes, por su parte, interpreta la hidropesía como una manifestación espiritual del alma henchida de deseos vanos, incapaz de recibir agua viva. Curar es encontrar el equilibrio adecuado. Y Gregorio Magno añade: «Hay enfermos que esperan nuestras palabras; demorarnos en hablar sería herir la caridad».»

En la tradición monástica, particularmente en la benedictina, el sábado se interpreta como el ritmo del corazón: trabajar sin agotarse, descansar sin endurecer el corazón. La Regla de San Benito aconseja una caridad discreta: «Ante todo, cuidemos a los enfermos», que aquí cobra pleno sentido.

Más recientemente, Juan Pablo II en Dies Domini reafirma el sábado cristiano como un día de alegría activa, no de parálisis moral. Y el Papa Francisco, en Evangelii Gaudium, aboga por una «pastoral de misericordia»: prefiriendo el gesto que ayuda a la estructura que tranquiliza.

El episodio del pozo, releído de esta manera, nos recuerda que la modernidad no debe abolir la tradición, sino revitalizarla. En las Escrituras, la fidelidad siempre es creativa.

indicaciones para la meditación

  1. Silencio : Sentarme unos minutos, escuchar interiormente en qué punto de mi vida alguien "ha caído".
  2. Mirada : Imagínate esto bien, contempla su profundidad y no temas a la oscuridad.
  3. Compasión : pedir la gracia de dejarse tocar, sin racionalizar.
  4. Decisión : Piensa en una acción concreta para ayudar, por muy sencilla que sea.
  5. Descansar : Encomienda el resto a Dios, porque el sábado pertenece a su ternura.

Esta práctica, vivida con regularidad, transforma la caridad en un hábito del corazón: el reflejo de salvar sin demora. La misericordia se convierte en un ritmo de vida, un aliento eucarístico.

«Si alguno de ustedes tiene un hijo o un buey que cae en un pozo, ¿acaso no lo sacará inmediatamente, aun en día de reposo?» (Lucas 14:1-6)

Desafíos actuales

¿Cómo pueden reconciliarse la compasión y la justicia?
Actuar por amor no significa ignorar las normas. La misericordia jamás niega la verdad; la realiza. El reto pastoral consiste en unir rigor y acogida, sin perder ninguno de los dos.

¿Y qué ocurre cuando el sábado es interno?
Todos conocemos esos momentos en que parece "prohibido" seguir adelante: cansancio, miedo, escrúpulos. Jesús nos recuerda que la sanación personal no es egoísta: sacar nuestro propio corazón del pozo es parte de la misión.

¿Y qué pasa con las instituciones?
Se les insta a discernir su propia hidropesía: una burocracia excesiva, una lentitud para perdonar, un miedo al cambio. La Palabra no pretende destruir las estructuras, sino hacerlas eficaces.

¿Y qué ocurre con las sociedades laicas?
Aun sin un día de reposo religioso, toda cultura tiene «días prohibidos» en los que la compasión se desvanece: la burocracia, los algoritmos, la indiferencia urbana. El Evangelio nos invita a liberarnos de estas rigideces. La misericordia es universal, o no es nada.

Estos desafíos no se resuelven por decreto, sino mediante un cambio de perspectiva. Es a cada uno de nosotros a quien Cristo pregunta: "¿Lo dejarás más tiempo en el pozo?"«

Oración

Señor Jesús,
Tú que entras en la comida de los hombres para ofrecer sanación,
Tú que no temes las miradas severas
¿Y quién se atreve a tocar al hidropesíaco?,
Ven y experimenta nuestra dureza.

Cuando nuestras leyes nos oprimen,
Abran nuestros corazones;
cuando nuestras voces se apaguen,
Coloca tu silencio habitado dentro de nosotros.

Enséñanos el verdadero sábado:
no la de retirada,
sino la de un descanso confiado.
Que todo acto de misericordia
Es decir, la participación en tu trabajo creativo.

Concédenos la gracia de reconocer tu imagen.
en aquel que espera al borde del pozo.
Que nuestra cautela nunca sea una excusa.,
sino un trampolín para el amor.

Sácanos también de nuestro abismo:
orgullo,
rutinas,
ira que se arraiga.
Haznos a tu imagen y semejanza.,
seres que son relevantes.

Y cuando llegue nuestro último sábado,
que tu voz nos lo pueda decir de nuevo:
«"Ven, hijo mío, sal del pozo, entra en mi paz."»
Amén.

Conclusión práctica

Elegir la misericordia es elegir la verdad suprema. Este pasaje del Evangelio nos invita a trascender un cristianismo de costumbres y a redescubrir la gratuidad de la acción. El sábado de Cristo no anula nuestras rutinas; las purifica. Cada día puede convertirse en sábado si devolvemos la vida a alguien.

La aplicación práctica comienza con pequeños gestos: una señal de atención, un momento de ofrenda, una palabra liberadora. El pozo simboliza todas las situaciones de inercia; nuestra misión es bajar a él la cuerda de la esperanza.

El paso de la cautela a la valentía es la sanación espiritual del discípulo. Jesús eligió actuar sin más permiso que el del Padre: así nos enseña la madurez del amor.

Práctico

  • Hacer una buena acción hoy "fuera de horario" sin justificación.
  • Identifica cada noche una "caída en el pozo" que hayas visto durante el día.
  • En tu oración, nombra a la persona que conociste y encomiéndale su sanación.
  • Relee cada semana un pasaje del Evangelio correspondiente al sábado.
  • Sustituye el miedo al juicio por un acto de bondad desinteresado.
  • Incluye periodos de descanso reales en tu horario.
  • Finaliza cada domingo con un acto de servicio desinteresado.

Referencias

  1. Evangelio según san Lucas 14:1-6
  2. Evangelio según san Juan 10:27
  3. Agustín, Sermón del sábado
  4. Ambrosio, De Spiritu Sancto
  5. Orígenes, Homilías sobre Lucas
  6. Juan Pablo II, Dies Domini, 1998
  7. Francisco, Evangelii Gaudium, 2013
  8. Regla de San Benito, capítulo 36

Vía Equipo Bíblico
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